La actriz británica Florence Pugh ha hablado recientemente en The Louis Theroux Podcast sobre cómo su interpretación en Midsommar (2019) le provocó una depresión que duró aproximadamente seis meses. Según sus propias palabras, se "abusó a sí misma" emocionalmente para dar vida a Dani, su personaje, y admite que esta experiencia le enseñó a poner límites para no repetir el mismo desgaste en futuros papeles. Su testimonio vuelve a abrir el debate sobre el coste psicológico que puede tener la interpretación en roles extremadamente complejos.

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¿De qué trata la película 'Midsommar'?

Midsommar, dirigida por Ari Aster, es una película de terror y misterio que narra la historia de una pareja estadounidense que atraviesa un momento difícil en su relación y decide asistir con unos amigos al festival Midsommar, un evento de verano que se celebra cada 90 años en una aldea remota de Suecia. Lo que parecen ser unas vacaciones poco a poco se convierten en una pesadilla, cuando los aldeanos les invitan a participar en rituales inquietantes.

La película destacó desde su estreno por su atmósfera luminosa y perturbadora a la vez, así como por la intensidad emocional de los personajes. Pugh, que ya había trabajado en películas dramáticas y de época, encontró en Dani un reto completamente distinto.

Para interpretar a Dani, la actriz se sumergió por completo en el dolor del personaje, lo que supuso un desafío extremo. En el podcast afirmó que nunca había interpretado a alguien "tan rota", y que se metió en pensamientos muy oscuros para conseguir la intensidad emocional que necesitaba. Imaginó funerales y pérdidas para sentir el miedo y la tristeza de Dani, algo que terminó describiendo como un abuso hacia sí misma.

Seis meses de depresión

Tras finalizar el rodaje, Florence Pugh atravesó un periodo de depresión que le supuso una tristeza continua durante aproximadamente seis meses. Tal y como ha explicado, al principio no entendía por qué estaba deprimida. Había momentos, incluso durante el vuelo hacia su siguiente proyecto, Mujercitas, en los que rompía a llorar sin motivo aparente.

Anteriormente ya había dado declaraciones sobre el importante reto que le había supuesto este papel, y que no fue fácil. La actriz ha reconocido que agotarse emocionalmente tiene consecuencias profundas y que debía aprender a establecer límites claros. Cada día de rodaje exigía un esfuerzo personal muy grande. Con el paso del tiempo ha comprendido que es incompatible ese nivel de entrega con no poner en riesgo su salud.

Florence Pugh en una de las escenas de 'Midsommar'
Florence Pugh en una de las escenas de 'Midsommar' | IMDb

A pesar de los efectos negativos, Pugh se siente orgullosa de su trabajo y del resultado artístico, considerando que su interpretación fue valiosa y significativa. Al mismo tiempo, insiste en que esta experiencia le enseñó a respetar sus propios límites y a no someterse a un desgaste que pueda resultar dañino. Su caso evidencia que un papel aclamado puede tener un alto coste personal y que es crucial que los intérpretes sean conscientes de ello.

La polémica de la implicación de los actores en sus trabajos

El testimonio de Florence Pugh vuelve a abrir un debate sobre la exigencia emocional que enfrentan los actores en roles extremos. Señala la necesidad de que los intérpretes reconozcan sus límites y de que las producciones ofrezcan apoyo psicológico durante rodajes que impliquen un alto desgaste emocional.

Entregarse por completo a un papel puede enriquecer la actuación, pero hacerlo sin un equilibrio adecuado puede tener consecuencias duraderas. Florence Pugh, con estas declaraciones, ha convertido su vivencia en un ejemplo de cómo cuidar la salud mental mientras se mantiene la pasión por la actuación y se logra un trabajo de calidad.

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