Bien o mal, lo importante es que hablen de uno. El adagio popular se cumple a la perfección en el caso de Carpas Zaragoza y su trabajo recién concluido en la Puerta del Sol: los toldos de la discordia para cubrir parcialmente la céntrica plaza madrileña durante los meses de verano, primero exigidos y ahora desdeñados por quienes consideran que la improvisada solución no cumple su objetivo y afea el espacio recién reformado. Pero desde que su instalación les ha puesto en el centro de la noticia, esta empresa aragonesa recibe una decena de peticiones diarias de clientes potenciales. "Estamos desbordados", reconoce a El Independiente su gerente, Sergio Rivera.
Carpas Zaragoza era lo que su nombre promete: un negocio dedicado a la instalación de espacios cubiertos eventuales para la celebración de eventos varios. Pero hace una década apostaron por dar un giro hacia lo que Rivera denomina "arquitectura textil". Se trataba de atender la demanda creciente de estructuras entoldadas permanentes en espacios públicos, capaces de proteger sin cerrar. Hoy son líderes del sector, trabajan con más de 200 ayuntamientos en toda España y tienen en plantilla a más de 40 personas, una cifra que se duplica eventualmente en los meses centrales del año, cuando el sol aprieta.
El de la Puerta del Sol no ha sido su mayor proyecto –acaban de instalar la mayor membrana textil de España en Gran Canaria, con un presupuesto cuatro veces mayor–, pero sí uno de los más delicados por la ubicación y la significación de este espacio emblemático de la capital de España por el que pasan cada día más de 100.000 personas. "Un trabajo como este o te bautiza o te destroza", apunta Rivera. A ellos les ha confirmado, aunque no hayan estado solos en esto. Tanto el proyecto arquitectónico como la parte de la obra civil, los bancos, la cimentación, les ha venido dado, pero han tenido que reestudiar y recalcular minuciosamente la parte que les correspondía, los mástiles, las velas y el cableado, con el objetivo de dar sombra sin quitar visibilidad ni romper con la estética de la plaza.
Rivera no oculta su satisfacción. Cree que el proyecto, que afecta a un área de más de 3.000 metros cuadrados con 700 de sombra, cumple su función y no constituye una presencia perturbadora en Sol. "Los mástiles se van difuminando según te alejas", asegura.
El pasado miércoles tuvieron que desmontar apresuradamente las grúas y las vallas –que hábilmente habían recubierto con dos grandes pancartas publicitarias de Toldos Zaragoza– antes de dar los últimos toques debido a un evento con el que no contaban, el concierto de Yerai Cortés y Judeline que tuvo lugar antes del arranque de las fiestas del Orgullo, pero dan la obra por entregada. La fecha límite era el 15 de julio y desde el principio tenían la intención de acabar con dos o tres semanas de antelación.
Dentro de tres meses, "después del Pilar", volverán a Sol para desmontar el entoldado, quitar las lonas y limpiarlas. Lo que aún no se ha decidido es si se retirarán los postes de acero o se dejarán todo el año con otra función –ornamental, luces de navidad–, para lo que el Ayuntamiento de Madrid deberá presentar otra licitación.
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