La lechuga es mucho más que una simple guarnición y vale para mucho más que para ensaladas. Incluirla diariamente en la dieta puede cambiar la salud desde muchos frentes: define, desintoxica, relaja y alimenta sin casi aportar calorías. Con un 95% de agua y sólo 17 kilocalorías por cada 100 g de lechuga, las personas que persiguen un estilo de vida equilibrado y bajo en calorías se complacen al alimentarse bien sin recurrir a una gastronomía sofisticada.
La lechuga y sus aportes
Comer lechuga todos los días ayuda a mantener la actividad y la salud del sistema digestivo por su notable contenido de fibra y agua. Este aporte, además, favorece el tránsito intestinal, previene el estreñimiento y mejora la digestión de otros alimentos; su bajo contenido en grasas y azúcares también contribuye a controlar el colesterol y los niveles de glucosa.
Por su contenido en vitaminas, como la C, A, E, B y K, refuerza el sistema inmunitario, protege la piel y la visión, y participa en la regeneración celular. También aporta, entre otros, minerales esenciales como potasio, hierro, fósforo y calcio, que favorecen el funcionamiento de músculos, huesos y dientes, y la capacidad del sistema nervioso para funcionar correctamente.
Favorece la relajación y el descanso
La lechuga se compone de diversas sustancias de carácter levemente sedante que contribuyen a fomentar la tranquilidad y la relajación. El consumo habitual de esta hortaliza ayuda a atenuar los estados de ansiedad y propicia un mayor tiempo de sueño, constituyendo, por tal motivo, una alternativa natural a la hora de mejorar la calidad del descanso. La introducción de la lechuga en sopas o cremas templadas potencia su efecto sedante y favorece su digestión.
Tipos de lechuga y sus beneficios
No todas las lechugas ofrecen las mismas propiedades: las hojas más oscuras y crujientes (las lechugas romanas o de roble) presentan mayores cantidades de vitaminas y antioxidantes. Al contrario, la lechuga iceberg, aunque es fresca, es la que ofrece menor valor nutritivo. Aun así, todas las lechugas ofrecen agua, fibra y micronutrientes básicos.
Comer lechuga en crudo es la mejor forma de beneficiarse de sus nutrientes; cocinarla ligeramente al vapor o saltarla puede mejorar su sabor pero no se recomienda en personas delicadas o propensas a los gases.
Ideas más allá de la ensalada
Más allá de la clásica ensalada, la lechuga puede dar lugar a platos completos y sabrosos. Se puede rellenar con pollo o verduras, colocarla a la plancha con vinagreta o crear en forma de cremas. Además, da buen resultado en tacos de cogollo y en ensaladas templadas, junto a legumbres y pescado. La heterogeneidad de la lechuga le permite estar incluida en la alimentación sin caer en la monotonía.
Cuidados al consumir lechuga
La ingesta de lechuga cruda sin lavar podría suponer un riesgo para la salud, dado que puede ser portadora de bacterias o pesticidas. Para consumo correcto, lo mejor es lavar cada hoja individualmente con agua fría, añadir algunas gotas de vinagre o bien lejía alimentaria y secarlas con papel de cocina. Por último, si se conserva entera y seca en la nevera, su frescura se puede alargar hasta cinco días.
Aprovechar todos sus beneficios
En algunas personas, la lechuga puede provocar molestia digestiva, y para minimizar este problema, conviene masticar bien la hoja, mezclarla con condimentos digestivos y elegir variedades tiernas.
Ingerir lechuga en todas las comidas no solo da frescor al plato, sino que proporciona bienestar al organismo. Ligera, nutritiva y versátil, representa una de las mejores compañeras de viaje en lo que a verduras se refiere, para que el cuerpo mantenga su grado de hidratación, su equilibrio y su calma durante todo el año.
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