La mayoría son jóvenes. Comunistas unos, más afines a la izquierda abertzale tradicional otros. Les une la animadversión hacia la Ertzaintza. Cada uno a su modo, con sus matices. Es muy probable que muchos no conozcan los años en los que ser ertzaina suponía jugarse la vida. Tampoco que desde años atrás la diana ya estaba puesta sobre guardias civiles y policías nacionales. Para todos, el pasamontañas fue una suerte de salvavidas, una rutina de vida o muerte con la que blindar su anonimato. También desconocerán que aquel trabajo no se contaba, se ejercía en silencio, casi en clandestinidad. O que se evitaba colgar el uniforme en el patio comunitario junto al resto de la colada. Y quizá ni siquiera imaginen que entre 1985 y 2001 ETA asesinó a 15 agentes de la policía autonómica vasca.

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Muchos de sus mayores han sentido estos días una suerte de 'déjà vu' al verles protagonizando los enfrentamientos contra las unidades antidisturbios de la Ertzaintza. Más aún al escuchar algunas de sus consignas o leer sus pintadas. No es lo mismo, está muy lejos de lo vivido en los años duros, pero algunos elementos sí recuerdan a lo vivido entonces.

Hace 24 años ocurrió el último asesinato de un ertzaina a manos de ETA. Fue el 23 de noviembre de 2001. Los agentes Ana Isabel Arostegui y Javier Mijangos regulaban el tráfico en Beasain (Gipuzkoa) cuando un comando de ETA los asesinó a tiros. No hubo más razón que la de ser ertzainas, ‘zipaios’, justificaban en tono despectivo. Lo inquietante es que tanto tiempo después algunos de esos tics, de esas expresiones amenazantes vuelvan a aflorar... o quizá simplemente se están resistiendo a marchar.

Es lo que se ha podido ver en la sucesión de graves episodios de altercados protagonizados por grupos de jóvenes contra la Ertzaintza. El último, las pintadas aparecidas en Hernani esta sábado contra el consejero se Seguridad, Bingen Zupiria. Su frontón apareció con pintadas en referencia al consejero y la ertzaintza: "Mejor muerto", "txakurraren jabea" (dueño de los perros) junto a una cruz gamada, "ertzainak borroka tiro en la boka" o "ertzainak exterminio". Incidentes que parecen haber salido del cajón del olvido. Algunos elementos que parecían erradicados peto insultos como el término ‘zipaios’ ha vuelto a aparecer. También las capuchas y los materiales antidisturbios de los agentes se han vuelto a utilizar. Se han vuelto a ver contenedores ardiendo o piedras y botellas sobrevolando los cascos y escudos de los agentes. Incluso ha habido casos en los que consignas que parecían desterradas, como ‘Gora ETA militarra!’, han salpicado algunos de estos incidentes, como el ocurrido en Hernani.

Episodios que llevan a preguntarse a las instituciones si se trata de una estrategia organizada y promovida o si se son hechos aislados y espontáneos que simplemente han coincidido en una breve espacio de tiempo.

En el Gobierno Vasco y en la Ertzaintza la preocupación y la inquietud es evidente. El “odio” mostradp hacia la Ertzaintza como nexo común parece haberse instalado en algunos colectivos juveniles. Hacía muchos años que el grito de ‘Zipaio’ dirigido contra los agentes no afloraba en el País Vasco. Los ‘Cipayos’ fueron los nativos de la India que trabajaban -a menudo obligados- para el Reino Unido, para ‘el enemigo’. En los años de mayor violencia terrorista, para ETA y su entorno la Ertzaintza representaba al 'enemigo', eran los 'zipaios' del 'conflicto'.

Señalamientos y ataques

Lo que más preocupa a las autoridades policiales y al Ejecutivo de Pradales es si la sucesión de fiestas populares será utilizada por algunos sectores para reactivar este tipo de episodios contra la policía vasca. Ocurrió en Lekeitio hace menos de un año. Se repitió en Beasain a comienzos de junio y se han replicado algunos casos más. El señalamiento a los agentes de la Ertzaintza también parece que ha vuelto. En ambos casos sucedió en el entorno de unas fiestas populares: agentes fuera de servicio disfrutando de su tiempo libre que son identificados y conminados, incluso por megafonía, a abandonar el recinto festivo.

