Pacificado el socialismo catalán tras el congreso del PSC, Miquel Iceta (Barcelona, 1960) se dispone ahora a “recoser” su relación con el PSOE mientras mantiene la batalla en Cataluña por la tercera vía entre el “referéndum o referéndum” de los independentistas y la dureza mantenida hasta ahora por el Gobierno del PP. Asegura tener ganas de volver a ser candidato a la Generalitat en 2017 “para volver a explicarle a la gente que hay una vía alternativa”, aunque reconoce que eso de hacer elecciones cada dos años “es un síntoma más de que las cosas no van bien en Cataluña”. Mientras, prepara nuevas etapas en su vuelta a España para recomponer las relaciones con las distintas federaciones del PSOE: Valencia, Baleares o Extremadura podrían ser sus próximas paradas, convencido de que lo prioritario ahora es buscar alianzas en la negociación de la financiación autonómica a la que la Generalitat, oficialmente, ha renunciado.

Pregunta.- ¿Cómo lleva ese trabajo de neutralidad del PSC?

Respuesta.- La neutralidad no nos la ha pedido nadie, es lo que ofrecemos a todo el mundo. El PSC siempre lo ha hecho y es como cualquier ejecutiva debe afrontar un proceso de primarias. La ejecutiva debe organizarlas, hacer posible que los candidatos se expliquen y conecten con la gente, pero no debe dedicarse a orientar el voto, a hacer de jefe de tribu. Esto es lo que hemos ofrecido, con un añadido: gane quien gane estaremos con el ganador para sacar el partido adelante. El PSC siempre ha sido muy leal al secretario general del PSOE, y para hacer eso parece razonable no decantarse por uno u otro durante el proceso. Los militantes harán lo que quieran, habrá plataformas de apoyo como siempre, pero el PSC no puede tener un candidato en contra de los otros.

P.- ¿Es posible que Susana Díaz reclamara esa neutralidad porque es consciente de que la militancia en Cataluña está más a favor de Pedro Sánchez?

R.- Ella no lo pidió. Los candidatos normalmente piden apoyo y el PSC ofrece neutralidad.

P.- ¿Cómo ve la incipiente campaña de Pedro Sánchez?

R.- Pedro Sánchez aún no ha dicho que quiera ser candidato. Parece razonable que no lo haga hasta tener una perspectiva de cuándo se celebrará el congreso. De momento nadie está en campaña.

P.- La comisión PSC-PSOE que debe revisar el protocolo de 1978 se reúne hoy por primera vez. ¿Cual sería el estatus ideal para usted?

R.- El estatus ideal es aquel con el que nos sintamos cómodos todos. Lo que no me gustaría es que llegáramos a una solución en la que parezca que el PSC se desentiende de un proyecto español y el PSOE se desentiende de Cataluña, pero esto se puede arbitrar de muchas maneras. También es cierto que quien ha planteado la necesidad de revisar la relación es el PSOE, por tanto, quizá ellos tengan pensadas algunas propuestas.

P.- Usted había propuesto el modelo alemán, a imagen de la relación entre la CDU y CSU, pero eso supondría ese desentendimiento que quiere evitar.

Por mucho que nos guste Alemania, España no es Alemania

R.- Este es el problema. CDU y CSU tienen el mismo grupo parlamentario y en el Bundestag trabajan juntos, pero el resto lo tienen absolutamente separado. Por mucho que nos guste Alemania, España no es Alemania; Baviera no tiene un movimiento independentista que haya llegado a más del 47% de los votantes. Por tanto, no sé si una relación así es la más adecuada al momento y la situación política que tenemos. También está el modelo PCE-PSUC, que se enviaban delegados a sus respectivas ejecutivas. Hay muchas posibilidades, pero lo primero es evaluar los problemas que hemos tenido, ver si requieren un cambio y cuál podría ser. No quiero prejuzgar un resultado, lo que sí debe quedar claro es que hay una relación federal y un compromiso mutuo, no un desentendimiento mutuo.

P.- Parece extraño tener un delegado del PSOE en la Ejecutiva del PSC cuando en ella se han sentado personas con peso en las sucesivas ejecutivas del PSOE como Narcís Serra, Carme Chacón o Meritxell Batet.

R.- Los problemas no son de fórmula orgánica, los problemas son de entente política de fondo; cuando existe, cualquier fórmula funciona, si no existe no hay fórmula orgánica que lo salve. En todo caso, yo optaría por una relación de más compromiso, más proximidad y más interrelación, lo contrario sería malo para el PSC y el PSOE y para Cataluña y España.

