En los últimos años, las rutinas de belleza han sido cada vez más complicadas y extremas gracias a tendencias virales prometedoras de resultados inmediatos y sobresalientes. Dentro de este marco, se produce el Morning shed, un ritual nocturno en el que se extienden diferentes capas de productos y accesorios, con tal de levantar la mañana con una calidad cutánea inmejorable. Sin embargo, lejos de mejorar la calidad cutánea, la práctica del morning shed puede llevar a efectos negativos que preocupan a los expertos, y siempre vale la pena saberlos para evitar daños innecesarios.

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Qué es el Morning shed

El Morning shed encuentra su fundamento en la aplicación en la noche de serums, cremas potentes, mascarillas oclusivas, parches para determinadas zonas del rostro y cintas tensores. Todo queda sobre la piel durante muchas horas, y se forma con ello una capa artificial que también impide que la propia piel respire. Esta calada no tiene en cuenta los tiempos de absorción y las verdaderas necesidades de la piel, lo cual lleva a un posible riesgo de saturación.

Retirada al despertar

Por la mañana, el ritual se seguirá a cabo con la retirada de todos esos elementos, (de ahí el nombre Morning shed), y el proceso puede resultar agresivo dado que despegar parches y eliminar capas secas o adheridas se traduce en fricción sin cesar. Por el uso diario, este tipo de hábito tiende a debilitar la barrera cutánea y se convierte en un verdadero potencial para el enrojecimiento y la irritación.

Morning shed y sus efectos negativos

La utilización sostenida de productos potentes bajo capas ocluyentes favorece la aparición de reacciones adversas no deseadas. Puede llegar a existir una sensibilidad más elevada, una reactividad más alta y mayor tendencia a la descamación de la piel. También, la oclusión reiterada puede favorecer la aparición de los granos, producidas por el tapón de las glándulas sebáceas en la piel, y en zonas próximas a los ojos y en la barbilla, etc.

Alteración de la función natural de la piel

Mientras el cuerpo descansa por la noche, la piel ejecuta sus propios procedimientos regenerativos. El Morning shed obstaculiza esta regeneración ya que aporta una carga externa que impide el equilibrio. En lugar de favorecer el mantenimiento del equilibrio como podría suponerse, el procedimiento requerido impide a la piel su capacidad de adaptación, obligándola a cambiar y a recrear condiciones artificiales que pueden mermar su capacidad de defensa y su capacidad regenerativa.

Más productos no implican mejores resultados

Un cuidado adecuado facial no depende de la cantidad de productos cosméticos empleados, sino más bien de una adecuada selección y aplicación de los mismos. El Morning shed propone que cuantas más capas se aplican mayor es el beneficio, cuando en términos reales el exceso solo incrementa el desgaste cutáneo y desperdicia los productos.

Rutinas sencillas y coherentes

Una rutina equilibrada se centra en la higiene, la hidratación y el uso de activos apropiados para cada tipo de piel. Apostar por pocos productos, pero bien formulados e ideales para la tolerancia facial de la piel, mantiene la fisiología resultante en el tiempo de la piel para que esta se mantenga de forma equilibrada y estable en el tiempo. Aunque la moda que se vuelve viral sea algo que pueda influir en este aspecto, podemos decir que la constancia y la moderación siempre ofrecen resultados más estables y lubricados en el tiempo.

El Morning shed es un ejemplo claro de cómo las tendencias pueden distorsionar el concepto de autocuidado. Lejos de resultar eficaz, este ritual extremo expone la piel a un estrés que, con el paso del tiempo, puede pasar factura, así que decantarse por cosas más sencillas, adaptadas y respetuosas con la piel, continua siendo la mejor forma de cuidar la salud cutánea y evitar problemas.

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