La organización le ha puesto la etiqueta de éxito absoluto a la edición 2017 del Mobile World Congress de Barcelona. La empresa responsable de su organización, GSMA, se ha mostrado contenta con cómo ha respondido la Ciudad Condal a un evento de tal magnitud, por el que este año han pasado 108.000 personas en apenas cuatro días.

Se felicitaban los miembros de la organización y de las administraciones públicas no sólo por el récord de asistentes, sino por la calidad de los mismos. Algo más de 6.100 de ellos eran altos directivos de empresas, a los que más de 3.500 periodistas han dado cobertura.

El evento ha tenido un impacto económico en Barcelona, en apenas cuatro jornadas de desarrollo, superior a los 450 millones de euros, lo que ha significado un rédito muy importante para el gremio de la hostelería y el transporte en una ciudad que, por otro lado, ya tiene esos sectores muy reforzados por la habitual afluencia de turistas.

En cualquier caso, el futuro del Mobile World Congress no deja de ser incierto en Barcelona. Hay una serie de factores que amenazan la importancia que tiene el evento a nivel mundial, y algunos de ellos ya han empezado a dejarse ver en la descafeinada edición de 2017.

Ausencia de avances importantes

Habitualmente este congreso era el marco perfecto para que las marcas y los fabricantes desvelen sus últimos avances tecnológicos, esas herramientas que marcaran la agenda de la industria. Pero no este año.

En 2016 fue la realidad virtual la que empezó a sentar las bases para ser el siguiente gran paso de la tecnología. Samsung llegó a empapelar el evento con sus Gear VR, las gafas de realidad virtual que regalaron a todos los asistentes a su conferencia. Este año, en su evento celebrado en el Palacio de Congresos de Cataluña ni siquiera hubo un minuto -literalmente, pues ni las mencionaron- de protagonismo para la segunda generación de las Gear VR.

Tampoco los coches autónomos sin conductor han destacado por sus nuevas aportaciones. El único foco ha estado puesto en la seguridad, pero han sido elementos que no han desvelado nada nuevo más allá de la evidente necesidad de mejorar en el blindaje del software de estos vehículos.

Los pesos pesados de la industria tecnológica tampoco han hecho acto de aparición. No hubo noticias de HP, la calma fue la tónica general en Intel y los muchachos de Qualcomm no nos dejaron ver el esperado Snapdragon 835 que es, supuestamente, el procesador más potente del mundo. En teoría, los nuevos Xperia de Sony tendrán ese chip en sus tripas, pero aún no están listos y nos hemos quedado con las ganas.

Apple, por supuesto, ni está ni se la espera. Tim Cook no tiene necesidad de viajar hasta Barcelona para parar la industria cada vez que un evento de su compañía se acerca en el calendario, por lo que la presencia de la firma de Cupertino en Barcelona sería una sorpresa mayúscula.

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Tampoco hubo este año un Mark Zuckerberg que salvara los muebles. La organización tenía atada la presencia del fundador de Facebook, pero acabó cayéndose del cartel por motivos de "rotación de los ponentes", según GSMA. Los nombres más rutilantes de este año han sido Reed Hastings, fundador y CEO de Netflix, y John Hanke, el responsable del desarrollo de Pokemon Go.

El primero poco menos que se limitó a leer un comunicado, en forma de conversación con una periodista de la BBC, sin presentar ninguna novedad, mientras que Hanke sólamente confirmó que habrá tres nuevas actualizaciones del juego en 2017.

La amenaza de San Francisco y Shanghai

GSMA es una organización que aglutina a operadores móviles y las compañías que orbitan a su alrededor. Cuenta con casi 1.000 miembros y es, básicamente, la organizadora del Mobile World Congress de Barcelona. Pero no sólo de la cita de la Ciudad Condal.

Entre el 12 y el 14 de septiembre de este año se celebrará en San Francisco el nuevo evento organizado por GSMA, el Mobile World Congress Americas, una cita que simplemente replicará lo que se puede encontrar en Barcelona. Pero en el patio de atrás de Silicon Valley.

