Dormir con la calefacción demasiado alta en invierno es algo habitual. Pero a veces esta práctica puede perjudicar el descanso o el bienestar en general. Indudablemente, regular la temperatura mientras duermes mejorará la calidad de tu sueño, cuidará naturalmente de tu sistema respiratorio y ayudará a crear un ámbito más saludable en el interior de tu dormitorio, evitando las molestias típicas en la estación fría o problemas respiratorios.
La calefacción durmiendo
Cuando la temperatura se encuentra alta durante el descanso nocturno, se impide que el cuerpo pueda alcanzar su correspondiente ritmo para entrar en el sueño. De hecho, el organismo necesita una temperatura levemente más baja para llegar a la fase más profunda del sueño. En presente caso, cuando la habitación está demasiado caliente, el descanso se produce en un estado más superficial y, por tanto, menos reparador, de forma que al despertarse se puede tener una sensación de cansancio ya que se ha mantenido un modo de vigilia y no un sueño reparador y continuo.
Ambiente seco y respiración
La calefacción alta tiene un efecto notable de disminución de la humedad ambiental. La escasez de humedad en el aire también implica que es un aire seco capaz de resecar las mucosas nasales y la garganta, lo que provoca irritación, picor y molestias respiratorias. A medida que van pasando las horas, las vías respiratorias van disminuyendo su capacidad de protección natural y se vuelven más sensibles, aumentando el riesgo de sufrir infecciones respiratorias o de tener reacciones alérgicas leves.
Por qué la calefacción alta reseca el ambiente
Las mucosas generan una estrecha capa protectora que actúa de muro, a la par de las partículas y microorganismos. El correcto funcionamiento de dicha capa necesita que la humedad del ambiente esté en niveles ajustados. Cuando la calefacción funciona durante muchas horas a altas temperaturas, esta humedad desciende a valores bajos y el sistema defensivo disminuye, haciendo al cuerpo más vulnerable a virus comunes de invierno.
Molestias frecuentes al despertar
Permanecer toda la noche en un ambiente caliente acaba traduciéndose en garganta áspera, tos seca, nariz taponada, sensación de congestión y visión de ojos irritados, lo que supone una mayor sequedad de la piel. Estas molestias, si se repiten todas las noches, si no se toma la precaución de regular el uso de la calefacción en el dormitorio, supone la reducción de la comodidad y la calidad del sueño.
Regular la calefacción al dormir
Conservar la calefacción entre 18 y 21 grados es suficiente para dormir con garantías. Con este temperatura, se permite conservar el calor corporal bajo la manta, sin elevar excesivamente el ambiente. A su vez, ventilar cada día la habitación contribuye, por una parte, a renovar el aire y, por otra, a equilibrar los restos de humedad que se han acumulado por la noche, lo cual redunda en una mejor forma de respirar, es decir, más saludable.
Hábitos que protegen tu bienestar
Colocar un recipiente con agua o un humidificador cerca de los radiadores, contribuye a proporcionar la humedad necesaria. Beber agua antes de acostarse y no situar la cama de manera que reciba el calor de un radiador, ayuda a reducir la sequedad del ambiente. Cambios pequeños, hábitos que contribuyen a mejorar la respiración y a experimentar un descanso más continuo y reparador, a lo largo de toda la noche.
Disminuir la calefacción cuando se duerme no significa pasar frío, sino encontrar la temperatura correcta que permite la sensación de bienestar para beneficiar a la salud. Un ambiente templado y con unos niveles correctos de humedad nos permitirá una mejor calidad del sueño, levantarse más con energía y cuidar el cuerpo durante los meses fríos, evitando las molestias y los problemas respiratorios que son tan frecuentes en invierno.
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