El Gobierno no quiere una salida de la crisis con bajos salarios y por eso se lanzó antes del verano a reclamar a los empresarios mayores subidas retributivas en línea con el ciclo económico. La ministra de Empleo, Fátima Báñez, fue la primera en reclamar este cambio de marcha en la negociación colectiva, pero a la hora de dar más explicaciones lo dejó ahí.

Poco después, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, señaló que el déficit previsto para la Seguridad Social en 2018 sería menor del inicialmente previsto --del 1,2% del PIB al 1,1%-- por una mayor recaudación por cotizaciones derivada de las subidas salariales que en principio iban a pactar patronal y sindicatos para 2017.

Sin embargo, este pacto no llegó finalmente a buen puerto y lo que Montoro no acabó de decir en ese momento es que la moderación salarial también durante los primeros años de la recuperación económica, desde 2014, está afectando a los ingresos tributarios por la vía del IRPF.

De acuerdo con el informe de recaudación correspondiente a 2016 publicados por la Agencia Tributaria, la economía española creció un 3,2% el pasado año, con una intensa creación de empleo. Sin embargo, en este contexto, Hacienda gestionó una recaudación tributaria de 186.249 millones de euros, un 2,3% más que en 2015, pero 7.271 millones inferior a lo presupuestado.

Es decir que, mientras que el PIB creció dos décimas más de lo previsto, la recaudación se quedó en el 96,2% de lo previsto. Aún así, el Gobierno logró finalmente cuadrar el déficit, que fue del 4,33% del PIB frente al 4,6% comprometido con Bruselas, pero con unas medidas desesperadas a final de año para corregir, en parte, el fiasco en el Impuesto de Sociedades y otras de control del gasto.

En el caso de Sociedades, el grado de cumplimiento de la previsión de ingresos fue del 87,2%. Sin embargo, los problemas no se centraron únicamente en esta desviación. Hacienda admite que "el crecimiento de los precios y los salarios fue muy inferior a lo previsto, lo que moderó el incremento de las bases imponibles". "El 85% de las desviación se produjo en los impuestos que gravan la renta de las personas físicas y de las Sociedades", concreta.

Así es que, en lo que se refiere al IRPF, la recaudación también quedó en 2016 un 4% por debajo de los presupuestado. Mientras que el proyecto de Ley de Presupuestos partía de un aumento de la remuneración por asalariado del 1,4%, finalmente "no se registró ninguna subida", de la misma forma que, añade el informe, "igualmente sorprendió la intensidad en la caída en las ganancias patrimoniales y en los tipos de interés de los depósitos bancarios".

El Gobierno no quiere bajos salarios también 2017

Los datos tampoco no son halagüeños en 2017. La primera llamada de atención se produjo cuando se conocieron los datos de recaudación hasta el mes de abril. Los ingresos tributarios se dispararon un 10,3% en términos homogéneos (corregidos los ritmos de devolución del IRPF, los aplazamientos de entes públicos, etc). Sin embargo, mientras que las modificaciones en Sociedades permitieron superar con creces las previsiones de ingresos por este impuesto, y el IVA, en menor medida, también avanzaba a buen ritmo, el IRPF no lograba remontar el vuelo.

El impuesto que grava la renta de las personas físicas, cuya recaudación prevista para este año asciende a 78.027 millones de euros, un 7,7% más que el pasado año, crecía solo un 2,9% hasta abril. Este dato se elevaba al 4,3% en términos homogéneos. En aquel momento, la Agencia Tributaria alertó de que el principal impulso de la recaudación procedió de la creación de empleo y la masa de pensiones, puesto que el salario medio y el tipo efectivo solo mostraban hasta la echa "pequeños avances”.

Los datos de recaudación tributaria hasta junio muestran que la recaudación por IRPF sigue siendo inferior a la necesaria para cumplir el Presupuesto, ya que avanza a un ritmo del 3,3% --5,2% en términos homogéneos--. En paralelo, la subida salarial pactada en convenio lleva estancada en torno al 1,3% gran parte del año.

Sin acuerdo salarial para 2017

Con estas vinculaciones de fondo, el Gobierno ha animado a patronal y sindicatos a cerrar un acuerdo salarial para este año con incrementos salariales en línea con el avance de la economía, sin concretar cifras. Sin embargo, este pacto no ha sido posible y los sindicatos han avanzado que darán la batalla el próximo otoño y que todo se decidirá en las mesas de negociación de los convenios pendientes. Según fuentes sindicales, son precisamente estos convenios los que concentran los salarios de partida son más bajos.

Hay mucho en juego no solo para los trabajadores y las empresas. Montoro anticipó hace alrededor de un mes que las comunidades autónomas podrían tener una décimas más de margen de déficit el año que viene gracias a que la Seguridad Social contaría con mejores ingresos por cotizaciones confiando en la evolución de la negociación colectiva.