El agua, esencial para la vida, desempeña un papel crucial tanto en nuestro interior como en el cuidado externo de nuestro organismo. La hidratación interna no solo promueve una piel radiante, sino que también facilita diversas funciones corporales.

No obstante, los beneficios del agua no se limitan al consumo, ya que el contacto externo con este recurso también conlleva mejoras notables para la salud.

La práctica diaria de la ducha, común en la higiene personal, suele llevarse a cabo con agua tibia o caliente, especialmente después de jornadas estresantes. Aunque esta elección ofrece comodidad, no siempre es la más recomendable.

Ducha con agua fría

Numerosos estudios respaldan los beneficios de la ducha con agua fría para la piel. Al acostumbrarse gradualmente a esta temperatura, el cuerpo deja de percibirlo como una experiencia agonizante. Estos son los beneficios asociados a la ducha con agua fría.

  • La ducha con agua fría mejora el flujo sanguíneo, actuando como una terapia eficaz para quienes padecen problemas circulatorios, tal y como asegura la doctora Dra. María Sanz Almazán de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia. La variación de temperatura estimula el bombeo de sangre hacia órganos y tejidos internos, aumentando la presión sanguínea y facilitando la entrega de oxígeno y nutrientes a cada célula. Este proceso contribuye a prevenir o reducir la aparición de varices.
  • En cuanto a la piel, el agua fría, al contrario que la tibia o caliente, contrae los poros, mejorando su apariencia y conservando su brillo natural, firmeza y elasticidad. La práctica regular de duchas frías ayuda a evitar la sequedad cutánea y la formación prematura de arrugas.
  • El impacto del agua fresca al despertar puede aumentar los niveles de energía, activando las terminaciones nerviosas y descongestionando órganos internos al facilitar la eliminación de toxinas. Tras actividades físicas intensas, una ducha fría acelera la recuperación.
  • La ducha con agua fría estimula el sistema inmunológico, fortaleciéndolo y mejorando la capacidad del organismo para combatir infecciones y virus. También resulta beneficioso para la fertilidad masculina, ya que reduce la temperatura testicular y aumenta los niveles de testosterona, favoreciendo la producción de esperma.
  • En lo que respecta al cabello, las duchas con agua fría fortalecen los folículos pilosos, previenen la caspa y la caída del cabello, y mantienen la hidratación capilar. Este hábito, respaldado por evidencia, contrasta con el debilitamiento provocado por el agua caliente.
  • Otro aspecto relevante es el efecto antidepresivo natural de las duchas frías. Estimulan la producción de noradrenalina en el cerebro, generando una sensación de bienestar que combate síntomas depresivos, reduce el estrés y la ansiedad.
  • Finalmente, de manera sorprendente, las duchas frías pueden contribuir a la pérdida de peso. Al exponerse al frío extremo, se activa la grasa marrón, que quema calorías para generar calor y mantener el cuerpo caliente. Este proceso puede promover la actividad de la grasa marrón y, por ende, la pérdida de peso inesperada.

El agua fría no solo beneficia la salud interna, sino que también proporciona mejoras notables en la piel, energía, sistema inmunológico, fertilidad, salud capilar, bienestar emocional y gestión del peso. Considerar la incorporación de duchas frías en la rutina diaria puede aportar numerosos beneficios para el bienestar general.