La conflictividad laboral en Ryanair está en ebullición. La aerolínea irlandesa se ha visto asolada en las últimas semanas por una avalancha de reclamaciones por parte de su personal -tanto pilotos como tripulantes de cabina- que amenaza con extenderse en el tiempo.
Este mismo miércoles, los pilotos de la compañía en Suecia y Bélgica han anunciado paros para el próximo 10 de agosto, la misma medida que habían acordado -aunque sin concretar fecha- dos días antes los pilotos alemanes. Y hace escasos días, el 25 y el 26 de julio, la compañía tuvo que suspender varios centenares de vuelos por la huelga de su tripulación en España, Portugal y Bélgica.
Todo este ruido no ha pasado desapercibido sobre los parqués bursátiles. Los inversores han castigado con contundencia a Ryanair, que ha visto decaer el precio de sus acciones cerca de un 19% en las últimas doce sesiones, situándose en sus niveles más bajos desde noviembre de 2016. Su valor en bolsa ha descendido, en este periodo, cerca de 3.500 millones de euros, hasta los poco más de 14.950 millones actuales.
Las acciones de la compañía acumulan un retroceso próximo al 19% desde que se intensificó la tensión laboral
Más allá de las indemnizaciones que la compañía se verá obligada a asumir por las cancelaciones de vuelos, los inversores parecen haber puesto el foco en el intenso esfuerzo en precios que la compañía se está viendo obligada a realizar para atraer a una clientela recelosa por el impacto de las sucesivas huelgas. Ya las últimas cuentas de la aerolínea, en las que reportó un descenso de sus beneficios del 20%, reflejaban una caída del precio medio del billete, en un entorno de elevada competencia, y alertaba de que el escenario actual de conflictividad laboral dificultaba sus intenciones de elevar los precios en los próximos trimestres.
Y este problema podría ir a más, ya que la compañía se muestra, hasta el momento poco dispuesta a escuchar los reclamos de los trabajadores, que considera injustificadas y que podrían poner en cuestión su propio modelo de negocio, al elevar los costes de personal -que ya experimentaron un fuerte repunte, del 34%, en el último trimestre- en un momento de especial complejidad para el negocio.
No en vano, los analistas de Alphavalue señalaban recientemente un drástico recorte de sus previsiones de ganancias de Ryanair en los próximos años por un cúmulo de amenazas: el encarecimiento de los precios del combustible, los crecientes conflictos con los trabajadores y "la fuerte sobrecapacidad existente en Europa que penaliza a Ryanair, en concreto sobre su objetivo de llenar los aviones tanto como sea posible, ejerciendo presión sobre las tarifas promedio".
La firma de análisis gala advierte que los problemas que enfrenta la compañía que dirige Michael O'Leary "se mantendrán vigentes durante mucho tiempo" y añaden, además, la amenaza de un Brexit duro, "un escenario que definitivamente afectaría las rutas y el accionariado de Ryanair".
La compañía tiene poco margen para ajustarse al exceso de capacidad del sector al tener pocos aviones bajo alquiler
Con todo esto sobre la mesa, las esperanzas de la aerolínea irlandesa, líder en pasajeros en Europa, pasan por un escenario de mayor concentración en Europa, que reduzca el exceso de capacidad y, por ende, de competencia, que afecta al negocio. "Mirando más allá de los próximos dos meses, donde la combinación de un pico en la capacidad de la industria y las huelgas de tripulación están afectando adversamente las tarifas y ganancias, la consolidación en el sector ofrecerá a Ryanair una oportunidad de crecimiento considerable", señalaban recientemente los analistas de Cantor Fitzgerald.
Sin embargo, hasta que este escenario se concrete, Ryanair podría afrontar serias dificultades, porque, entre otras cuestiones, "el número de aviones alquilados es muy bajo, lo que ofrece poco margen de maniobra".
En este complejo escenario, la tensión laboral que azota a la compañía aparece como el tiro de gracia a la confianza de los clientes y, aún en mayor medida, de los inversores, que empiezan a dar la espalda a una compañía que ha sido la mejor apuesta en el sector desde hace mucho tiempo. Si entre el verano de 2014 y el de 2017, Ryanair registró ganancias en el entorno del 200% -triplicando las de sus competidores europeos-, en el último año ha visto esfumarse alrededor de un tercio de su valor, mientras IAG, Lufthansa o EasyJet han acumulado alzas superiores al 10%.
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