Cataluña logró en 2010 por primera vez en su historia que sus exportaciones a países extranjeros superaran a las ventas con destino a otras comunidades autónomas de España.  Un hito, una gesta, que entró para quedarse en el argumentario nacionalista como muestra de que la economía catalana se abría al mundo e iba rompiendo ataduras con España.

Las empresas catalanas, como el resto de compañías españolas, hicieron de la necesidad virtud y aprovecharon la crisis económica para buscar nuevos mercados para vender sus productos porque la economía doméstica estaba en punto muerto. Cataluña ha mantenido en los últimos años el volumen de sus exportaciones al resto de España sin grandes cambios –con continuos pero pequeños dientes de sierra, con una ligera tendencia a la baja- pero a la vez ha elevado sustancialmente las ventas a otros países.

Las exportaciones catalanas al resto de España cayeron el año pasado un 1,6%, hasta los 38.861 millones

Tras dos años consecutivos de crecimiento, en 2016 tocó caída. Las empresas catalanas acumularon el año pasado ventas al resto de España por importe de 38.861 millones de euros, un 1,6% menos que en 2015, según el último informe sobre comercio interregional que elabora el Centro de Predicción Económica (Ceprede) con datos facilitados por los propios gobiernos regionales, entre ellos la Generalitat catalana.

Las exportaciones catalanas al resto del mundo siguieron al alza, hasta alcanzar los 65.142 millones de euros, un 1,9% más. Con las ventas a España cayendo ligeramente y las ventas internacionales con continuas subidas, la cuota de unas y otras en el sector exportador ha cambiado sustancialmente desde ese 2010 en que prácticamente estaban empatadas. Las exportaciones al resto de España concentraron el año pasado el 37,2% de todas las ventas de Cataluña, frente al 62,8% que representa el resto del mundo.

La salud de la balanza catalana

El peso absoluto de España en el sector exterior catalán cae. Pero la salud de la balanza comercial de Cataluña sigue dependiendo exclusivamente de las ventas al resto de España. Las exportaciones a otras comunidades siguen siendo el único salvavidas que permite a Cataluña sortear los números rojos en su balanza.

El año pasado, el sector exterior catalán logró un superávit 4.865 millones. Sólo el saldo positivo de las relaciones comerciales con España (la diferencia entre el importe de exportaciones y el de importaciones) sirve para enjugar el fortísimo déficit que Cataluña presenta en sus ventas a otros países.

El saldo positivo de las ventas a España (17.548 millones) sirve para tapar el déficit con el resto del mundo (12.683 millones)

El comercio de bienes a otras comunidades españolas presenta un saldo positivo para Cataluña de 17.548 millones de euros. Pero la región compra al resto del mundo mucho más de lo que consigue vender, y el saldo con el resto del mundo presenta año tras año importantes déficits, que fue de 12.683 millones en 2016. Sin la inyección que aporta el comercio con el resto de España, la balanza comercial de Cataluña estaría en negativo.

Una eventual independencia de Cataluña no haría desaparecer las relaciones comerciales. Pero anticipar -como se ha pretendido desde el secesionismo- que la ruptura no tendría consecuencia alguna en la evolución de las ventas y que la inyección económica que suponen  las ventas al resto de España se mantendría a España se adivina como puro voluntarismo.

La imposición de aranceles por la salida de Cataluña de la Unión Europea o simplemente el denominado efecto frontera (por el que la relación comercial entre territorios es menos fluida formando parte de distintos países, incluso a pesar de que exista proximidad) ponen en riesgo al menos parte de esas exportaciones a España que rozan los 39.000 millones anuales. Ésas que impiden que la economía catalana sufra un abultado déficit comercial.