Salud

Gabriel Heras: "En nuestra UCI no se ha muerto nadie solo"

Cubierta de 'En primera línea'.

Las cifras de muertos que el hábito nos ha llevado a manejar con frialdad ocultan una cifra incalculable del dolor de los familiares que un día dejaron de ver a un ser querido y, pasados unos días, murió y ya no pudieron verle más, en la mayoría de los casos ni muerto. Los muertos por covid-19 que han fallecido solos si se pudieran contar serían miles. Muchos se fueron acompañados por sus médicos o enfermeros que les atendían, pero sin tener cerca a alguna persona importante en su vida.

No es el caso de la UCI del Hospital de Torrejón donde trabaja Gabriel Heras. Este especialista en Medicina Intensiva dirige el Proyecto Internacional de Investigación para la Humanización de las Unidades de Cuidados Intensivos (Proyecto HU-CI), una forma de entender los cuidados, que ya cuenta con más de 100.000 profesionales en todo el mundo que trabajan con la perspectiva incorporada de que la atención sanitaria ha de estar centrada en la dignidad de todos sus actores: pacientes, familias y profesionales. 

“En nuestra unidad de cuidados intensivos todas las familias que han querido entrar han entrado todos los días porque no nos hemos dejado llevar por el miedo. Si yo estoy trabajando y tengo un EPI y no me contagio ¿por qué tengo que negar que la familia entre? Yo les enseño a ponerse el EPI, se ponen guantes y mascarillas. Lo hemos hecho con familiares de pacientes que han estado 80 y 90 días ingresados y no se han contagiado. 

Esto es excepcional, pero lo hemos hecho, en nuestra UCI no se ha muerto nadie solo”, explica Heras a El Independiente

¿Cómo lo han hecho? Principalmente no haciendo caso a Sanidad. “Esto, nosotros, en nuestra UCI lo llevamos de forma natural, por mucho que nos digan que todo el mundo fuera de la UCI. Si todos los días cambiaban las recomendaciones del Ministerio, yo necesito que las recomendaciones cambien con evidencias científicas. Para eso estamos los médicos, para decidir que está bien y qué no”, asegura.

Llamábamos a los familiares y les anunciamos que su familiar estaba cerca de la muerte y le preguntábamos si querían venir a despedirse

“Llamábamos a los familiares y les anunciamos que su familiar estaba cerca de la muerte y le preguntábamos si querían venir a despedirse. Venían, les poníamos un traje, le daban la mano a su padre o su familiar y ahí se quedaban hasta que dejaba de respirar. Todos se iban agradecidos y ese momento va a facilitar su duelo, mucho mejor eso a como ha pasado en la inmensa mayoría de los sitios donde la gente no se ha podido despedir. España es un país de rituales y esto afecta mucho a la gente que no ha podido despedirse”, mantiene.  

Este médico cuenta que a los a los familiares mucha gente les han contactado preguntando cómo han podido entrar en las UCI, que ellos tenían familiares a los que no veían desde hacía meses y, cómo recuerda orgulloso Heras: “En nuestra UCI sacamos a los pacientes de paseo, la diferencia es notable”. 

Heras es partidario de la apertura de la UCIS. “En las UCIS de todo el mundo todos los días se hacen milagros, no tenemos nada que ocultar, al revés, tenemos mucho que enseñar. Cuando las familias están dentro, sólo por estar allí ya están curando y tienen la oportunidad de aprendizaje de algunas de las técnicas que practicamos que luego ellos como cuidadores pueden poner en práctica en su casa”. 

Hospitales humanizados

La unidad de curas intensivas del Hospital del Mar de Barcelona empieza a recuperar una cierta humanidad tras la COVID y ya ha sacado a tomar el sol a un primer enfermo, con cama incluida, por el paseo Marítim de la ciudad. La ubicación privilegiada del hospital del Mar, situado frente a la playa del Somorrostro, ha favorecido que los responsables de la UCI de este centro se plantearan hace dos años impulsar un programa de humanización de este espacio, asociado generalmente al dolor, separación de los seres queridos y la muerte.

La UCI de este hospital barcelonés forma parte de las más de 200 UCI de las 300 existentes en España comprometidas con el objetivo de humanizar estos espacios, en los que los profesionales sanitarios se esfuerzan en escuchar a los pacientes y a sus familiares

La experiencia en “el frente”

Muy consciente de que lo que ha vivido marcará la medicina española por muchos años, ha querido recoger su experiencia en un libro, En primera línea (Península). “Lo he escrito para que el lector siga lo que pasó en la sala de cuidados intensivos como si estuviera grabado con una cámara de vídeo”, asegura.

