Hoy en día, tener manchas en la cara por efecto del sol es muy frecuente. Factores hormonales y genéticos aparte, su aparición significa que no nos estamos cuidando adecuadamente. La piel es la primera barrera defensiva de nuestro organismo, y lo es para toda la vida. Por ello es importante cuidarla y prevenir su envejecimiento prematuro.

El doctor Ignacio Sánchez-Carpintero Abad, dermatólogo de la Unidad Láser y de Malformaciones Vasculares del Hospital Ruber Internacional y de la Clínica Dermatológica Internacional (CDI), explica que las pieles claras, conocidas como fototipos bajos, tienen más tendencia a desarrollar manchas, aunque se pueden ver en todos los tipos de piel, incluso las más oscuras. 

«También se ven con más frecuencia en personas que viven en zonas donde hay una mayor exposición a la radiación solar». El dermatólogo recuerda que hay muchos tipos de manchas, algunas de ellas congénitas o determinadas genéticamente, como las llamadas manchas café con leche, que pueden apreciarse desde el nacimiento o en los primeros años de vida.

Tipos y origen de las manchas

Según el doctor Sánchez-Carpintero, las manchas «pueden producirse por medio de dos mecanismos: por un aumento o síntesis de melanina o por una proliferación o multiplicación de los melanocitos, células responsables de la producción de melanina», la sustancia natural que da color a la piel, al cabello o al iris del ojo y que también ayuda a proteger la piel del sol.

Pero hay otro tipo de manchas bien conocidas por todos, los lunares o nevus melanocíticos. «Pueden aparecer al nacer o adquirirse y desarrollarse a lo largo de la vida, habitualmente en las primeras décadas» de vida, describe el dermatólogo.

En la consulta dermatológica son motivo muy frecuente de examen dos tipos de manchas: los léntigos solares y el melasma. Los léntigos son manchas habitualmente circulares, de menos de un centímetro, con una tonalidad marrón, y están distribuidos en zonas especialmente fotoexpuestas como la cara o el dorso de las manos. «Suelen aparecer a partir de los 40 años», precisa el experto.

El melasma, conocido vulgarmente como paño, aparece en la cara de las mujeres en edad fértil. «Suelen ser manchas marrones difusas de gran tamaño, distribuidas de forma simétrica afectando a las mejillas, a la zona central o lateral de la frente, así como a la piel del labio superior. Estas manchas aparecen típicamente en relación con cambios hormonales, durante el embarazo o en pacientes que toman anticonceptivos». 

Otras manchas habituales son las queratosis seborreicas, unas lesiones que, a diferencia de las demás suelen tener relieve. «Se deben distinguir de los léntigos, de los nevus o lunares», y sobre todo de «tumores malignos como el melanoma o los carcinomas basocelulares pigmentados» con los que a simple vista pueden llegar a confundirse.

Ignacio Sánchez-Carpintero Abad, dermatólogo de la Unidad Láser y de Malformaciones Vasculares del Hospital Ruber Internacional y de Clínica Dermatológica Internacional (CDI).

Diagnóstico, prevención y tratamiento

El especialista de Ruber Internacional y la Clínica Dermatológica Internacional (CDI) valora la importancia de detectarlas a tiempo visitando al dermatólogo. En la consulta, el uso del dermatoscopio permite valorar la lesión, realizar un diagnóstico clínico preciso y aplicar el tratamiento adecuado. 

Para evitar la aparición de determinados tipos de manchas, la primera recomendación del doctor Sánchez-Carpintero es evitar la exposición al sol. «Tanto los léntigos solares como el melasma están muy relacionados con este factor desencadenante», constata. La alternativa para evitar la aparición de estas manchas tan comunes es «la utilización continua y repetida de fotoprotectores».

De la cosmética al láser

En el caso de los léntigos, la aplicación de cremas cosméticas, añade, tiene una «eficacia limitada y apenas consiguen aclararlos». Sucede lo contrario en el caso de los melasmas, que presentan una mejor respuesta a los productos con efecto o acción despigmentante directa o indirecta, gracias a compuestos como la hidroquinona, el ácido kójico, el ácido azeilaco, el ácido tranexámico y el ácido retinoico.

La pauta de aplicación dependerá del tipo de mancha que se trate. «En muchos casos, y para obtener una mayor respuesta terapéutica, es necesario aplicar una crema que combine varios de estos compuestos. La frecuencia de aplicación va a depender de la concentración del compuesto, del grado de tolerancia de la piel o del tipo de mancha», detalla el dermatólogo.

Para aquellos casos en los que la cosmética no da los resultados deseados, existen sistemas eficaces como los dispositivos láser, Q-Switched, la luz pulsada intensa o IPL o el láser tulio de baja potencia, entre otros, que actúan en los estratos cutáneos superficiales. «El tratamiento con láser, por ejemplo, es muy eficaz con los léntigos solares y consigue eliminarlos habitualmente con dos o tres sesiones. Es un tratamiento ambulatorio muy bien tolerado y que no precisa anestesia», concluye el doctor Sánchez-Carpintero.