Este año será la primera edición de esta nueva fecha en el calendario, y las previsiones ya hablan de que habrá más de 30.000 visitantes y que más de 1.000 empresas estarán presentes para darle lustre a sus nuevas creaciones.

La feria se celebrará en el Moscone Center, que está en el oeste de la ciudad californiana, a apenas 54 kilómetros de Palo Alto, a 62 kilómetros de Montain View y a sólo 64 kilómetros de Silicon Valley. La cercanía no garantiza nada, por supuesto, pero estar a tiro de piedra sí que va a influir a muchas compañías por el ahorro que supone respecto a un vuelo transatlántico.

Por su parte, el evento de Shanghai se celebrará entre el 28 de junio y el 1 de julio, en el Shanghai International Exposition Centre y en los hoteles Kerry y Jumeirah, todos ellos en el este de la ciudad china. El año pasado fue el mayor evento de este tipo celebrado en Asia, y eso no es decir poco, con más de 53.000 visitantes y más de 550 empresas. En este caso, los pesos pesados del continente sí que se personaron en la feria, con Alibaba, China Mobile, LG, Twitter o Huawei mostrando fuerza ante sus competidores.

Una vez más, la proximidad y la importancia de sacar músculo en casa va a provocar que muchas de estos grandes fabricantes se decidan a retrasar o impulsar sus nuevos dispositivos. Quizás no lo haga Huawei por su apuesta global por pelear con Samsung y Apple, pero sí lo harán LG, Xiaomi o el batallón de móviles chinos que dominan el mercado de los smartphones de gama media.

Colau y el contrato con Barcelona

El año pasado Barcelona y GSMA rubricaron un nuevo contrato que dejaría el Mobile World Congress en la ciudad hasta el año 2023, una ampliación respecto a la fecha límite de 2018 del anterior acuerdo. La firma, en cualquier caso, no estuvo exenta de tensión y tiranteces entre ambas partes debido a la llegada de Ada Colau a la alcaldía de la ciudad.

Durante la campaña previa a los comicios locales, Colau se posicionó en contra del congreso, alegando que dejaba riqueza en la ciudad pero que ésta acababa en las manos de unos pocos y no repercutía en el común de la población. Mientras la actual alcaldesa se mostraba en contra, su predecesor en el cargo, Xavier Trias, negociaba la ampliación del contrato con el CEO de GSMA, John Hamm.

Ambos tenían casi todo cerrado, pero Colau decidió poner en suspenso la firma. La decisión no gustó a Hamm, que en todo momento dejó claro que tenía una alternativa muy firme que pasaba por trasladar la feria a Milán. Finalmente la líder de Barcelona en Comú terminó por ceder, seguramente después de echar un vistazo a los números y comprobar que el impacto económico en la ciudad supera los 450 millones de euros en apenas cuatro días, y que se generan hasta 12.000 empleos temporales.

Barcelona le ganó por la mano a París, Munich y Milán en la carrera por ser la sede del Mobile allá por el año 2011, pero desde entonces Hamm no ha dejado de presionar para conseguir rentabilizar al máximo su producto.

El peligro de que en cualquier momento decida romper el contrato siempre está presente. Una de las cláusulas dictan que si hay una huelga de transportes durante la celebración del Mobile, como la del año pasado, GSMA puede terminar la relación de forma fulminante. Del mismo modo, Hamm exigió que se reflejara de forma explícita que la línea 9, la que va hasta la Fira, debe estar operativa en todo momento y que las frecuencias deben ser de tres minutos entre las 7:30 y las 9:30 y entre las 16:00 y las 19:30, los momentos de más tránsito del día. También consta que los trenes deben ser capaces de trasladar al menos a 1.000 pasajeros cada uno.

Es cierto que el contrato la relación que une a GSMA y a Barcelona es beneficiosa para ambas partes, y a buen seguro que el año que viene, si no ocurre nada catastrófico, se celebra una nueva edición del exitoso evento. Pero quién sabe si los cantos de sirena de Milán o Madrid pueden acabar por regalar demasiado los oídos de Hamm.