Fue nombrada en 1971 como una de las mujeres más importantes de América. The Wall Street Journal le otorgó ese honor por haber sido fundamental en la aprobación de uno de los medicamentos que cambió la vida de las mujeres: la píldora anticonceptiva. Fue Edris Rice-Wray la que en 1956 consiguió realizar un estudio en humanos para probar la eficacia de una pastilla que habían diseñado John Rock y Gregory Pincus, dos científicos vinculados a la Universidad de Harvard, y que prometía detener la ovulación. Ambos habían conseguido desarrollarla al mexicano Luis Ernesto Miramontes Cárdenas, creador de hormonas sintéticas.

Pero aquel hito tiene una historia oscura detrás y que comienza al principio de este proyecto. Fue la fundadora de la Federación Americana de Planificación Familiar, Margaret Sanger, la impulsora de este nuevo medicamento y la que alentó a los dos científicos para crearlo. A Sanger se la conocía no sólo por su activismo a favor del control consciente de la natalidad sino por defender, en palabras de la historiadora Margaret Marsh, la eugenesia. "El movimiento por el control de la natalidad, de alguna manera, tenía dos vertientes. Una buscaba que las mujeres tomaran sus propias decisiones reproductivas y la otra era la idea de que el control de natalidad era bueno porque la gente pobre tendría menos hijos", explica en un documental de 1982 que se titula La Operación y que cuenta cómo durante los años 50 y 60 en Puerto Rico se hizo una labor de esterilización y se probó sin informar a las pacientes la píldora anticonceptiva.

Porque aunque Rock y Pincius tardaron tres años en conseguir materializarla, el problema surgió a la hora de probarla con humanos. Empezaron en Massachusetts, un estado en el que el control de la natalidad estaba prohibido, usando a las pacientes de un psiquiátrico. Sólo accedieron 50 familias, las internas estaban bajo la tutela de sus familiares, y no fueron suficientes para realizar un estudio preciso.

"En Puerto Rico era legal la esterilización y otros métodos para frenar el crecimiento de la población y era donde se encontraba la doctora Rice-Wray"

Y aquí es donde todo se complica, sobre todo a nivel moral, porque el lugar que escogen y donde aparece nuestra protagonista es Puerto Rico, entonces poblado por gente pobre y con un alto índice de natalidad. Allí ya era legal la esterilización y otros métodos para frenar el crecimiento de la población y era donde se encontraba la doctora Rice-Wray. La científica no dudó en ponerse manos a la obra para intentar probar este medicamento que iba a cambiar por completo la vida de las mujeres, que les iba a dar más poder sobre su cuerpo y más posibilidades en su futuro.

Comenzaron en la clínica Río Piedras, cerca de unas viviendas que se estaban construyendo a las afueras de San Juan y que daban trabajo a muchas mujeres locales. Consiguieron administrar la píldora a 225 mujeres a las que sólo se les informó de que esta evitaría que se quedaran embarazadas sin contarles que se trataba de un medicamento en pruebas y que desconocían los posibles efectos secundarios.

Como explicó en ese mismo documental Lourdes Iona, miembro de una ONG puertorriqueña: "Estas pruebas fueron dirigidas a las mujeres más pobres, más racializadas y menos escolarizadas del país porque eran quienes menos oportunidad tenían de conocer las repercusiones de participar de este tipo de procedimientos. El consentimiento, en este contexto, fue altamente cuestionable".

"Da cien por ciento de protección contra el embarazo pero causa algunas reacciones secundarias y eso no permite que sean aceptables"

DOCTORA RICE-WRAY

Y los efectos secundarios no tardaron en llegar. La doctora Rice-Wray informó a los pocos meses de cómo estaba afectando el medicamento. "Da cien por ciento de protección contra el embarazo pero causa algunas reacciones secundarias y eso no permite que sean aceptables", aseguró hablando de que casi el 20% de las participantes experimentó náuseas, mareos, dolores de cabeza, dolor de estómago y vómitos. Además, un cuarto de las mujeres que la probaron abandonaron el ensayo por no encontrarse bien aunque meses más tarde se pudo ver que aquellos "pequeños síntomas" eran sólo la punta del iceberg.

Según el diario The Washington Post, "tres mujeres fallecieron durante los ensayos clínicos. Pero no se realizaron autopsias, por lo que no se pudo demostrar si sus muertes estaban vinculadas con el medicamento". Algo que supieron los dos investigadores y que pasaron por alto para poder comercializar su píldora, bajo el nombre de Enovid, en 1957. Primero como solución para "problemas menstruales" pero en 1960 ya se anunciaba como remedio para "evitar el embarazo", sin informar de que podrían surgir estos efectos secundarios.

Ambos aseguraron que creían que gran parte de los problemas que surgían en las mujeres (mareos, hinchazón, náuseas) eran psicosomáticos y es que, como explica Marsh, creían tanto en la píldora "que se la daban a sus familiares, a sus nietas, a sus hijas, a las amigas de sus hijos".

Pero tras casi una década de consumo en Estados Unidos y en otros países europeos comenzaron los problemas. Tal y cómo indicó la BBC, en tan sólo siete años, "13 millones de mujeres en el mundo la usaban y aparecieron trombos y embolias pulmonares, hipertensión...". Fue cuando decidieron que lo mejor era reducir la dosis, de 10 miligramos, a un tercio para disminuir los riesgos. Algo que ya les había sugerido la doctora Rice-Wray.

Ella abandonó Puerto Rico al poco tiempo y se fue a México, donde continuó con su labor como planificadora familiar intentando frenar los embarazos no deseados. Fue una ferviente defensora de la píldora anticonceptiva que implementó en otros países de Latinoamérica.

Durante años fue una de las mujeres mejor consideradas en el ámbito científico pero poco a poco fueron saliendo voces discordantes con lo que había ocurrido en Puerto Rico. Una de las mujeres que se dejó entrevistar aseguró que "muchas habían vivido un infierno". "En mi caso se me fue el mundo, se me nubló la vista. Lo único que dije fue: 'Virgen del Carmen, cuídame a mis hijos'. Se estaba experimentando con nosotras sin saberlo", confesó.