A principios de julio el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, se comprometió frente a los suyos a gobernar en solitario tras las próximas elecciones generales. Planteó el popular la disyuntiva "o Sánchez o yo", dando a entender que cualquier apoyo a Abascal no es garantía de gobierno. En cualquier caso, aseguró que no arrinconará a Vox con un cordón sanitario: "Es la tercera fuerza de este país y sus votantes merecen un respeto". El reto se antoja complicado, dado que los sondeos clarifican que cualquier alternativa a Pedro Sánchez por la derecha deberá consensuarse mediante pactos.
La mayor aspiración de Génova en estos momentos es que cualquier relación que deba darse con Vox sea a nivel externo, con pactos programáticos y compromisos a cumplir, pero ello sin que Santiago Abascal y su dirección alcance carteras en el Gobierno. Eso se complica teniendo en cuenta el creciente impulso de Vox en las encuestas. Algo que preocupa ya a los aparatos regionales del PP. Especialmente a los que en el próximo trimestre acudirán a las urnas: Aragón, Castilla y León, y Andalucía. Ven que la dependencia para conformar Gobierno cada vez será mayor y difícil de rechazar si se quiere dar una alternativa que no pase por el PSOE.
Por ahora, en Vox se niegan a exigir entrar en gobiernos de coalición, aunque las exigencias para llegar a pactos, a priori el de Extremadura, van a ser muy duras de asumir. Los de Abascal han comprobado como desde fuera de los consejos de Gobierno la marca despunta más. Además, esa 'independencia' respecto a los órganos de poder permiten a Vox ejercitar un discurso plenamente populista, de antagonismo al bipartidismo y de confrontación total a izquierda y a derecha. Cualquier línea que sobre pase el PP, podrá ser endurecida por Vox en cualquier momento; criticada de no secundarse por los de Feijóo, posteriormente. Es lo que viene pasando en otros países europeos, entre las relaciones de la derecha tradicional y las propuestas radicales que buscan reemplazarla. En Austria, Italia, Chequia, Hungría o Polonia, entre otros, ya lo han conseguido.
No obstante, este rechazo medido a entrar en coaliciones, que viene trabajándose desde la salida de Gobiernos en julio de 2024 por la postura del PP con la inmigración al aceptar un reparto autonómico de 400 menores migrantes no acompañados, en Vox se concibe como una forma de allanar el terreno para las próximas generales. Se quiere ganar posición, reafirmarse como antagonista a PP y PSOE a la vez que progresivamente la formación se abre al voto obrero -ya rozó el 5% en Extremadura, según los primeros estudios postelectorales-. Fuentes nacionales de la organización aseguran que será muy complicado no pedir entrar en Moncloa si Feijóo tiene opciones para llegar a presidir el Ejecutivo.
Por ahora Vox se centra en extrapolar el pacto valenciano al resto de comunidades con el PP, tanto en proceso de investiduras como de negociación de presupuestos futuros
Actualmente, la máxima de Abascal es la de extrapolar las condiciones del pacto valenciano -con los pilares de lucha contra la inmigración ilegal, las políticas verdes o para la rebaja masiva de impuestos- al resto de territorios, y puede que sean las líneas generales -adaptadas al nivel- para empezar a negociar con Feijóo cuando se dé ese escenario. Mientras que el PP valenciano lo asumió para evitar elecciones en el relevo de Carlos Mazón, el aragonés Jorge Azcón se negó a ello para sacar adelante los presupuestos.
María Guardiola deberá decidir si se compromete para evitar una repetición electoral. Aunque su perfil público en esta campaña complica una asunción íntegra. Este viernes el portavoz nacional de Vox, José Antonio Fúster, desde Santander, insistió en el órdago lanzado por Abascal en la jornada posterior a las urnas. "Lo que tiene que pensar la candidata es qué quiere hacer. ¿Quiere seguir con las políticas socialistas socialdemócratas que le han conducido hasta aquí? ¿O quiere de verdad un cambio que necesita?", dijo Fúster.
En el PP se quiere evitar toda posibilidad de condicionamiento. Pero la progresión de Vox este último año no deja lugar a dudas de que el partido de Abascal seguirá creciendo en el nuevo ciclo político abierto con Extremadura. Allí, en un feudo complicado, por el dominio histórico del bipartidismo, los ultraconservadores han aprovechado el desgaste del PSOE, general, así como el descontento ciudadano, para tomar posiciones. Se han duplicado los votos y pasado de 5 a 11 escaños en la Asamblea regional. Se espera seguir siendo determinantes para la gobernabilidad en Aragón, con una izquierda en mínimos y dividida; en Castilla y León, donde fuentes próximas al PP de Alfonso Fernández Mañueco dan por descontada la dependencia de Abascal, y en Andalucía, donde el propio Juanma Moreno ha dejado claro que hay peligro de terminar condicionados por Vox. Su mayoría absoluta está en el aire.
