Sorprendido por la naturaleza de los delitos de los que se le acusa y humillado por cómo se ha desarrollado el proceso judicial. Así ha dicho sentirse José Manuel Fernández Norniella, exconsejero y exvicepresidente de Caja Madrid y de Bankia, durante el interrogatorio en el macrojuicio por el uso de tarjetas opacas por directivos de la entidad.

El que fuera secretario de Estado de Comercio y Turismo en el primer Gobierno de José María Aznar, y presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, y presidente del grupo Ebro Puleva, entre otras facetas profesionales, sigue viendo “algo extraño” en el caso que se investiga en la Audiencia Nacional.

Extraño porque no entiende que se haya montado un escándalo por realizar pagos una tarjeta de la caja que soportaba con su retribución como consejero, y extraño porque le sorprende que se diga que la caja no conocía la existencia de las tarjetas cuando la suya fue anulada al día siguiente de abandonar el cargo, en 2012.

“El secretario del consejo [de Caja Madrid] me dio una tarjeta y me dijo que era un complemento de mi retribución, y que era de libre disposición”, ha relatado. “No pude dudar en ningún momento que estaba dentro de la legalidad más absoluta”. Y sigue sin dudarlo, parece.

Y, por eso, con la voz quebrada, claramente emocionado por momentos durante su declaración, ha lamentado aparecer en el caso “como si fuera un delincuente” y se ha quejado de la humillación que supone. “Hoy he venido aquí humilde. Y entonces [durante la instrucción del caso] fui humilde y también fui humillado”, ha dicho.

Fernández Norniella ha justificado la devolución de todos los gastos realizados con su Visa (hasta un total de casi 176.000 euros durante su etapa en Caja Madrid y otros 9.700 euros más en Bankia) en “toda la presión que había” y para “evitar un escándalo” mayor. Del mismo modo, ha admitido que ha realizado declaraciones de la renta paralelas para incluir esas cantidades como ingresos. “Si se aclara el tema, espero recuperarlo. Aunque sea por vergüenza torera”.