La elección de unos huevos de cáscara blanca o de cáscara marrón es una elección cotidiana para muchas personas que van al supermercado. Pero, a pesar de la creencia popular, el color de la cáscara no determina la calidad, el sabor ni los nutrientes. Lo que los diferencia es la genética de las gallinas y determinados factores de producción que pueden influir en el precio de los huevos, pero jamás en el valor nutricional del alimento. Conocer los detalles al respecto permite hacer compras más conscientes y elegir en función de los precios de los productos o la disponibilidad sin dejarse llevar por los mitos que rodean a este producto tan polivalente.

PUBLICIDAD

Huevos blancos y huevos marrones

Los huevos blancos son los que provienen de las gallinas que tienen plumaje blanco y lóbulos de orejas de color claro. Estas gallinas producen cáscaras más claras como consecuencia de su genética y no debido a la alimentación, la forma de cuidado o el uso que se pueda hacer de las gallinas y sus huevos. En la producción en granjas industriales, son más habituales porque estas aves requieren menos alimento para obtener el mismo número de huevos, con lo que aparecen precios más bajos y esto las convierte, a su vez, en un producto accesible para muchas familias.

La procedencia de los huevos marrones

Los huevos marrones los ponen gallinas de plumaje tinte rojizo y lóbulos de las orejas oscuros, que requieren más energía para elaborar la cáscara marrón; por tanto, consumen más alimento y los huevos de gallina de este tipo tienen un precio más alto en el mercado. Pero esta diferencia no hace que tengan un valor nutritivo o un sabor que les confiera un valor añadido, por lo que la elección entre uno y otro tan solo se puede establecer a partir de preferencias personales.

Huevos y nutrición

Los huevos blancos y los marrones dan proteínas de calidad, grasas buenas, vitaminas del grupo B y minerales como hierro y zinc. La única diferencia se puede hallar en la dieta de la gallina, pero no en el color de la cáscara. Por esta razón ambos tipos de huevo se pueden considerar igual de nutritivos para el organismo y son considerados una fantástica fuente de energía para cualquier comida del día.

Sabor y frescura sin diferencias

El sabor no depende del color del huevo, sino de la frescura y de la dieta que haya podido llevar la gallina. Los huevos recién producidos tienen yemas más firmes y claras, lo cual puede afectar a la forma de cocinarlos, aunque no su perfil nutricional; al comprar en lugares donde se garantiza que los huevos lleguen a la mesa en el mejor estado.

Consejos para cocinar huevos

Almacenándolos en la nevera contribuyes a la inmadurez de los mismos; lo ideal es hacerlo dentro de la caja de cartón en la que los compraste, con la punta hacia abajo, para proteger la cámara de aire. Igualmente, es bueno para la cocina asegurarte que siempre la fecha de vencimiento posterior a la fecha de utilizarlos y no sufrir variaciones bruscas de temperatura.

Trucos para tener recetas mejores

Añadir una pizca de sal al agua cuando se cuecen los huevos impide que la cáscara se agriete y favorece que sea más fácil pelar los mismos. Para preparar huevos revueltos más esponjosos es bueno batir mucho las claras y las yemas antes de cocinarlos, pero conviene hacerlo a temperatura media para mantener la suavidad y el sabor natural de los mismos, potenciando así cualquier receta de cocina que quieras preparar en casa.

En resumidas cuentas, la diferencia entre un huevo blanco y uno marrón es genética. Ambos son igualmente sanos, sabrosos y polivalentes para cocinar. La elección de uno o de otro depende de presupuesto, costumbre o disponibilidad, pero no de valor nutritivo.

PUBLICIDAD