Esa tendencia electoral se ve cada vez más clara en las encuestas. Al cierre de este diciembre de 2025, la media deja a Vox en 59 escaños respecto a los 33 que el partido tiene en el Congreso desde las últimas generales. Se consigue un porcentaje histórico: más del 17%. La escalada ha sido monumental, especialmente a la vuelta de verano, con el inicio del curso político y alentado por escándalos como la corrupción que rodea al PSOE o la falta de iniciativa -es lo que denuncian en Bambú- de Feijóo para presentar una moción de censura.
Vox se mueve en torno al 17% del voto a nivel nacional. Su máximo histórico lo logró en noviembre de 2019, con el 15,21% del apoyo
Desde el inicio de año hasta julio, el partido se ha movido en torno a los 40-45 escaños. Con rachas puntuales por debajo. Sobre todo por la vinculación con Donald Trump en plena guerra arancelaria. Pero durante el verano, con las repercusiones del caso Cerdán o el congreso del PP en el que Feijóo endurecía posiciones, en inmigración, por ejemplo, el crecimiento de Vox ha sido importante. En septiembre ya sobrepasaba de nuevo la barrera de los 50 diputados, con picos de 60 o más en octubre. En paralelo, el PP empezó a bajar de los 150 escaños y ahora difícilmente sube de los 145. En su crecimiento, Vox se aprovecha de la desmovilización en la izquierda, para ganar en los repartos frente a PSOE y Sumar, en segunda y cuarta posición.
Podemos y Sumar, precedentes para Vox
Sobre futuros pactos nacionales, Vox siempre advierte que no quiere situarse en previsiones. Lo hace, por ejemplo, cuando Feijóo alude a promesas cuando llegue al Gobierno. En noviembre, Vox afeó que el popular en el Congreso "repartiese ministerios" al asegurar que habrá una vicepresidencia de Vivienda. "No empiece a repartir, el 23 de julio no le salió bien", le dijo el presidente de Vox.
El precedente asentado estos últimos años no es alentador para Abascal. Las dos fuerzas que han pasado por un gobierno de coalición en esta etapa democrática, Unidas Podemos y Sumar, ambas coaliciones de partidos, han salido de ese periodo de gestión bajo mínimos. Vox, que aspira a asentar un proyecto sólido en los próximos dos lustros, se arriesga a salir perjudicado de una coalición. En parte, ese riesgo viene de la formulación de estas propuestas partidistas. Tanto Podemos, y luego su sucesor, Sumar, son propuestas contestatarias, de oposición más que de gestión. Canalizan el descontento ciudadano, por lo que, a la hora de vincularse con su principal competidor de bloque, véase PSOE-Sumar y PP-Vox, hasta el momento han salido perjudicados.
La diferencia y el equilibrio puede estar en la capacidad de imponer la mayor parte de medidas a su socio mayoritario, algo que Sumar en esta etapa no ha conseguido hacer. Más, por la complejidad de los pactos de gobierno y legislatura, con más de dos partidos a poner de acuerdo. Al cierre de este 2025, a PP y a Vox se le estima una mayoría sólida superior a los 200 escaños. Otra de las diferencias es que Vox puede capitalizar el descontento del electorado conservador si decidiese salir del Ejecutivo. Ya ha demostrado que no le tiembla el pulso para ello y eso le beneficia.
La aspiración de Génova en los próximos meses, a la espera de que Sánchez adelante generales, es ganar el mayor peso autonómico posible, evitar la dependencia de Vox para animar al voto 'útil' frente al PSOE y hacer posible la competencia con un discurso crítico a derecha e izquierda, sin la mochila de pactos. Aunque el de Extremadura tendrá que darse. Al contrario, Vox intentará que la dependencia sea cada vez mayor y poner al PP en un brete al competir por la bandera del antisanchismo. Y a diferencia de Feijóo, Abascal podrá estirar el marco de debate al máximo.
Te puede interesar
Lo más visto
Comentarios
Normas ›Para comentar necesitas registrarte a El Independiente. El registro es gratuito y te permitirá comentar en los artículos de El Independiente y recibir por email el boletin diario con las noticias más detacadas.
Regístrate para comentar Ya me he registrado