Existe un lugar que tiene la capacidad de mejorar historias. Que tiene el don de quitar algo de peso a lo desgarrador, de transformar lo más doloroso en algo más llevadero. Existe y está en Madrid, pero también en Barcelona, Málaga, Valencia y hasta en 64 países repartidos por el mundo. Hablamos de la casa Ronald Macdonal, una fundación que acoge a familias enteras ante una situación de enfermedad grave infantil y les concede la capacidad de apoyar a los más pequeños en un entorno acogedor y en el que podrán seguir jugando y disfrutando de su infancia.
Lo hace además en un ambiente familiar y agradable, en el que cada uno de los trabajadores se vuelca en que el tratamiento de la enfermedad se lleve de la manera menos traumática posible y en casos que se encuentran lejos de sus casas.
Hemos visitado la casa que se sitúa en las inmediaciones del hospital Niño Jesús en Madrid y que da cobertura a las familias que tengan que desplazarse hasta la capital. En este gran hogar cuidan cada detalle para que las visitas a consulta, los procedimientos sanitarios o los tratamientos sean algo más livianos dentro las situaciones especialmente delicadas que se viven entre estas paredes.
Gracias a las actividades de los voluntarios, el juego, las salas de entretenimiento o sus zonas hinchables, se mantiene esa inocencia que jamás debería perder la infancia y que ellos miman diariamente. También en fechas señaladas como la navidad mantienen las tradiciones que se llevan a cabo en las casas para que nunca se pierda la esencia de un hogar que acoge a tantas y tantas familias.
Además de la esperada llegada de los Reyes Magos, se realizan actividades con entidades locales como la visita del alcalde de Madrid, José Luís Martínez-Almeida o artistas como Aitana, que concedió a los niños un concierto en directo en el campo de fútbol del que gozan sus instalaciones.
Para poder hospedarse en este “hogar fuera del hogar”, como ellos lo denominan, la directiva de la fundación hace un estudio exhaustivo de cada caso familiar, para así acoger a los que más necesidad tienen en ese momento según la condición económica y del tratamiento del paciente. Además se considera la posibilidad de poder dar habitación no solo a los padres, sino también a los hermanos, en caso de haberlos, para así fomentar la conciliación ante una situación de distancia y que el pequeño reciba el apoyo de toda la familia.
Toda esta labor debe sostenerse y a día de hoy lo hace gracias al apoyo de empresas con voluntariado corporativo o patrocinio, al igual que el trabajo de los voluntarios que ayudan y proponen actividades, pero estos proyectos siempre necesitan ayuda para continuar con una labor tan enriquecedora para toda la sociedad.
Un hogar que empuja a las familias en la situación más desgarradora posible, como es la enfermedad infantil, y que aporta algo de luz a una realidad que no entiende de lugares, de edades o de clases.
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