No, no es la culpa de las renovables, ni siquiera de muchas renovables al mismo tiempo, y no, tampoco es la culpa de la nuclear. No es culpa de la generación sino de la gestión.

Además, poco importa de quién sea la culpa, probablemente no lo sabremos con certeza. Puede haber múltiples factores, como un fallo informático, similar al ocurrido en EE. UU. en 2023 (sin que las renovables estuvieran implicadas en el mix eléctrico), o un relé o transformador que detecte un flujo anómalo de tensión, o cualquier otra cosa como una resonancia eléctrica creada en una zona con alta concentración de renovable y provocada por una pequeña alteración de tensión. Lo significativo es por qué 15 GW fueron desconectados de la red eléctrica siguiendo las órdenes de la Red Eléctrica (no, no desaparecieron, se desconectaron).

Uno de los mayores problemas de nuestro sistema eléctrico es la baja interconexión internacional

Uno de los mayores problemas de nuestro sistema eléctrico es la baja interconexión internacional, que solo puede aportar un 3 % de nuestra demanda, algo muy por debajo del mínimo del 10 % que marca la UE, pero en momentos de estrés en la red nos ayuda a equilibrar la red.

Ante la anomalía que se produjo en el sistema, la interconexión con Francia saltó y la península se quedó aislada. Pasando de península a isla energética, sin apoyo exterior para estabilizar nuestra red, lo que provocó una rápida caída de la frecuencia dando lugar a la desconexión de los parques solares y eólicos, que son muy sensibles a las variaciones de la frecuencia. Los 15GW de pérdida de potencia (por desconexión forzada) equivalían al 60% de la electricidad generada en ese momento. Lo que provocó un 0MW a nivel nacional. Es decir, aunque había turbinas conectadas a la red no había ningún generador sincronizado a la frecuencia necesaria de 50Hz. Y aquí entra en juego el concepto de masa síncrona de la que tanto oímos hablar y pocos de los tertulianos opinadores entienden.

Un sistema eléctrico tradicional como el nuestro transmite la energía de forma sincronizada, es decir, las turbinas de los diferentes medios de generación “tradicionales”: nuclear, térmicas e hidroeléctricas, rotan a una velocidad de 50 vueltas por segundo. Si hay una perturbación la inercia rotacional ayuda a estabilizar la frecuencia de la red (50Hz).  Cuando se introducen sistemas renovables, estamos introduciendo generadores que no tienen inercia física real, usan inversores que ajustan la frecuencia de la generación a la frecuencia de la red. Ante una perturbación no contribuyen a la estabilidad de forma activa y al detectar oscilaciones o variaciones se desconectan de forma automática.

Técnicamente no es culpa de las renovables en sí, sino de no haber adaptado adecuadamente la infraestructura eléctrica para gestionar tanta generación renovable sin y baja inercia

En el caso que nos concierne, el sistema estaba inestable con una producción solar muy alta y con una baja contribución de las nucleares (solo operaba Almaraz al 70%). El apagón no fue provocado por un fallo puntual, sino por un sistema extremadamente vulnerable debido al exceso de generación renovable en un momento de baja generación síncrona tradicional. Técnicamente no es culpa de las renovables en sí, sino de no haber adaptado adecuadamente la infraestructura eléctrica para gestionar tanta generación renovable sin y baja inercia (como baterías de gran escala, compensadores síncronos, o generación flexible). Es decir, una pobre gestión del mix eléctrico que no se ajusta a las características de una red que fue concebida para sistemas con inercia física, y donde la inversión en infraestructura y modernización necesaria brillan por su ausencia.

Basta con ver que el plan de Estrategia de Seguridad Nacional Energética de España data de 2015. Un plan que se concibió para otro sistema, con una penetración renovable inferior. Un plan que se ha quedado obsoleto y no contempla la regulación y normativa necesaria para los niveles de generación renovables actuales. No se trata solo de generar, de incrementar la parte de renovables en nuestro mix energético, y de acompañar ese crecimiento desde la inversión en infraestructura y regulación. Es decir:

  1. Introducir sistemas de reservas de inercia sintética, lo que significa regular la instalación de condensadores síncronos o inversores que emulen masa rotacional. Lo que se conoce como inversores con capacidad de “grid forming”. Es decir, no solo acomodar la generación a la frecuencia de la red, sino contribuir de forma activa a la estabilización de la frecuencia de red. Estos sistemas incrementarán el coste de las renovables (al menos al corto y medio plazo), pero ya sabemos por experiencia que lo barato sale caro.
  2. Introducir baterías y sistemas de respuesta ultra‐rápida capaces de inyectar o absorber potencia en décimas de segundo, y responder así de forma inmediata antes fluctuaciones o perturbaciones de la red.
  3. Dar flexibilidad adicional a centrales convencionales para que puedan conectarse con muy poca antelación. Y puedan contribuir a una rápida estabilización de la red.
    Y por supuesto, mejorar las interconexiones eléctricas con otros países.

Todo lo que no sea esto es pan para hoy y hambre para mañana, y lo sucedido volverá a suceder.

O quien nos gobierna se pone las pilas, o las necesitaremos más veces para alimentar los transistores

Y sobre todo utilizar el sentido común, la cabeza y los datos, dejando de lado las cuestiones ideológicas para otros temas. La situación actual de nuestro sistema eléctrico pide a voces replantearse el callejón sin salida al que nos enfrentamos en un supuesto escenario de cierre de centrales nucleares sin tener un plan para una primera línea de defensa frente a variaciones repentinas de frecuencia o tensión.

El apagón total de esta semana demostró que nuestra red tiene una vulnerabilidad intrínseca y revela un problema de fondo muy serio. Estamos ante un problema estructural de diseño, una mala planificación de los mantenimientos que nos dejó sin suficiente músculo hidráulico para responder a una crisis, una falta de regulación adaptada y una paupérrima inversión en la infraestructura necesaria. O quien nos gobierna se pone las pilas, o las necesitaremos más veces para alimentar los transistores.


Verónica Bermúdez Benito es directora de Investigación Senior en QEERI (Centro de Energía del Qatar Environment and Energy Research Institute) y experta en Energías Renovables.