El alcalde de Losar de la Vera, un pequeño municipio cacereño de 2.700 habitantes, anunció este miércoles el primer caso de coronavirus en el pueblo. Una noticia triste para sus habitantes, que sin embargo no ha doblegado los ánimos del lugar donde se concentra mayor población de riesgo en este pequeño rincón de la Vera.
Los mayores que viven en la residencia de mayores Servimayor, una cooperativa de mayores con 104 residentes, no tienen miedo, viven con afortunada distancia la realidad de la pandemia. “Aquí lo que tenemos es mucha alegría, estamos muy contentos”, afirma Martín González, de 83 años, residente y presidente de la cooperativa. La causa de esta alegría, como adelantó EFE, es una buena noticia que contrasta con el drama por el que están pasando cientos de residencias por toda España, y es que aquí los trabajadores han decidido hacer cuarentena junto a sus mayores.
Se han instalado entre la noche del miércoles y la mañana de este jueves. Veintiséis trabajadores, la mitad de la plantilla, se han confinado junto al centenar de residencias para permanecer al menos 15 días en el interior del centro y para evitar la entrada del virus. "Han venido los que han podido, a los que por sus circunstancias no pueden lo hemos hecho para que no pierdan sus derechos y a los que están les compensaremos, con dinero o días de vacaciones", explica el presidente de la cooperativa.
“La puerta no la van a cruzar ni los proveedores, se quedarán fuera”, relata González, que añade que la idea del confinamiento conjunto surgió de los propios trabajadores. Este residente, enfermero antes de jubilarse, asegura que fue “muy emocionante” cuando se lo dijeron: “Imagínese, muy agradecido, con ganas de darle besos a todos”.
Y así han llegado a la residencia los tres enfermeros, un terapeuta ocupacional, 14 auxiliares y ocho trabajadores de cocina y limpieza. Además, en estos momentos González y quienes están mejor también echan una mano en lo que pueden. “Estos días todos somos polivalentes, intentaremos aligerar el trabajo”, afirma contento este octogenario que llegó desde su localidad, Zafra, para hacerse socio del proyecto.
“Este centro es para verlo, no para que yo se lo cuente. Aquí la filosofía no es el dinero sino el bienestar de los mayores”, afirma. El centro, de 30.000 metros cuadrados, cuenta aparte de la residencia con un centro de formación para trabajadores – donde estos días van a dormir los empleados - y un proyecto de escuela intergeneracional donde acuden niños y adolescentes de las cercanías.
Aunque esos besos que González quería darle a los trabajadores quizás tengan que esperar, este grupo de mayores y trabajadores no va a desaprovechar el tiempo de confinamiento. Continuarán con sus actividades y el fin de semana esperan poder celebrar. “Si el tiempo lo permite haremos una chuletada”, asegura González.
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