Mantener el peso después de haberlo perdido representa uno de los retos para la persona que ha logrado quitarse algunos kilos. El cuerpo humano está programado para sobrevivir al hambre, y automáticamente pone en marcha mecanismos biológicos que hacen más lento el metabolismo y aumentan la sensación de hambre para favorecer el efecto rebote. Para ello, aparte de la fuerza de voluntad, mantener lo obtenido requiere estrategias que sean sostenibles, ayuda del médico y también un profundo conocimiento de lo que le ocurre al cuerpo.

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Cómo responde el cuerpo tras perder peso

Cuando una persona baja de peso, el propio organismo reacciona como si de una amenaza se tratara. La leptina (hormona que controla la saciedad) desciende, mientras que la grelina (hormona que activa el hambre) aumenta. Este desequilibrio hormonal activa el deseo de comer más y el metabolismo se adapta para gastar menos energía. Este comportamiento es el reflejo de un sentido evolutivo para sobrevivir en épocas de escasez, pero que en el presente supone un problema para mantener un peso saludable y estable en el tiempo.

El metabolismo se vuelve más lento

Después de perder peso el cuerpo tiende a conservar y acumular más energía; el metabolismo basal baja, por lo que el gasto calórico total se vuelve menor, incluso realizando la misma actividad física, hasta que logra estabilizarse con el tiempo. Esta es una de las razones por las que se recuperan los kilos perdidos con mucha facilidad. La biología pesa más que la fuerza de voluntad, y similar debe ser el esfuerzo para perder peso como para mantenerlo.

Cómo mantener el peso

El cuidado del peso corporal no está basado en los regímenes o dietas milagro, si no en las buenas rutinas alimentarias. Es necesario mantener un régimen nutricional donde queden al margen alimentos ultrapocesado, bebidas azucaradas o dietas drásticas, y se priorice una alimentación basada sólo en alimentos frescos, frutas, verduras y proteínas magras, para alcanzar los objetivos.

Movimiento constante y descanso adecuado

La práctica habitual de actividad física de entre 30 a 60 minutos al día es fundamental para prevenir el efecto rebote. La combinación de ejercicios aeróbicos con entrenamiento de fuerza es básico para mejorar la composición corporal y mantener activo el metabolismo; al mismo tiempo si se duerme de forma adecuada y se controla el estrés, se evita el desajuste hormonal que favorece el aumento de peso y la pérdida de masa muscular.

Evita volver a ganar peso

La relación entre la alimentación y la motivación tienen la misma que la relación entre comer y el ejercicio físico. El soporte psicológico puede ayudar en la detección de patrones emocionales que pueden intervenir de forma negativa en el proceso. Por último, el seguimiento por un médico puede ser de gran ayuda para lograr cumplir con los objetivos y evitar así un efecto rebote.

Obesidad, una enfermedad crónica

Mantenerse después de perder peso también requiere asumir que la obesidad es una enfermedad que no se resuelve simplemente con comer menos y moverse más; interviene la genética, las hormonas, los factores ambientales y los factores sociales, por lo que es necesaria una estrategia a largo plazo que combine la alimentación equilibrada con el apoyo psicológico, la supervisión profesional y la implicación personal para poder mantener la transformación.

Superar el efecto rebote es cuestión de planificación y comprensión: ajustar la alimentación, practicar actividad física, cuidar el sueño y contar con ayuda profesional, será factores que ayudarán a mantener el peso después de haberlo perdido; integrar estos puntos de apoyo en la vida diaria no sólo mantiene los resultados obtenidos, mejora su salud general, el bienestar emocional y la calidad de vida.

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