P.- Decepcionado por la falta de comprensión del PSOE hacia la situación especial que se vive en Cataluña, que según usted explica la toma de posición del PSC en la investidura.

R.- Yo creo que eso sí se ha entendido.

P.- Pues no lo ha parecido.

R.- Lo que no acepta el PSOE, y tienen sus motivos, es que participáramos en la toma de una decisión que después no acatamos. Ahora bien, que Cataluña tiene una situación singular, eso lo ve todo el mundo. No les ha gustado cómo el PSC ha gestionado esta discrepancia pero son conscientes de que la situación política catalana requiere una aproximación muy concreta.

P.- Las aproximaciones no son iguales a tenor del conflicto generado por el uso del término nación referido a Cataluña en sus conclusiones congresuales.

R.- Es lógico, precisamente por eso decimos que España es una nación de naciones. Esperar que la visión de España que se tiene desde Andalucía o Castilla-La Mancha sea la misma sí que sería vivir en otro planeta. Afortunadamente, tenemos un punto de encuentro muy potente que son los acuerdos de Granada. Es imposible que estemos todos de acuerdo al 100% en todo.

P.- Una cosa es no tener una visión uniforme y otra no tener un acuerdo más consistente. Cuando se genera estos debates es porque los acuerdos de Granada no están tan claros o tan asumidos.

R.- En los acuerdos de Granada no se dice que Cataluña sea una nación, en eso tienen razón, ni tampoco dice que España sea una nación de naciones. Pero sí hablan de aspiraciones nacionales diversas que conviven en España y de que debería incorporarse a la Constitución los derechos históricos de Cataluña, o el principio de ordinalidad para la financiación autonómica. Si la opción es volver a Granada, yo estaré encantado de hacerlo, con todo lo que contiene ese texto.

P.- ¿Incluida la reforma de la Constitución?.

R.- Si, parece que esta legislatura se abordará, y eso requiere de un consenso mucho más amplio que el de los socialistas. Si el Gobierno quiere abrir la reforma constitucional tendrá que hablar con Ciudadanos, con Podemos, y también con los independentistas.

P.- ¿Ve posible esta reforma de la Constitución en esta legislatura?

Las posibilidades de cambiar la Constitución existen, pero no será fácil

R.- La veo posible pero muy difícil. Es posible porque ya no hay mayoría absoluta del PP y, por tanto, ya no puede bloquearlo. Tanto el PSOE como C’s y Podemos llevaban la reforma constitucional en su programa y el PP no se cierra en banda, lo único que dice es que no quiere abrir este melón sin saber cómo acabará. Las posibilidades existen pero no será fácil, no hay que generar expectativas exageradas.

P.- ¿Cómo ve la operación diálogo de la vicepresidenta?

R.- Me parece bien, pero hay que pasar de las intenciones a las propuestas, a un diálogo de verdad. Tiene que ir cuajando, pero se están moviendo cosas, es innegable. Las oportunidades hay que aprovecharlas y ahora, por lo menos, hay expresiones de buena voluntad; nosotros estamos dispuestos a jugar y a jugárnosla.

P.- ¿Cómo valora la inclusión del referéndum en los presupuestos?

R.- Es un error político. El primer obstáculo del diálogo es que una de las partes plantee soluciones de tipo unilateral o ilegal. Esto bloquea el diálogo, si quieres hablar no fuerzas la máquina. Todo el mundo sabe que un referéndum no se puede hacer de forma unilateral y en Cataluña ya tuvimos la experiencia del 9-N de 2014, es un escenario idéntico. No repitamos antiguos errores, si realmente se quiere jugar la carta del dialogo hay que jugar limpio, mientras se está dialogando no se puede estar preparando un conflicto. La vía del referéndum está condenada al fracaso, si no se modifica la hoja de ruta vamos a un fracaso o a un desastre.

P.- ¿Fracaso si no hay referéndum y desastre si se celebra y se suspende de la autonomía?

El primer obstáculo del diálogo es que una de las partes plantee soluciones de tipo unilateral o ilegal

R.- Sí. El fracaso es fijar un objetivo que no puedes alcanzar y el desastre es que intentas ese objetivo y acabas mal. Siempre he pensado que la lectura del Artículo 155 de la Constitución es muy amplia, no necesariamente hay que ir a una suspensión de la autonomía, la Generalitat se puede encontrar con que el Estado dé instrucciones directamente a los Mossos d’Esquadra para impedir la celebración del referéndum. Espero no llegar a ese extremo porque el diálogo del que ahora estamos viendo los primeros indicios lleve a una negociación que lo evite.

