Quizá porque su vida suele transcurrir con los pies plantados en tierra firme, el ser humano no repara demasiado en la influencia del agua sobre el planeta, cuya superficie ocupa en un 71%. Los océanos ejercen la función de reguladores térmicos, del mismo modo que las plantas absorben gran parte del dióxido de carbono sobre la atmósfera para favorecer la bajada de temperaturas. Suele decirse que la mayoría del oxígeno que respiramos está generado por los bosques (en realidad un 10%) pero el 80% se produce en los arrecifes coralinos, mientras que el resto lo complementa la flora oceánica. De ahí la vigilancia a la que los especialistas en cambio climático someten a los océanos. La cantidad de agua existente no varía, está en movimiento debido a la acción de la energía solar y a la fuerza de la gravedad y cambia permanentemente de estado en los distintos trayectos de líquido a vapor o a hielo, o viceversa.

Según ha revelado una nueva investigación publicada en la revista científica ‘Proceeding of the National Academy of Sciences’, el calentamiento global se ha convertido en la amenaza más seria para la humanidad ya que el impacto que ha provocado en los océanos sería equivalente a los efectos de una bomba atómica por segundo. El artículo también concluye que más del 90% del calor atrapado en las emisiones de gases de efecto invernadero de la humanidad ha tenido que ser absorbido por los mares, mientras que un pequeño porcentaje es el que calienta los continentes y los casquetes polares. Lógicamente, todo ello conlleva una correlación de hechos: la gran cantidad de energía que se concentra en los océanos está provocando el sistemático aumento del nivel del mar. Pero ahí no acaban los daños colaterales pues a su vez provoca la formación de huracanes y tifones con intensidades que hasta ahora no se habían visto, como los huracanes Harvey (2017) y Florence (2018).

Las últimas mediciones llevadas a cabo por los expertos vienen a demostrar que el calor oceánico está siendo fundamental para predecir el futuro del cambio climático. El año 2018 fue el más cálido en los océanos desde que se tienen registros y los datos revelan que los cuatro últimos años ocupan las cuatro primeras plazas en la serie histórica. En concreto, el aumento respecto a 2017 fue de 19,67 x 10 elevado a la 22 julios, una cantidad que, a modo de comparación, es como 388 veces superior al total de electricidad generada por China en un año.

Para la secretaria general adjunta de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Elena Manaenkova, “cada fracción de grado de calentamiento tiene repercusiones en la salud humana y el acceso a los alimentos y el agua dulce, en la extinción de animales y plantas y en la supervivencia de los arrecifes de coral y la vida marina. Asimismo, tiene repercusiones en la productividad económica, la seguridad alimentaria y la resiliencia de nuestras infraestructuras y nuestras ciudades. Afecta también a la velocidad de fusión de los glaciares y el suministro de agua, así como al futuro de las islas de baja altitud y las comunidades costeras. Cada fracción de grado que contribuye al calentamiento global importa”.

Seis bombas por segundo

Sólo hay que echar un vistazo a las hemerotecas para corroborar estas recientes tesis plagadas de nubarrones. El diario británico ‘The Guardian’ llevó a cabo un cálculo acerca del calentamiento promediado durante los últimos 150 años y el resultado ha sido el equivalente a cerca de 1.5 bombas atómicas del tamaño de la de Hiroshima por segundo. Teniendo en cuenta la archiconocida aceleración en la temperatura del planeta, en los últimos años sería aún mayor: el equivalente a entre tres y seis bombas por segundo.

Fondo marino en el Océano Antártico.

Fondo marino en el Océano Antártico. NSF/USAP

Dicho de otra manera, la energía que han absorbido los océanos en este siglo y medio ha sido unas 1.000 veces superior al consumo anual de energía de toda la población mundial. Para alcanzar dicho resultado, los científicos encargados de la investigación combinaron medidores de la temperatura superficial del océano desde el año 1871, basándose en modelos computarizados de circulación oceánica, señalando que este estudio abre una nueva y emocionante forma de estudiar el calentamiento del océano, además de usar mediciones directas.

Finalmente los investigadores advierten que, si no se toman medidas para reducir la emisión de los GEI, a partir del año 2080 los océanos se habrán calentado seis veces más de lo que lo han hecho durante los pasados 60 años, con las catastróficas consecuencias que tal fenómeno ocasionaría en todo el planeta.