El Banco de España cree que la inflación media se situará este año en el 2,2% (más de medio punto por encima de la previsión del Gobierno), pero advierte de que esta subida se debe al repunte de los precios energéticos que llevaron al IPC hasta el 3% a principios de año. En consecuencia, prevé que a finales de año y en 2018 las tasas de subida de precios sean más moderadas. En esta circunstancia avisa de que no sería conveniente trasladar la subida de la inflación a los salarios en 2017 para que evitar que este repunte transitorio se consolide y lleve a un efecto de segunda ronda, a nuevas subidas del IPC por un incremento irreal de la capacidad de compra. Ello supondría menor competitividad de las empresas españolas frente a las extranjeras.
Pero también supondrá, inevitablemente, una pérdida de poder de compra de los salarios este año para los trabajadores. Ahora bien, si se contienen los salarios, el Banco de España avisa de que también tendrán que hacerlo los beneficios empresariales para no elevar por esa vía los precios. De alguna forma, estas también que perder poder adquisitivo. Y es que si una empresa traslada el aumento de los precios energéticos a los precios, si repercute el coste que le supone producir sus bienes y servicios para no perder márgenes de beneficio en los precios finales, el efecto de segunda ronda también estará asegurado.
Así lo recogen las nuevas proyecciones macroeconómicas del Banco de España, que ha presentado este lunes el director general de Economía y Estadística del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. Su cuadro macroeconómico particular (elaborado sin tener en cuenta el proyecto de Presupuestos para 2017) prevé que el IPC alcance el 2,2% en 2017. Posteriormente, a media que la presión inflacionista de los precios energéticos se suavice, el IPC caerá al 1,4% en 2018 y repuntará ligeramente hasta el 1,6% en 2019.
Prevé que el IPC se sitúe en el 2,2% en 2017 y baje al 1,4% en 2018
En paralelo, el banco emisor espera que la inflación subyacente, que excluye del indicador los precios de los productos frescos y de la energía, crezca del 1,1% en 2017 al 1,8% en 2019. Lo explica, en parte, por un progresivo repunte de los costes laborales de las empresas, en un contexto en el que el traslado de los precios energéticos a otros precios de la economía y a los salarios será "modesta".
Sin embargo, ¿qué ocurriría si en lugar de modesta, esta traslación recogiera por completo el efecto de la subida del petróleo? Del lado de los salarios, es preciso tener en cuenta que una gran parte de los convenios colectivos que se firman entre empresas y representantes de los trabajadores establecen sendas de revisión de sueldos plurianuales, con lo que las subidas retributivas tienen una inercia. Concretamente, alrededor dos tercios de estas subidas se trasladan a años posteriores. Para hacerse una idea, un convenio colectivo firmado en 2015 puede tener efectos en 2017, sin haber previsto entonces la evolución del IPC.
Pues bien, un tercio de los convenios existentes vencerán este año, según el Banco de España, por lo que si se revisan contando con la subida del IPC del 2,2% en 2017, sin tener en cuenta su carácter puntual, este incremento se puede trasladar a los salarios en 2018 y 2019, cuando la inflación se moderará, dando lugar a un efecto de segunda ronda, pues estos mejores salarios pueden empujar al alza los precios.
Pero en la otra cara de la moneda están las empresas. Según ha advertido Hernández de Cos, "una moderación salarial compensada con márgenes empresariales (al trasladar la subidas de precios a precios finales) tampoco permitirá mejorar la competitividad".
Los salarios tendrán que empobrecerse en 2017
Otra cosa diferente es que las subidas de precios finales se produzcan por un aumento de la demanda interna. En este sentido, el Banco de España cuenta con que los salarios se tendrán que contener en 2017 y subir por debajo de la media del IPC. Es decir, los sueldos perderán poder adquisitivo y en los próximos años tenderán a aumentar al compás de los precios, con un incremento en términos reales nulo.
Anticipa que los sueldos perderán poder adquisitivo en 2017
Sin embargo, la demanda doméstica no perderá fuelle este año, aunque reducirá su avance del 3,2% al 2,4%, porque, según el Banco de España, los propios trabajadores también entenderán la subida del IPC como transitoria. Además, alrededor de 500.000 personas encontrarán un empleo este año, de acuerdo con las previsiones oficiales del Gobierno. Estos nuevos ocupados llegan al mercado laboral, con menores salarios, pero con un mayor ímpetu de consumo, con lo que es de esperar que la contención retributiva prevista, antes que recortar drásticamente el consumo privado, reduzca el ahorro de las familias, todo ello en un contexto de desendeudamiento.
Al respecto, este lunes se han conocido nuevos datos sobre estos dos indicadores. Por un lado, la tasa de ahorro de los hogares se situó en el 7,7% de su renta disponible en 2016, medio punto menos que en 2015 y la más baja desde 2007 (5,9%), según el Instituto Nacional de Estadística (INE). En paralelo, la deuda de las familias se redujo en 1.962 millones de euros en febrero respecto al mes anterior (-0,3%), después de haber cerrado 2016 con un descenso del 1,7%, según datos del Banco de España.
Esta previsión de sostenimiento de la demanda interna, junto a unas exportaciones que crecerán este año a un ritmo del 6,1%, explica que, de acuerdo con las previsiones del Banco de España, el PIB vaya a crecer un 2,8% este año (tres décimas más que la proyección oficial). Y ese crecimiento es el que está en juego y por el que el organismo que dirige Luis María Linde pide preservar la competitividad.
Sin embargo, el banco emisor espera que este crecimiento no tenga una traslación al empleo tan directa como cree el Ejecutivo, y es que con mayor crecimiento espera un tasa de paro del 17,5%, frente al 16,6% oficial.
Hernández de Cos no ha querido entrar a valorar todo lo que rodea al proyecto de Presupuestos para 2017. Tampoco si la previsión de ingresos, con un incremento esperado del 7,9%, es demasiado optimista. No obstante, con un crecimiento superior anticipa que el objetivo de déficit público para este año, del 3,1% del PIB, no se cumplirá, y que finalmente la desviación será del 3,3%.
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