La política universitaria española ha sido escenario del nuevo intento, esta vez exitoso, del régimen marroquí por establecer una cátedra académica en suelo español, tras los episodios frustrados en la Universidad de Salamanca y la paralización de una iniciativa similar en Jaén. En este contexto, la Universitat Rovira i Virgili (URV) de Tarragona ha anunciado la creación de la Cátedra de Estudios sobre Marruecos, una estructura financiada y promovida desde fuera del circuito académico tradicional y con la implicación directa del Consulado General del Reino de Marruecos en Tarragona, junto con agentes públicos y privados locales.
La cátedra —adscrita al Departamento de Historia e Historia del Arte y presentada oficialmente tras su aprobación por el Consejo de Gobierno de la URV el 30 de octubre de 2025— nace con el objetivo declarado de fortalecer los “vínculos euromediterráneos” y fomentar un espacio de “diálogo, conocimiento y cooperación” entre Cataluña y Marruecos. Está respaldada institucionalmente, además del consulado marroquí, por la Autoridad Portuaria de Tarragona y el Centro Kassid Formación, actores que aportan financiación y soporte logístico al proyecto.
"La Cátedra aspira a consolidarse como un referente científico, institucional y social, capaz de promover nuevas miradas sobre un Marruecos contemporáneo y sobre las relaciones que mantiene con Cataluña en los ámbitos político, social, cultural y económico", señala la institución en una información que no aporta de manera detallada los asuntos que se abordarán en la cátedra.
No es la primera vez que Rabat intenta poner un pie en el sistema universitario de España. En 2023, la Universidad de Salamanca anunció el lanzamiento de una cátedra patrocinada por Marruecos orientada a “contribuir al conocimiento de la sociedad civil española y marroquí”, con el beneplácito de la embajada marroquí en Madrid. La iniciativa levantó críticas por la implicación diplomática en el diseño académico y por las dudas sobre la independencia intelectual de un proyecto financiado desde fuera. La polémica suscitada, y el entorno político y académico que generó resistencias internas, acabaron por congelar la cátedra, que no programó actividades efectivas tras su puesta en marcha inicial.
Poco después, la Universidad de Jaén exploró la posibilidad de una cátedra de cooperación hispano-marroquí en Estudios Sociales y Jurídicos tras acuerdos marco con múltiples universidades marroquíes; sin embargo, la iniciativa quedó congelada tras protestas de colectivos saharauis y estudiantes que denunciaron su vinculación con el régimen marroquí y su papel en el contexto del conflicto del Sáhara Occidental, la ex colonia española ocupada militarmente por Rabat desde 1975.
Mejorar la imagen de Marruecos
El modelo catalán de Tarragona, en cambio, se presenta como un intento más elaborado de articular un espacio académico y cultural más profundo. Dirigido por el catedrático de Historia del Arte Jordi À. Carbonell Pallarès, el proyecto se estructura en torno a tres ejes: la investigación interdisciplinaria, la docencia y formación y la transferencia de conocimiento. Estos ejes incluyen desde estudios comparados e intervenciones patrimoniales hasta programas de movilidad internacional y seminarios abiertos. Tiene como misión, según sus creadores, superar estereotipos, con especial atención a la historia compartida, la migración y las relaciones socioeconómicas entre ambas orillas del Mediterráneo.
Los impulsores subrayan que la cátedra quiere ser “un espacio estratégico de investigación, formación y transferencia de conocimiento sobre un país con el que Cataluña mantiene una larga historia de interconexiones, influencias mutuas y retos compartidos”. Entre sus prioridades figura también dar visibilidad y apoyo a la comunidad marroquí residente en Cataluña, reforzando su papel en la construcción de una sociedad más inclusiva.
No obstante, el precedente de las experiencias frustradas en Salamanca y Jaén plantea preguntas sobre los límites y las condiciones de la cooperación académica con un Estado quecarece de plena libertad académica y que controla fuertemente sus instituciones educativas. Aquellas experiencias, ampliamente cubiertas y comentadas en El Independiente, evidencian la tensión entre los objetivos declarados de promoción cultural y las preocupaciones sobre la autonomía universitaria y la influencia diplomática en el diseño de contenidos académicos en un país democrático donde sí se respetan las libertades públicas.
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