Un señor nacido en 1858 en Bridgnorth, Inglaterra, durante la Segunda Revolución Industrial, le da hoy nombre a una de las investigaciones por presunta corrupción más mediáticas de los últimos tiempos en España: la trama de Luis Rubiales, expresidente de la Real Federación Española de Fútbol.

El hombre en cuestión se llama John Alexander Brodie, que fue un ingeniero civil conocido por sus trabajos para la planificación urbana de Liverpool y que, además, hizo una contribución esencial para el fútbol, un deporte que, precisamente, surgió en la isla británica en la década de los sesenta del siglo XIX. Y es que fue a Brodie a quién se le ocurrió poner redes en las porterías para que no hubiera confusiones a la hora de establecer si, en caso de duda, la pelota había entrado o no.

Brodie, aficionado del Everton, en un partido de su equipo contra el Accrington el 26 de octubre de 1889, vio cómo uno de los goles de su equipo, plenamente legal, fue anulado por el árbitro al creer que el balón, realmente, no había entrado. Su enfado le llevó a pensar en un mecanismo para evitar ese tipo de situaciones, y ahorrarse así disgustos futbolísticos en el futuro. Pocos años después, en 1891, la Federación Inglesa aceptó la idea de Brodie y permitió que se pusieran redes en las porterías.

De ahí, por tanto, viene el nombre -caso Brodie- por el que se ha bautizado a la supuesta red de corrupción que encabezó Luis Rubiales durante sus años al frente de la RFEF.