No han pasado ni 24 horas para que el vídeo de un alpinista sherpa nepalí se hag viral. Pues en él se muestran las imágenes de un gran atasco para ascender a la cima de la mítica K2 (8.611 metros), la segunda cumbre más alta de la Tierra tras el Everest, ubicada también en el Himalaya y con la leyenda de ser la más difícil.
Mingma G. que, como cuenta en su perfil de Twitter, lideró la primera expedición invernal al K2 el año pasado, ha ascendido cinco veces el Everest y tres el K2 y 13 de los 14 picos con más de 8.000 metros sin oxígeno, grabó en el corto vídeo el Cuello de botella el pasado día 22, en que se ven una treintena de alpinistas ascendiendo en fila india y que tienen que esperar a que su compañero de delante se mueva.
Por su parte, Nirmal Purja, otro alpinista de la primera expedición invernal al K2 y que ha hecho todos los 8.000, presumía precisamente en Twitter el pasado fin de semana de su segundo ascenso sin oxígeno y de haber llevado a la cima del K2 a un equipo, de unas 30 personas.
La zona es conocida por ser uno de los puntos más complejos. La cuenta de montañismo Everest today sí señala que en este punto "pasas varias horas debajo de un acantilado de hielo gigante en una posición expuesta a más de 8.200 m, 1/3 de los niveles normales de oxígeno y sabiendo que muchas personas se resbalaron y cayeron desde aquí".
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 La Promesa: avance del episodio del lunes 28 de abril
- 2 Pardo de Vera escoge a la exabogada del Estado del 'procés' y su mano derecha en Adif para defenderse en el 'caso Koldo'
- 3 El Gobierno aprueba la nueva ayuda de 200 euros para la crianza
- 4 Eugenia vuelve a La Promesa: RTVE adelanta los acontecimientos
- 5 Angelo Becciu, el cardenal que el papa quería vetar del cónclave
- 6 El "malmenorismo" con el que Iglesias quiere aniquilar a Yolanda Díaz
- 7 Susanna Griso da un toque de atención a Antonio Pelayo
- 8 Salomé Pradas denuncia la "inexactitud" de la transcripción de su declaración ante la jueza de la DANA y pide que se anule
- 9 Sánchez es un Trump muerto de hambre