Están ya cortándoles la cabeza a las estatuas, que quedan como severos hombres con cuello de María Antonieta. Colón es ajusticiado igual que un polizón y las películas ya no son sueños, como pensaba Méliès, sino que vuelven a ser brujería. Hasta nos van a prohibir a Escarlata O’Hara por llevar unos pololos que siguen oprimiendo o enjabonando razas. La gente que ajusticia a la historia en las estatuas o en las películas es como la que cree ajusticiar a las ideas en sus efigies. El miedo a la inteligencia suele manifestarse en esa iconoclasia de la libertad. O sea, que hay que acabar con Escarlata como con aquellos budas gigantes de Afganistán.

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