Por segunda vez en tres años, el aeropuerto de Murcia-San Javier ha ganado el primer premio Airport Service Quality (ASQ) que concede el Consejo Internacional de Aeropuertos en la categoría de instalaciones de menos de dos millones de pasajeros. El galardón ASQ mide la satisfacción de los pasajeros con los servicios aeroportuarios, y es una de las principales herramientas de benchmarking que utilizan para detectar oportunidades y corregir ineficiencias. Se basa en encuestas que valoran 34 aspectos del funcionamiento del aeropuerto, desde los accesos a la atención en el trato, pasando por los tiempos de embarque, seguridad o calidad de las instalaciones.

La buena opinión de los viajeros recompensa el esfuerzo inversor realizado en San Javier, dirigido a poder simultanear el tráfico civil con la actividad militar de la forma más eficiente y segura posible. Primero se le dotó de una terminal de pasajeros de 3.500 metros cuadrados, que en 2004 fue ampliada en su zona de llegadas con 1.100 metros cuadrados adicionales. En 2006 se agrandó también la zona de salidas, que pasó a contar con más mostradores de facturación y una renovada sala de embarque. También se amplió la plataforma de estacionamiento, a la que se dotó de una capacidad para 11 aeronaves comerciales y 10 de aviación general. En 2011 se inauguró la segunda pista, para uso exclusivamente militar, una nueva central eléctrica, y una serie de nuevas dotaciones e instalaciones para dar servicio al tráfico civil existente en el aeropuerto. En total, cerca de 100 millones de euros de inversión. En 2016 San Javier gestionó 1.096.980 pasajeros y 8.272 operaciones.

Que un aeropuerto español gane el premio ASQ es obviamente una gran noticia. Lo sorprendente es que se produzca al mismo tiempo que otras que anuncian la voluntad del gobierno murciano de cerrarlo.  En efecto, el presidente murciano, Pedro Antonio Sánchez, ha pedido reiteradamente a Fomento que traslade los vuelos comerciales de Murcia- San Javier al recientemente construido -y aún cerrado- aeropuerto de Corvera.

Finalizado en 2012, con un coste estimado de 300 millones de euros, Corvera sigue sin abrir sus puertas porque no parece haber suficiente demanda de vuelos. La solución que ha encontrado el Gobierno murciano es pintoresca: cerremos San Javier al tráfico civil y así Corvera tendrá vuelos. El Ejecutivo murciano tiene un interés directo en el asunto: avaló un préstamo de 182 millones de euros para las obras, deuda que tuvo que asumir en 2013 tras la ejecución del aval. Además, sufraga los casi 22.000 euros diarios necesarios para el mantenimiento de las instalaciones, a pesar de no estar aún en funcionamiento.

El presidente de Murcia tiene que licitar la explotación del nuevo aeropuerto, y lógicamente sabe que si se cierra San Javier los posibles inversores de Corvera estarán mucho más interesados. En resumen, para que el proyecto del presidente murciano resulte finalmente rentable tendríamos que hacer tres cosas: cerrar un aeropuerto muy bien valorado por los viajeros, prescindir de los más de 400 trabajadores que han conseguido que el aeropuerto reciba los premios ASQ, y dar por perdidos los 100 millones de euros que Fomento ha ido invirtiendo y que han propiciado esa valoración. A fin de cuentas, debe pensar el presidente, el dinero de Fomento es público y por tanto no es de nadie, como aseguró una ministra en una ocasión.

En este lamentable asunto concurren los males típicos de las decisiones de inversión en infraestructuras. Se producen obras faraónicas realizadas sin dejarse intimidar por minucias como el coste, y sin atender a ordinarieces como la ausencia de utilidad. La vista se pone exclusivamente en el rédito electoral e incluso en la posteridad. En este sentido tal vez tengamos que agradecer al presidente murciano que no se haya hecho erigir una estatua, como hizo Fabra hizo en el aeropuerto de Castellón, versión kitsch del famoso poema de Shelley:

"Y en el pedestal se leen estas palabras:

"Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes:

¡Contemplad mis obras, poderosos, y desesperad!"

Nada queda a su lado. Alrededor de la decadencia de estas colosales

ruinas, infinitas y desnudas se extienden, a lo lejos, las solitarias

y llanas arenas"

 


Miguel Garaulet es diputado de Ciudadanos por Murcia.

Fernando Navarro es diputado de Ciudadanos por Baleares y portavoz de Fomento en el Congreso.