Cada vez son más las personas que optan por incluir en su alimentación diaria los productos ecológicos. La percepción común es que lo "eco" implica salud, sostenibilidad y un nivel de calidad superior. No obstante, una revisión crítica de la evidencia científica y de la legislación que regula dichos productos destaca una realidad más compleja. A pesar del creciente interés por lo ecológico, la evidencia actualmente no respalda la idea de que estos alimentos sean más sanos o nutritivos que los convencionales; su valor radica más en cómo se producen que en sus cualidades nutricionales.

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El verdadero valor de los productos ecológicos

La agricultura ecológica se basa en reducir al mínimo el uso de productos químicos sintéticos. En sus prácticas queda prohibida la utilización de abonos, pesticidas y plaguicidas artificiales, así como el uso de antibióticos en la ganadería. Junto a ello, la legislación europea obliga la aplicación de rotación de cultivos, el uso de piensos ecológicos y prácticas que garanticen el bienestar animal. Para conseguir el sello "eco", los productos tienen que ser capaces de superar estrictos controles de certificación y trazabilidad.

Impacto medioambiental incierto

Cumplir con los requisitos de la etiqueta ecológica no equivale necesariamente a tener un menor impacto ambiental. Las sustancias naturales —como las piretrinas, un pesticida que es, sin embargo, altamente tóxico para los ecosistemas acuáticos— pueden ser tan dañinas como las sintéticas. Y el transporte de productos ecológicos, o de productos ecológicos importados y envasados en plástico, o la maduración artificial de los mismos están, sin querer, en contradicción con el ideal de sostenibilidad que se les atribuye.

Mitos habituales de los productos ecológicos

La ciencia no ha podido demostrar que entre los alimentos ecológicos y convencionales existan diferencias significativas en materia de valor nutricional. Vitaminas, minerales y macronutrientes quedan prácticamente igual en uno y otro sistema de producción. La calidad del alimento dependerá más de factores como el tipo de cultivo, el momento de la recolección, la frescura en la que se encuentre, entre otros, que no del hecho de que este alimento cuente con una etiqueta "eco".

Sabores y texturas, una cuestión de maduración

Los productos ecológicos de tipo industrial, sobre todo los que han sido cultivados en invernaderos intensivos o que han sido también madurados en cámaras con etileno, perderán en sabor y textura ante productos de proximidad. La maduración natural en planta, en el campo abierto, ofrece un perfil sensorial mucho más atractivo. Ahora bien, esta diferencia no significa tampoco una ventaja nutricional sino una ventaja sensorial y de frescura.

Lo que hay que saber de los productos ecológicos

Los productos ecológicos vendidos en la Unión Europea tienen que cumplir una legislación estricta, pero no todo lo que se comercializa como "eco" ha llegado a pasar por los mismos controles. La producción realizada fuera del circuito regulado o en mercados informales queda fuera incluso de su seguimiento legal. Esto abre la puerta a fraudes muy sofisticados, tal como la presencia de residuos de pesticidas en alimentos que se entiende como ecológicos.

Proximidad y sostenibilidad, claves reales

Optar por un producto de proximidad y de temporada puede tener un impacto ambiental menor que optar por un producto ecológico, pero importado. Las emisiones provocadas por el transporte, el uso de envases de tipo plástico o las cámaras de maduración desmienten la imagen verde que rodea a lo ecológico. Priorizar alimentos frescos de cercanía y bien etiquetados resulta mucho más coherente con un consumo responsable.

Por tanto, los productos de tipo ecológico aportan un modelo de producción más respetuoso con ciertos estándares medioambientales y de bienestar animal, pero no garantizan una mayor calidad en nutrientes y tampoco un menor impacto medioambiental en todos los casos. La decisión de compra debe estar basada en una información contrastada sin recurrir a etiquetas o percepciones propias. Conocer el origen, el proceso de producción y la trazabilidad para elegir con criterio debe ser prioritario.

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