P.- ¿En caso de que esta negociación no fructifique, ve elecciones en 2017?

R.- Es posible. Tal como lo han planteado, debe haber un referéndum en septiembre. Si se produjera, que yo creo que no se producirá, tienes elecciones inmediatamente después, a principios de 2018. Todo eso dando por hecho que se aprueben los presupuestos. Con los presupuestos empieza en serio la cuenta atrás para un referéndum que creo que no se podrá hacer, y la única salida serán unas elecciones.

P.- El 16 de diciembre, Carme Forcadell declara ante el TSJC. ¿Qué pasará si la presidenta del Parlament es finalmente inhabilitada?

R.- No me gusta especular sobre esos temas. Estaremos muy atentos.

P.- ¿Cuál será la postura del PSC si finalmente se la inhabilita?

R.- Hemos defendido siempre el acatamiento de las sentencias. Las leyes son ley hasta que no son modificadas por los mecanismos que prevén y los tribunales dictan sentencias que, cuando son firmes, se tienen que cumplir.

P.- El president Puigdemont ha fijado como barómetro de la voluntad de diálogo del Gobierno que estos procesos judiciales no sigan adelante. ¿Cree que se puede frenar ahora la acción de la justicia?

R.- Lo que no sé es cómo se hace eso. Puedes tener una fiscalía más o menos beligerante, pero una vez iniciada la instrucción se me hace difícil ver cómo desde el ámbito político se puede frenar.

P.- En el pasado congreso del PSC avanzó su intención de pactar con los Comunes de Ada Colau.

R.- En nuestro congreso dijimos que nos queremos mover en el ámbito de la izquierda, desde el respeto a las posiciones diferentes, con nuestra identidad y nuestras propias siglas, pero con ganas de colaborar y hacer mayorías de izquierdas. Lo hemos hecho en muchos ayuntamientos, empezando por el de Barcelona, ¿por qué no deberíamos intentarlo en Cataluña si se dan las circunstancias?

P.- Eso sería, en todo caso, después de las elecciones, no en coalición previa.

R.- Nosotros en ningún caso contemplamos ir juntos con los Comunes a las elecciones.

P.- ¿Se sienten cómodos en Barcelona, en un gobierno que está teniendo muchas críticas por inacción e inexperiencia?

Algunos tienen miedo al turismo, yo creo que sería absurdo renunciar a él por miedo

R.- Los Comunes es un partido que se está formando y no tenía experiencia de gobierno. Esto requiere cierto tiempo de experiencia y aprendizaje; probablemente esto explique que quisieran buscar un acuerdo con nosotros, que somos una izquierda más rodada. No tenemos una mala impresión, aunque aún es pronto para decirlo. El acuerdo nos es satisfactorio, las áreas que gestionamos son importantes para la ciudad y para la reconexión de los socialistas con la ciudad.

P.- Entre moratorias, falta de presupuestos o de un proyecto de ciudad el gobierno de Ada Colau parece que se está desdibujando.

R.- Quien fabricó un modelo Barcelona fuimos los socialistas. Si quieren sustituirlo por otra cosa en algún momento tendrán que explicar en qué consiste. El próximo año celebraremos el 25 aniversario de los JJOO, fue el gran impulso y en parte aún vivimos de todo el capital acumulado entonces. Nosotros creemos que el modelo de una ciudad dinámica, abierta y que no tiene miedos es el bueno. Otros tienen miedos, al turismo por ejemplo, yo creo que el potencial de la ciudad sigue siendo enorme y sería absurdo renunciar a él por miedo.

P.- La defensa de la tercera vía ha tenido unos costes enormes para el PSC, mientras Ada Colau ha sabido crecer en ese espacio.

R.- Es muy pronto para decirlo, los Comunes nacieron anteayer y nosotros tenemos una historia. El fracaso de la vía estatutaria era nuestro fracaso, ellos no tenían esta mochila, van más ligeros de equipaje. Esa postura de “quiero que me pregunten pero no sé qué responderé” sólo se puede aguantar si estás convencido de que no te preguntarán, pero con los plazos impuestos por los independentistas en unos meses tendrán que definirse. De momento les ha servido a modo de burladero, pero tendrán que definirse.