Cuando hace calor, la sandía y el melón son los auténticos protagonistas de la mesa. Su dulzor, frescura y su alto contenido en agua las hacen irresistibles, pero son, a la vez, las más cuesta mantener durante mucho tiempo. De hecho, si no se conserva bien, son las que perderán rápidamente el sabor, resistencia y jugosidad. Utilizar para su conservación unas técnicas sencillas permite tener una larga vida en la mesa y, con ello, poder disfrutar de ellas sin desperdicio incluso en los días más calurosos.
Conservación de la sandía entera
Cuando la sandía se encuentra entera y cortada, la mejor opción es dejarla en aquel espacio fresco y seco, en un lugar que no reciba la luz del sol. La refrigeración previa podría modificar el proceso de maduración, disminuyendo su dulzor natural. Guardarla fuera de la nevera hasta una pocas horas antes del momento previsto para su consumo garantiza que se pueda consumir en su punto ideal de sabor y así mantenga su característico aroma veraniego.
Refrigeración breve antes de servir
Si quieres comerte un trozo de sandía y quieres que esté fresquita para paliar los efectos de las elevadas temperaturas, lo ideal es introducirla en la nevera 2 o 3 horas antes de cortarla. Ese tiempo es suficiente para que se enfríe la pulpa y no afecte la calidad de la fruta. De esta forma, evitaremos una exposición prolongada al frío que podría comprometer la textura jugosa de la fruta, su aroma y su color. Además la apariencia visual de la sandía es mucho más apetitosa con esas características.
Conservación de la sandía y el melón cortados
La fruta cortada, una vez abierta la sandía o el melón, debe cubrirse de inmediato. Una buena cobertura con papel film, bien ajustada, o colocar la fruta hacia abajo encima de un plato ayudan a reducir la oxidación y la pérdida de humedad. De este modo, queda garantizado que la pulpa no será capaz de absorber los olores de otros alimentos presentes en el frigorífico, como el del propio melón o el de otros productos, y, por tanto, permite que la pulpa conserve su sabor original.
Almacenamiento en recipientes herméticos
Si la fruta ya está troceada lo mejor que se puede hacer para mantenerla es guardarla en envases herméticos o en bolsas de conservación con cierre seguro que impidan que la pulpa pueda entrar en contacto con el aire. Esta forma de guardarlos permite mantener la jugosidad de la pulpa por más tiempo. En el caso del melón, se deben guardar las semillas del mismo hasta el momento de servirlo, ya que esto ayuda a mantener una humedad interna en la pulpa evitando que se reseque.
Técnicas para conservar el melón
Ajustar la temperatura del frigorífico
Para alargar la conservación del melón o de la sandía troceados, la temperatura del frigorífico tiene que ser de entre 2 y 5 °C, ya que a esta temperatura las frutas se pueden conservar bien durante tres o cuatro días. Es importante hacer verificaciones de forma periódica de la temperatura para asegurar que no se produzcan daños en las texturas o en los olores o sabores de las frutas, que pueden resultar menos atractivos que en sus estados originales.
Congelar para usos posteriores
Si se ha troceado una cantidad de fruta mayor que la esperada, se recomienda congelar algunos trozos. Los trozos congelados pueden servir para la elaboración de batidos, smoothies, sorbetes caseros o incluso para enfriar bebidas sin llegar a diluirlas con cubitos de hielo. Este sistema ayuda a evitar el desperdicio de los productos, además de ser una forma refrescante y polivalente de disfrutar del sabor atemporal de los mismos, y permite su máximo aprovechamiento.
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