Ciencia y Tecnología

Científicos españoles crean una prueba que detecta el VIH a la semana de la infección

Prueba HIV
El biosensor permite detectar el VIH durante la primera semana después de la infección. | CSIC

El diagnóstico precoz es clave en el tratamiento del VIH. Permite una mejor calidad de vida del paciente y ayuda a prevenir nuevas infecciones. El problemas es que las actuales pruebas disponibles necesitan un tiempo que va desde las seis semanas a los tres meses para ser consideradas fiables. Es el ‘período ventana’, el tiempo en que una persona está infectada por el VIH pero las analíticas no lo detectan. Un intervalo muy largo que deja al paciente en la incertidumbre y ralentiza el acceso a las terapias. Ahora un equipo del CSIC ha desarrollado un biosensor capaz de detectar la presencia del virus apenas una semana después de la transmisión.

Cáncer y VIH en la diana

El equipo español que ha dirigido la investigación probó esta tecnología por primera vez en 2014. Entonces buscaban un método eficaz y rápido para detectar los biomarcadores relacionados con el cáncer de próstata y de colon en fase inicial. “Los resultados fueron muy positivos y decidimos probar con el VIH”, explica Priscila Kosaka, bioquímica de origen brasileño que forma parte del equipo.

El VIH se transmite a través de prácticas sexuales sin protección con una persona infectada, de la sangre (compartiendo jeringas) o durante el embarazo, de madre a hijo. En los últimos años se ha producido un repunte de la epidemia, a pesar de que los nuevos tratamientos permiten mejores condiciones de vida para las personas con VIH. Una situación que llevado el mundo científico a volcarse otra vez en la lucha contra el virus del SIDA.

Una prueba del VIH más rápida

“El biosensor está hecho de silicio, mide apenas cinco milímetros y tiene la forma de un trampolín donde se apoyan los anticuerpos capaces de encontrar el antígeno P24”, explica Kosaka.  P24 es una proteína presente en la sangre sólo en las primeras semanas tras la infección. El test desarrollado por el CSIC tiene dos fases: en la primera, el sensor pasa a la muestra de sangre del paciente. Después se sumerge en una solución con nanopartículas de oro tratadas para detectar al virus.

“Los trampolines funcionan como unas balanzas muy sensibles, cuyas vibraciones podemos medir con un láser”. Si se ha producido la infección pesarán más y el patrón de las vibraciones resultará alterado. “El sensor combina una tecnologías mecánica y óptica, que ha aumentado cien mil veces la sensibilidad al P24 con respecto a los test de laboratorio actuales”. Para llevar a cabo el test se necesitan menos de cinco horas, lo que permitiría obtener una respuesta en el mismo día de la prueba.

El Antígeno P24, clave en el descubrimiento

La utilidad del antígeno P24 en la detección precoz del VIH es conocida, pero las pruebas de sangre existentes hasta ahora nunca han alcanzado la fiabilidad del tradicional test de los anticuerpos, la técnica de diagnóstico más utilizada y concluyente. Permite determinar si un individuo está infectado o no, detectando los anticuerpos producidos por el organismo después de la infección. Sin embargo, el sistema inmunitario puede tardar hasta tres meses desde el contagio en desarrollarlos, de ahí el “período ventana”.

Las pruebas que actualmente se efectúan en los centros de salud en España son llamadas de cuarta generación o combinadas. Permiten detectar, en la misma muestra de sangre, tanto el antígeno P24 como los anticuerpos, reduciendo el periodo ventana a seis semanas. Un tiempo que el biosensor desarrollado en el CSIC podría reducir a siete días.

Abaratar los costes, mejorar los tratamientos

Se trata de una tecnología todavía cara que, en opinión de sus desarrolladores, tiene el potencial de convertirse en muy barata. “El sensor se fabrica partir de los chips de los ordenadores” - dice Kosaka  - “el mayor coste inicial podría verse compensado por los beneficios derivados del diagnóstico precoz: el ahorro en tratamientos y pruebas invasivas, sobretodo en el caso del cáncer”. El CSIC, que ha patentado el biosensor, sigue con dos líneas de investigación. Por un la lado busca adaptarlo para detectar diferentes tipos de cáncer en fase inicial y, por otra parte, quiere adaptarlo a los requerimientos médicos para convertirlo en una herramienta de laboratorio en los próximos años.

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