Junto a los señalamientos, se han repetido los enfrentamientos de grupos numerosos de jóvenes contra la Ertzaintza. Primero fue en Hernani durante las fiestas de San Juan, luego Ordizia, después Azpeitia y esta semana ha ocurrido en Vitoria. La chispa que provoca el ataque a la Ertzaintza ha sido en todos los casos diferente, pero la consecuencia se ha repetido en forma de graves incidentes y muestras de repulsa contra la Ertzaintza por grupos de jóvenes, cuando no también contra la Policía Local. Agentes heridos, jóvenes detenidos y comisarías atacadas es la secuencia que en el último mes se ha repetido de manera preocupante.

La reacción de la izquierda abertzale también ha recordado a otros posicionamientos del pasado. En ninguno de los episodios ha faltado la negativa a condenar los incidentes y a optar por cuestionar la actuación de los agentes, en la mayoría de los casos apelando a una “desproporción” en su modo de actuar.

El último episodio se vivió el miércoles en la capital alavesa. Allí, el movimiento juvenil Gazte Koordinadora Sozialista (GKS), de ideología comunista y crítico con la izquierda abertzale tradicional, había organizado una acampada sin autorización en la Plaza de la Virgen Blanca para protestar por su “veto” para poder instalar su propia ‘txosna’ o caseta festiva. Una vía de financiación popular que distintos movimientos del entorno de la izquierda abertzale tradicional siempre han controlado y a la que excluyen a GKS. La Ertzaintza intervino para levantar la acampada en la céntrica plaza y los incidentes se saldaron con 7 agentes heridos y cuatro jóvenes detenidos.

"Cultura antipolicial inoculada"

Es el último episodio de una serie que empieza a sumar demasiados capítulos. Tras lo ocurrido, organizaciones como Ernai, -las juventudes de Sortu- atacaron a la Ertzaintza tildándoles de  “zipaios” y dibujándolos como “txakurras”. Durante las fiestas de San Juan, en Hernani la marabunta que al parecer perseguía a un joven magrebí que buscó cobijo en la comisaría del ayuntamiento, terminó arremetiendo contra la policía. En algunos casos lo hizo acompañado del grito “Gora ETA militarra!” mientras intentaban entrar a la fuerza en el Ayuntamiento.     

Una barrera de agentes protege la Plaza de la Virgen Blanca durante un acto convocado por GKS. EUROPA PRESS

Lo ocurrido ha situado en el centro del debate a la Ertzaintza. Al apoyo del PNV y el PSE al Cuerpo se ha opuesto la coalición que lidera Arnaldo Otegi, que ha vuelto a cuestionarlo asegurando que la Ertzaintza “se aleja de los principios democráticos que deberían guiar su labor”. En los posicionamientos de condena, EH Bildu, y en el caso de Vitoria también Podemos, no ha suscrito los manifiestos de rechazo institucionales. Bildu apela a la necesidad de promover “otro modelo policial” para contar con una policía más “democrática, civil y al servicio de la comunidad, y no una que reproduzca lógicas autoritarias del pasado”. En un comunicado recordaba este jueves episodios de “desproporción” policial como el ocurrido en abril durante el desalojo de un bloque ocupado, en el que un joven resultó herido. O las lesiones en un ojo a un joven durante una intervención de la Ertzainta en Tolosa.

En el PNV no han evitado recordar que en Euskadi aún persisten sectores en los que la “cultura antipolicial” está “muy inoculada”. El consejero de Seguridad, Bingen Zupiria incluso alertó del riesgo de quienes quieren “banalizar” los ataques o agresiones contra los agentes. También reprueba a los cargos públicos, como la alcaldesa de Azpeitia, Nagore Alkorta, por mostrar “nulo apoyo” a la Ertzaintza que acudió al rescate de los agentes de la policía municipal de su municipio cuando se vieron desbordados por la marabunta de jóvenes que se concentró frente a su comisaría. Fue el modo de responder de estos jóvenes a la identificación que poco antes habían realizado de un joven por realizar una pintada en un contenedor: ACAB (All cops are bastards).

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