Comer pasta sin tener que pensar en el hecho de que engorda es posible. Los italianos llevan generaciones comiendo pasta a diario, sin que eso les pase factura en la báscula. La forma de cocinar la pasta influye, y mucho, en el efecto que tiene sobre nosotros, especialmente en controlar el peso, en la digestión y en el índice glucémico.

La forma de cocer la pasta marca la diferencia

Cuando se dice cocinar la pasta “al dente” se habla de ese modo de cocción en el que la pasta conserva una cierta resistencia al morderla. Esta textura no solo es muy bien valorada por todos aquellos que aprecian el arte de la alta cocina italiana, sino que además implica unos beneficios nutricionales que son precisos. Cocinar la pasta de tal manera provoca que una parte del almidón no se llegue a digerir del todo y que este almidón se convierta así en una forma de fibra no absorbible.

Por lo tanto este efecto podría hacer que disminuyera la carga glucémica del plato, evitándose picos de azúcar en sangre, y potencialmente ayudaría a un mejor control del apetito. Al tratarse de un alimento que se digiere más lentamente también podría contribuir a una sensación de saciedad durante más tiempo, lo que quizás pudiera ayudar a evitar picoteos entre horas.

Evitar la pasta pasada

También hay que hacer notar que cuando la pasta está más cocida de la cuenta, ya que ha cogido una textura excesivamente blanda, cambia mucho. En este sentido, el almidón cambia totalmente y se convierte en uno muy fácilmente digerido para el organismo. Cuando eso sucede, los azúcares se absorben rápidamente; esto puede causar picos de glucosa sanguínea.

Por otra parte, la pasta que se cuece demasiado se digiere más rápidamente y, por lo tanto, produce menos sensación de saciedad, lo que hace que el hambre pueda regresar antes, aumentando así las posibilidades de que se ingieran más calorías a lo largo del día.

Beneficios de consumir pasta al estilo italiano

La cocción de la pasta al dente es una estrategia muy simple que permite reducir la respuesta glucémica del organismo tras la comida, porque como posee una porción de almidón resistente, la pasta afecta en menor medida las cifras de azúcar en sangre, lo que provoca una mayor estabilidad energética y evita los picos de glucosa.

Mayor saciedad y mejor control del apetito

La pasta al dente hay que masticarla más, lo que activa los mecanismos de saciedad de la persona y, a la vez, su digestión más lenta hace que el hambre aparezca más tarde. Estos dos factores, además, pueden ser responsables de una menor ingesta total de las calorías del día.

Cómo cocinar la pasta sin engordar

La primera opción para la preparación de pasta al estilo italiano es la de seguir los consejos que nos indican en el paquete. Generalmente, las marcas de pasta incluyen un rango de cocción al 'dente'. Por eso no hay que aguardar a que la pasta esté bien blanda, sino que incluso es preferible retirarla cuando aún nos brinda una cierta resistencia al morderla.

Enfría la pasta para reducir su índice glucémico

Otro truco interesante consiste en dejar que la pasta se enfríe una vez cocida. Parte del almidón se convierte en almidón resistente, que el cuerpo no digiere y actúa como fibra. Después puedes calentarla porque el efecto se mantiene. Así que no solo consigues reducir el impacto calórico del plato, sino que lo vuelves más nutritivo.

El secreto italiano para comer pasta y no engordar no consiste en no comerla sino en saber cocinarla. Elegir el punto de al dente o disfrutarla con elementos saludables hacen que este plato tradicional sea un muy aliado en cualquier dieta equilibrada.