Los albaricoques son una fruta de verano deliciosa, versátil y muy rica en nutrientes básicos e ideales que favorecen el bienestar general del organismo. Su contenido en vitaminas, minerales, antioxidantes y fibra hace de esta fruta una alternativa con múltiples beneficios para el cuerpo humano. Una fruta muy baja en calorías y rica en compuestos bioactivos que entra en escena con múltiples ventajas para la persona que la consuma de forma habitual.

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Propiedades del albaricoque

Los albaricoques destacan por su aporte de vitamina A en forma de betacaroteno, que favorece la salud visual, la regeneración celular y que tiene propiedad antioxidante. También contienen vitamina C, la encargada de activar el sistema inmunológico junto con la producción de colágeno, esencial para la piel y los tejidos. Las vitaminas ayudan a combatir la alteración celular generada por los radicales libres y con ello disminuyen la probabilidad de sufrir enfermedades crónicas, además de mejorar la forma en que se defiende el cuerpo frente a las infecciones.

Minerales esenciales para el organismo

El potasio de los albaricoques contribuye a mantener bajo control la presión arterial, a mejorar el funcionamiento muscular, y a mantener el equilibrio de líquidos. En menor cantidad también presentan hierro, que ayuda a que llegue oxígeno a las células, y este hecho se ve potenciado al tomarlo junto a fuentes de vitamina C.

Los albaricoques también aportan magnesio, fósforo y también calcio, minerales que también son importantes para el metabolismo energético, salud de los huesos, y la transmisión de la información dentro del sistema nervioso.

Ventajas de los albaricoques para la salud

Su fibra (soluble e insoluble) favorece la regularidad intestinal, previenen el estreñimiento y mejoran la digestión de la comida. Esta fibra también funciona como regulador del azúcar en la sangre, lo que convierte a los albaricoques en un alimento apto para las personas con diabetes.

Además, también es una fruta saciante y puede formar parte de dietas para el control del peso ya que son bajos en calorías, y ricos en agua y en fibra.

 Salud ocular, cutánea y cardiovascular

Los albaricoques son fuente de antioxidantes como la luteína y la zeaxantina, los cuales evitan el daño de la retina por efectos de la luz azul, así como del estrés oxidativo, lo que puede ayudar con problemas como la degeneración macular o las cataratas.

Por otro lado los antioxidantes y los ácidos grasos esenciales del aceite de albaricoque pueden ayudar a mantener la piel más hidratada, firme y protegida. Su contenido en flavonoides y potasio resulta beneficioso para el sistema cardiovascular, ya que estimula el riego sanguíneo, regula la tensión arterial y equilibra el colesterol.

Albaricoques en la dieta

Los albaricoques frescos se pueden comer solos, incluirlos en ensaladas o como parte de una comida nutritiva. Otra opción es incluir esta fruta en los yogures, los batidos o en los cereales.

Los albaricoques secos, en cambio, son más enriquecidos en nutrientes, dado que son especialmente ricos en fibra, convirtiéndose así en un complemento energético ideal para deportistas o como un refrigerio saludable. Su dulzura natural ofrece una excelente alternativa a los postres industrializados.

Precauciones con su consumo

Aunque los albaricoques aportan muchos beneficios conviene moderar su consumo ya que su alto contenido en fibra y en sorbitol puede provocar molestias de tipo digestivo y más si se consumen en su opción deshidratada.

Por último, conviene evitar el consumo de los huesos que recubren a los albaricoques, ya que contienen amigdalina, una sustancia que puede resultar tóxica. Las personas con alergias o aquellas que se encuentran en tratamientos con anticoagulantes deberán consultar con un profesional a la hora de incluir los albaricoques con asiduidad en su alimentación.

Las propiedades y vitaminas de esta fruta la convierten en un recurso ideal para las personas comprometidas con la salud y la alimentación.

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