Lejos han quedado, y lo celebro, las rutinas y cuidados de belleza asociados a una franja de edad. El cuidado en el atardecer de la vida, las cremas 50+: ese índice acusador y generalizador de una edad para la que parece que todo vale y nada importa y en la que un mero "+" todo lo engloba y todo lo arrastra. 

Bienvenidos a la cosmética activa. Bienvenidos al pasado donde intentaremos cambiar el paradigma de la piel del futuro. El sonoro y dicharachero wellaging, lo que en román paladino viene siendo un "envejecer bien".

Envejecer bien resulta paradójico; más aún eso de hacerlo con dignidad. Pero dejemos la dignidad para valorar la tormentas atravesadas y démosle al cuidado de la piel y de la salud la importancia que merecen, sin tanto exceso de coraje, ni conviertiéndolo en una corriente, casi, religiosa.

Una piel de 40 años puede necesitar, en ocasiones, mas cuidados que una de 70

Le piel, como el ser humano, tiene sus necesidades específicas, pero carece de nuestra capacidad de adaptación. La piel no se acostumbra. La piel pide, en sus diferentes etapas, en función de los días y de las estaciones, aquello de lo que carece. Una piel de 40 años puede necesitar, en ocasiones, mas cuidados que una de 70. Si bien es cierto que a partir de una edad generalista, como son esos 50 años, comienzan a aparecer desarreglos hormonales y estos se traducen de una manera notable en la piel, las ultimas tendencias nos hacen creer que esas manifestaciones cutáneas debidas a la menopausia son infaustas. Pero no dejan de ser una expresión más de una etapa de la piel como lo puede ser la del bebé, el adolescente, el anciano o la de alguien sometido a agentes agresivos. El secreto pasa por atender a las señales y, si no es posible, prevenirlas.

Exceso de radicales libres, alteración hormonal, glicación –proceso por el cual la glucosa en sangre interactúa con las proteínas de la piel– y un largo etcétera, se traducen en un mismo resultado: pigmentaciones y triple efecto dérmico. De las pigmentaciones casi no es necesario debatir. La piel se vuelve amarillenta debido a esa glicación y a la aparición de una sustancia llamada lipofuscina. Las pigmentaciones en forma de lentigos son cada vez más numerosas y, si a todo esto le sumamos el triple efecto dérmico, que viene a ser la destrucción de las columnas de nuestro maravilloso templo (colágeno, elastina y ácido hialurónico), el tejado del mausoleo se nos viene abajo. Y este tejado hundido no es más que las flacidez y las arrugas. ¿Qué a partir de los 50 es más acusado? Sí, pero la piel tiene muchas necesidades, y, como la mujer misma, no se reducen a la menopausia. Que se nos llena la boca de ciencia y evidencia y perdemos la psicología y la esencia.

Una rutina diaria para una piel con futuro

Amaneceres de limpieza diaria. Uso de exfoliantes químicos diarios para renovar y revelar la piel. Aplicación de antioxidantes potentes para inhibir el daño de los radicales libres. Una hidratación o nutrición adecuada dependiendo del estado de nuestra piel y, sobre todo, un uso y abuso de la protección solar. Existen ya en el mercado protectores solares que corrigen e incluso tratan ciertas problemáticas. No hay excusa ni mejor antiedad que un buen protector solar, además de ser un gran escudo para posibles sustos futuros. Si queremos un atardecer con un arrebol de ensueño deberíamos realizar una doble limpieza acompañada de un buen cuidado de la zona del contorno de ojos y a continuación utilizar agentes transformadores como los retinoides o los hidroxiácidos para terminar con la optimización de estos resultados, reforzando la barrera cutánea con productos regeneradores y restauradores que contengan péptidos o factores de crecimiento.

Envejecer significa olvidarse de la cifra y prestarle atención al tiempo y al entorno

Parece simple, pero no lo es. Parece un exceso, pero tampoco. Ni siquiera específico –el mercado está inundado de simplezas y especificidades–. Esta recomendación es de validez general, siempre y cuando no exista una problemática que tratar, una patología que sea necesario evaluar por el dermatólogo o unas necesidades personales que nos sugieran introducir más productos en nuestra rutina.

Envejecer significa protegerse del exposoma –todos aquellos factores no genéticos a los que estamos expuestos a lo largo de nuestra vida y condicionan nuestra salud–. Envejecer significa olvidarse de la cifra y prestarle atención al tiempo y al entorno. Observa tu piel, prevé los daños futuros y no dejes nada al azar. Rentabilidades pasadas no aseguran rentabilidades futuras y para poder vivir el atardecer de nuestra vida debemos olvidar el programa de la mañana, tal y como decía Epícteto: “El error del anciano es que pretende enjuiciar el hoy con el criterio del ayer”.

Vive tu piel sin números, tengas la edad que tengas, pero vívela.


Arturo Álvarez-Bautista es doctor en Nanomedicina y formulador cosmetológico (IG: @arthourosalba)