El presidente de EEUU, Donald Trump, añora los años 80. Su política económica y su corte de pelo no dejan lugar a dudas. En los 80 América sí que era grande. La industria manufacturera estadounidense dominaba el mundo, las historias de yuppies la taquilla y decorar rascacielos de color oro aún parecía una buena idea.

Tiempos aquéllos. Ahora, dice Trump, el mundo en general y China en particular, le han robado los empleos a los honrados estadounidenses. Por eso el día de su investidura les prometió “traer de nuevo los empleos a América”.

El caso es que los números no cuadran. EEUU es ahora más fabril que nunca. Manufactura un 85% más de bienes que en 1987. Pero lo hace, claro, gracias a la automatización. Es lo que tiene el siglo XXI.

Si Trump fuerza a las empresas a fabricar en EEUU, en vez de crear empleos van a robotizarse más

Así que si el presidente Trump fuerza a las empresas norteamericanas a abrir nuevas plantas de producción en EEUU es muy probable que lo que éstas aceleren sean sus inversiones en robotización para mantener su rentabilidad.

¿Y quién es el mayor mercado mundial de robots manufactureros? China.

Es decir, que no sólo su exigencia de repatriar fábricas no garantiza más empleos (al menos no al perfil de trabajadores al que se los ha prometido), sino que los productos americanos que el presidente Trump ha pedido a sus ciudadanos que consuman los podrían producir en el futuro máquinas chinas.

La industria del acero, por ejemplo, perdió el 75% de sus empleos entre 1963 y 2002. Antes de maldecir a la globalización, los damnificados de Michigan y Wisconsin deberían echarle un vistazo a este estudio de la Universidad de Princeton en el que es la tecnología lo que explica la pérdida de empleos, ya que la producción se mantuvo.

Así que no han sido ni China, ni México ni los inmigrantes lo que ha dejado sin trabajo a los norteamericanos empobrecidos del cinturón industrial. Ha sido, sobre todo, la automatización.

¿Y quién es el mayor mercado mundial de robots manufactureros? China.

Sin embargo, las empresas americanas, preocupadas tanto por las políticas del presidente como por la susceptibilidad de la opinión pública, están esforzándose por transmitir que van a volver a fabricar en casa.

Una semana antes de que Trump entrara en la Casa Blanca, Amazon anunció que va a crear 100.000 empleos en EEUU en los próximos 18 meses. No advertía su comunicado, sin embargo, que por cada puesto que genera destruye hasta tres empleos de las tiendas tradicionales, según este estudio.

Amazon, que tiene unos de los sistemas logísticos más automatizados del mundo, necesita por ejemplo la mitad de trabajadores que la cadena Macy’s por cada 100 dólares que factura. Y las compras online no dejan de aumentar, mientras las empresas de distribución tradicionales están en declive (Macy's ha anunciado 10.000 despidos en 2017 para invertir en su negocio digital).

La tendencia no afecta sólo al mundo digital. La empresa Carrier, que hace desde aires acondicionados a motores para el ejército americano, acordó con Trump un inversión de 16 millones de dólares para mantener su fábrica en Indiana en vez de trasladarla a México. En una entrevista en la CNBC, sin embargo, su consejero delegado ha reconocido que invertirán ese dinero en automatización y que a la larga, igualmente, se traducirá en menos empleos.

Mientras Trump cancela acuerdos internacionales para fomentar la industria americana, la robotización avanza en todo el mundo. En 2009 se vendieron 60.000 robots  y en 2015 cuatro veces más. Para 2019, la Federación Internacional de Robótica predice que habrá 2,6 millones de robots industriales instalados globalmente. Y la consultora Tractica anticipa un crecimiento de la robótica del 36% para los próximos cinco años.

Los robots no son fruto de un plan maléfico de las empresas para destruir empleo, simplemente buscan la eficiencia que les permita seguir siendo rentables.

Las empresas necesitan robots para adaptarse de producción masiva a personalización masiva

Las fábricas, además, se adaptan a la demanda el consumidor. Según Karen Kharmandarian, gestor del fondo Pictet Robotics, la industria está cambiando “de producción masiva a personalización masiva, pues los consumidores están exigiendo productos y servicios individualizados que sólo pueden ser fabricados rentablemente en plantas automatizadas”.

Es el caso de Nike, que ya personaliza el color y cordones de las zapatillas, incluso con el nombre de su propietario. Tiene que competir con Adidas, también está preparando una fábrica robotizada en Alemania llamada Speedfactory en la que la mayor parte de la producción se encargarán unas impresoras 3D robotizadas. Cuentan con la ventaja de cambiar de un modelo de Adidas a otro rápidamente sin tener que modificar pesadas cadenas de montaje.

Speedfactory, la nueva fábrica robótica de Adidas Adidas

En El Mito y Realidad de la Manufactura Norteamericana, los economistas Michael Hicks y Srikant Devaraj desmontran la idea de que el sector manufacturero estadounidense esté en crisis. Lo que lo está son los empleos porque las fábricas ahora necesitan menos gente (no cualificada) que antes y lo que demandan licenciados. Sólo un 13,4% de la pérdida de puestos de trabajo de la última década la atribuyen al comercio internacional.

Las manufactura en EEUU sigue siendo fuerte, pero necesita menos empleo no cualificado

Esta paradoja imposibilita que Trump cumpla su promesa de devolver los empleos a América. Que en México aún tenga sentido económico contratar trabajadores (normalmente no cualificados), no quiere decir que ésa vaya a ser la opción por la que opten las empresas.  Forzarles a producir en EEUU, acelerará la inversión en una robotización que a los costes de mano de obra de países emergentes aún no compensaba a las empresas.

China lleva ventaja. Lleva años planificando la robotización a través del programa “Made in China 2525”. A medida que han ido aumentando los salarios de los trabajadores chinos, muchas de sus empresas se han embarcado en robótica para mantener su competitividad animadas por el Gobierno que lo está incentivando con subvenciones públicas.

A medida que las manufacturas necesiten de tecnología cada vez más avanzada irá dejando de tener sentido para las multinacionales occidentales deslocalizar sus fábricas en países emergentes. China lo sabe y por eso está acelerando su propia robotización.

Ya no estamos en los 80, por más que su política económica y su corte de pelo se empeñen en lo contrario

La Administración Trump, sin embargo, no ha comentado que tenga en sus planes invertir en estas tecnnlogías ni continuar con los programas de formación que había puesto en marcha su predecesor para adaptar los trabajadores no cualificados a un mundo más robotizado. Darle la espalda a la robotización lastraría la competitividad de la economía americana en las próximas décadas. Y no solucionaría el desempleo de los desplazados por la automatización en la América profunda.

Además de máquinas, las fábricas seguirán necesitando humanos (al menos durante un tiempo), pero con otro perfil mucho más formado, que no es el del votante de Trump. Las fábricas que el presidente ha prometido traer de vuelta no están en China, sólo existen en el pasado. Y ya no estamos en los 80. Por más que su política económica, su corte de pelo y las cortinas doradas con las que ha decorado el despacho Oval se empeñen en ello.