España está lejos de ser una potencia en la fabricación de misiles. Pero "había que empezar por algún sitio", como resume Pedro Becerra, director de aeronáutica y defensa de Aertec, la empresa malagueña que ha desarrollado el Zorro I, el primer micromisil 100% nacional. "Hemos empezado por fabricar uno pequeño y humilde, que fuera factible y que tuviera interés estratégico para la compañía y para el país. Pero ya estamos trabajando en misiles más grandes y con más capacidad", asegura Becerra.

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El Zorro I mide 900 mm y pesa tres kilos, de los cuales 500 gramos pertenecen a la cabeza de guerra. Está diseñado específicamente para utilizarse en sistemas de aeronaves pilotadas remotamente (RPAS) como drones, siempre que estén por encima de los 75 kilos y por debajo de los 150 kg. El dron Tarsis ha sido el soporte que más ha servido para su desarrollo y pruebas (en las que solía equipar cuatro de estos misiles, dos por ala) pero Aertec perdió su propiedad con la venta de su filial Aertec Defence & Aerial Systems (DAS) a Indra hace dos meses, así que desde entonces se utilizan con otros sistemas aéreos no tripulados (UAS).

El micromisil, concebido para ser multipropósito, tiene dos funcionalidades. Por un lado, gracias a la inteligencia artificial, puede detectar si hay algún objetivo cerca que pueda atacar. Y por otro, tiene capacidad de autoprotección, para atacar igualmente a cualquier amenaza mientras realiza labores de observación o vigilancia. De acuerdo con Becerra, el proyectil puede lanzarse contra objetivos como vehículos ligeros no blindados o personas, tiene un alcance de entre tres y cuatro kilómetros y una precisión estimada por debajo de los cuatro metros de círculo de error probable.

"Cuando se lanza, se enciende el motor del Zorro I y sale desde un raíl. En la primera etapa de vuelo tiene un guiado inicial que mantiene su estabilidad para que vaya más o menos en una trayectoria recta hacia el objetivo. Pero lo que le da la precisión es un guiado láser que se activa en la segunda etapa", detalla Becerra. "Previamente, el objetivo que queremos derribar debe haber sido apuntado con un designador, que emite un rayo láser que se refleja. La cabeza del misil detecta ese reflejo, y maniobra hasta llegar al objetivo con un sistema de aletas de control", añade.

Las pruebas del Zorro I

La fase de diseño y desarrollo del misil se completó hace un año. El siguiente paso previsto era completar los ensayos de una fase conocida como "calificación" para obtener las autorizaciones pertinentes. No obstante, aunque inicialmente ese proceso estaba previsto para el 2025, ha habido que retrasarlo. "No es que haya sucedido nada especialmente llamativo, pero hay que cuadrar muchas cosas. Por ejemplo, la disponibilidad de los campos de tiro del Ministerio de Defensa. Así que estimamos completar la fase de calificación en el 2027", afirma Becerra.

"Algunas pruebas de las que quedan por hacer están sujetas a regulación, pero otras todavía están por definir. Básicamente, a nivel general al misil hay que someterlo a tres test. Primero, a ensayos medioambientales de humedad y temperatura, porque el proyectil se lanza desde el aire e impacta en la superficie, así que las condiciones son diferentes. Luego también tiene que pasar exámenes de mecánica para valorar aspectos como la vibración. Y luego otras pruebas para garantizar que no se verá afectado por perturbaciones electromagnéticas. Más allá de eso hay otros test de transporte, almacenamiento o vida útil, y también se efectúan un número determinado de disparos para estudiar su funcionalidad y una serie de estadísticas como la precisión", subraya Becerra.

La Dirección General de Armamento y Material (DGAM) del Ministerio de Defensa ha participado en el desarrollo, lo que significa que el Zorro I se fabricó teniendo en cuenta específicamente las necesidades de las Fuerzas Armadas españolas. "Nosotros empezamos a desarrollarlo de forma autónoma, pero cuando entró la DGAM en el proyecto integramos sus necesidades específicas. Así que esperamos que cuando esté finalizado el Ejército lo quiera", desliza Becerra, que afirma que ya han recibido interés por parte de clientes de Europa y Oriente Medio.

La fabricación y el diseño de todos los componentes del proyectil, incluido el guiado electrónico y el buscador láser, han sido cosa de Aertec, con la excepción de la cabeza de guerra, creada por Instalaza, otra compañía con sede en Zaragoza. Por eso se considera que el Zorro I es el primer micromisil íntegramente español.

Misiles españoles

Desde Aertec confían en que el desarrollo del Zorro I sirva para que España gane músculo en la producción de misiles, en un momento en el que el Gobierno está liberando miles de millones de euros para invertir en armamento, con el fin de ganar soberanía estratégica.

"Desde luego, no ha sido por falta de capacidad tecnológica", responde Becerra cuando se le pregunta por qué nuestro país no ha apostado por fabricar sus propios misiles, "pero los recursos son más limitados que en otros países, y durante mucho tiempo no hubo aceptación social para destinar gasto a defensa. Y en concreto los misiles nacionales no han sido una prioridad al mismo nivel que otras", arguye.

De momento, Aertec ya mira más allá del Zorro I gracias a su Bomba Ala Táctica (BAT). "Está en una fase de desarrollo menos avanzada, pero la presentamos el pasado mes mayo. Se trata de un misil o bomba planeadora de mayor tamaño y de altas prestaciones, pensado para un UAS más grande. La idea es hacer crecer la familia", concluye Becerra.

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