La escena en la que Annie Hall se fuma un porro antes de acostarse con Alvy Singer es, en el fondo, un visionario retrato de lo que ahora se llama presentismo laboral. Cuanto más inflexibles son los horarios, más pierden el tiempo en la oficina los empleados.  Sólo que en la obra maestra de Woody Allen, en vez de en la oficina, la escena transcurre en la cama, mientras hacen el amor. Los más cinéfilos lo recordarán:

Alvy: ¿Te pasa algo?
Annie: No, ¿por qué?
— Alvy: No sé, es que estás como distraída.

En ese momento, vemos al espíritu de Annie levantarse de la cama mientras su cuerpo sigue moviéndose entre las sábanas. Que es lo mismo que hacer que tecleas un informe hasta la hora de salir cuando en realidad estás haciendo tiempo en Facebook.

— Espíritu de Annie: ¿Recuerdas dónde puse mi cuaderno de dibujo? Mientras vosotros seguís haciendo eso, creo que voy a dibujar un poco.
Alvy: [mirando a cámara y señalando al fantasma] ¿Ves? Eso es lo que yo llamo distraída.

El sexo, al fin y al cabo, no es tan diferente del trabajo: no es lo mismo hacerlo por placer que por obligación. La gran diferencia es que en 1977, cuando Woody Allen filmó esta obra maestra, lo normal era abstraerse con marihuana en vez de con el Whatsapp.

El sexo, al fin y al cabo, no es tan diferente del trabajo: no es lo mismo hacerlo por placer que por obligación

Según el informe de Adecco, internet y las redes sociales son las formas más frecuentes de ese estar, como decía Neruda, como ausentes. La distracción no sólo nos afecta en el ámbito laboral, también en la esfera privada. Ahora lo normal es estar haciendo cuatro cosas a la vez. Y cada vez más neurólogos advierten de que consumimos más energía de la que ahorramos cuando tratamos de atender a todo. La multitarea es un espejismo.

El presentismo, según los expertos en Recursos Humanos, se soluciona dando a los trabajadores más flexibilidad horaria. Seguro que el psicoanalista de Alvy y Annie estaría de acuerdo.