El 2020 ha sido el año en el que más difícil ha sido vivir de manera sostenible. La pandemia de Covid nos ha obligado a usar muchos más plásticos de los que deseamos y de los que deberíamos. Pero hay un producto fundamental para nuestra protección que se ha convertido en el desecho más extendido y más desagradable de ver abandonado en el mar o el campo: las mascarillas. Pero, por fin, han llegado las mascarillas biodegradables.

No es un gancho de teletienda, no es un reclamo publicitario, es un producto del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que ha aplicado sus estudios en nuevos materiales y nanotecnología para crear mascarillas 100% españolas y, ahora, biodegradables. Unas mascarillas que llegan a los consumidores a través de Bioinicia, un spin-off del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Bajo la marca Proveil la tienda del fabricante ya ofrece las mascarillas biodegradables con las certificaciones pertinentes y empezará a venderlas este viernes.

Desde la salida de las primeras mascarillas de nanofibras del CSIC al mercado su éxito ha sido creciente. Sus mascarillas PROVEIL PC2020, equivalentes a las FFP2, están siempre agotadas y hay que dejar un email para que te avisen de cuando se ponen a la venta. Una vez que esto ocurre desaparecen de la web en minutos. Un éxito que es previsible se repita con un producto que une la protección sanitaria con la medioambiental.

Las mascarillas higiénicas biodegradables tienen una eficacia de filtración bacteriana superior al 92% y 85% respecto a la filtración de aerosoles.

Cómo se desechan

Una vez utilizadas las mascarillas se debe separar la goma y el clip nasal del resto de la mascarilla. El cuerpo de la mascarilla es 100% compostable, el clip es aluminio, 100% reciclable, y las gomas un 41% compostable, la parte menos sostenible.

El poro de las mascarillas de nanofibras es más pequeño que el de las convencionales y hacen una filtración mecánica no electroestática. Las mascarillas normales atrapan las partículas para que no pasen a nuestro aparato respiratorio por atracción electroestática. El problema es que cuando se usan se genera humedad por la respiración y pierdan poder de filtración. Eso no pasa con las mascarillas de microfibras, por esa razón se pueden usar más tiempo.

Las nanofifras de esta mascarillas provienen del Instituto de Agroquímica y Técnica Alimentaria (IATA-CSIC) donde investigaban con materiales con fines farmacéuticos y médicos. Con la llegada de la pandemia y a la vista de la inexistencia de mascarillas de fabricación nacional el equipo del investigador José María Lagarón, pusieron sus materiales a combatir el Covid. En menos de un año fabrican mascarillas innovadoras y las distribuyen para varios países. Las mascarillas biodegradables ya tienes distribuidores en Italia, Alemania y otros países para su distribución global, a partir de Enero.