Para Heras esa guerra que relata empezó el 27 de febrero. “Ese día tras cambiar el  Gobierno el protocolo hacemos la prueba del coronavirus a todos los pacientes que tenían infiltrados pulmonares bilaterales y no tenían causa filiada. En ese momento, con la UVI llena, teníamos un paciente con una neumonía bilateral, esto muy común tener pacientes con neumonía sin saber cuál es el patógeno, si no hubiese cambiado el protocolo no le hubiéramos hecho la prueba por que es muy habitual, y tampoco había muchos casos en España y cero en Torrejón. Pero ese paciente se convirtió en el primer infectado oficial que no tenía relación con China ni Italia. “No hizo sospechar que el virus ya llevaba tiempo pululando y que íbamos a tener más casos”.

Al principio ni los grandes hospitales nos creían intentamos trasladar pacientes y nos dijeron que no para  que no les contagiasemos

Lo peor estaba por llegar. “Esta enfermedad es una enfermedad invisible y afecta a mucha gente de manera asintomática. O haces la detección masiva, que no se hizo, o es muy difícil saber quién es quién, porque a los pacientes les tienes identificados porque están con el respirador puesto, pero el problema está en que te confias con tus compañeros y estás tomando un café con uno que es asintomático y te lo pueden contagiar o tú a ellos”. En una semana se llenó la UCI y el hospital. “Hubo dos hospitales, al comienzo de la crisis que fueron muy castigados, nosotros y el hospital de valdemoro. Al principio ni los grandes hospitales nos creían intentamos trasladar pacientes y nos dijeron que no para  que no les contagiasemos”, relata. 

Los sanitarios los grandes olvidados

Su relato de la crisis no es un mero repaso por hechos catastróficos de la pandemia, “lo que pretende este libro es que se reflexione sobre la necesidad de transformar el sistema sanitario para conducirlo hacia un modelo centrado en la dignidad de las persona. Es un libro de filosofía aplicada. El proyecto HUCI ha propuesto un manual de buenas prácticas que son públicos desde 2017, muchas de las cuales  se recogieron el Plan de Humanización de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, pero no lo han dotado de dinero. Si las comunidades lo hubiesen adoptado no habría muerto nadie solo, el coronavirus ha sido el mayor acelerador de la humanización de la manera más dolorosa, ha puesto de manifiesto todas nuestras miserias. La humanización no se trata de ser buena gente, hay que dotar los hospitales de recursos de todo tipo, humanos y estructurales”.

Como ejemplo pone un proyecto de apoyo psicológico preventivo que ha recibido el apoyo de empresas como Fundación Reale, MSD, Astra Zénica y MyInvestor con el que han contratado a dos psicólogos para asistir a los sanitarios en estos meses tan duros. “Pero solo hemos podido implementarlo en hospitales privados, no en los públicos porque nos han vetado en la Comunidad de Madrid, sin embargo en Cataluña y Castilla La Mancha sí hemos podido entrar y están funcionando muy bien”.

El salario base de un médico sin hacer guardias ni complementos son 1150 euros ¿Por ese dinero me voy a jugar la vida?

Heras está preocupado por la salud mental de sus compañeros tras el tsunami del coronavirus. “Yo creo que muchos profesionales se van a plantear dejar la profesión después de esto. El salario base de un médico sin hacer guardias ni complementos son 1150 euros. ¿Por ese dinero me voy a jugar la vida si encima la gente hace lo que da la gana está sin mascarillas por la calle? Pues no”. 

Este médico cree que van a ir a más las protestas de los sanitarios. “Lo que ha puesto de manifiesto esta pandemia es que nadie cuida a los profesionales y esto es un debe del sistema sanitario español. Tenemos buenos profesionales pero el sistema tiene mucho margen de mejora. Todo el mundo decía que era el mejor del mundo pero nosotros ya sabíamos que no era así, pero hay tanta autocomplacencia de los políticos que se creen que todo estaba bien, hasta que ha llegado una pandemia. Aunque hubiéramos estado más preparados nos hubiera destrozado el sistema, pero claro, se nos han visto todas las vergüenzas”, concluye

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