La energía afronta una transformación sin precedentes. En este proceso, las redes eléctricas son el sistema circulatorio del nuevo modelo energético y la plataforma necesaria para la transición hacia una economía descarbonizada, que favorezca la integración de más renovables, así como las ciudades inteligentes, la movilidad sostenible y el autoconsumo.

En los últimos años, las redes de distribución eléctrica en España han abordado un proceso sin precedentes: su digitalización.

i-DE, la compañía de distribución de Iberdrola, ha destinado 2.000 millones de euros a convertir en inteligentes sus redes, con la instalación de casi 11 millones de contadores digitales y la infraestructura que los soporta y la adaptación de alrededor de 90.000 centros de transformación en España, a los que ha incorporado capacidades de telegestión, supervisión y automatización.

El proyecto, uno de los más avanzados del mundo, se ha convertido en motor para la innovación tecnológica y posiciona a nuestra industria, con la colaboración entre empresas eléctricas y fabricantes, en un referente internacional de soluciones digitales escalables a otros países.

Este proceso ha transformado la relación del cliente con la energía -haciéndole partícipe de un uso más responsable y eficiente de la electricidad- y está incidiendo en la mejora de la eficiencia de la red y la calidad de suministro, pero además constituye una pieza clave para hacer posible iniciativas y tendencias que están cambiando nuestra economía y nuestra sociedad, como son las ciudades inteligentes o smartcities, el vehículo eléctrico y el autoconsumo; todo ello, en base a la integración de más energía renovable, proveniente de fuentes limpias y sin emisiones de CO2.

Redes y ciudades inteligentes

Las smartcities basan su funcionamiento en el uso de las tecnologías de la información y comunicación en tiempo real, haciendo de ellas un entorno más eficiente y mejorando la calidad de vida de los ciudadanos.

El despliegue de una red eléctrica inteligente permite también incorporar la ‘traza neuronal’ de la red a las ciudades, aportando más y mejor información para optimizar los costes de los servicios municipales y promover el ahorro y la eficiencia energética. Y con ello, su efecto determinante en la calidad del aire.

i-DE, la compañía distribuidora de Iberdrola, desarrolla en muchas ciudades españolas un modelo de smartcity, centrado en cuatro áreas estratégicas: la movilidad eléctrica, las infraestructuras de redes, la eficiencia en el uso de la energía y la sensibilización ciudadana:

  • En movilidad, pone a disposición de los municipios su conocimiento de las redes eléctricas para impulsar un plan de despliegue de puntos de recarga eficiente y económico, accesible a todos los ciudadanos;
  • En infraestructuras, potencia el desarrollo, la innovación y digitalización de las redes eléctricas para seguir mejorando en los aspectos que intervienen en la calidad de suministro y la atención a los ciudadanos;
  • En energía, busca soluciones energéticas sostenibles y eficientes para los municipios, para reducir los costes energéticos de la ciudad;
  • En sensibilización, mediante tecnologías de la información, proporciona datos de la red de distribución relacionados con consumo, integración de renovables y penetración de movilidad eléctrica que ayuden en la gestión óptima y contribuyan a la concienciación de los ciudadanos.

La inteligencia de las redes para la movilidad sostenible

Las redes también van a ser claves para la movilidad sostenible. El informe“Los retos y las necesidades de las redes para el despliegue eficiente de la infraestructura de recarga del vehículo eléctrico” de Deloitte estima una producción de 1,4 millones de vehículos eléctricos en España en el año 2030, lo que conllevaría a unas ventas de este tipo de vehículos de entre de ocho y doce millones en la UE en el mismo año.

Una de las claves de la movilidad sostenible es contar con una red digitalizada y adaptada a las nuevas necesidades. Los expertos aseguran que España cuenta con una red de distribución preparada para dar cabida a la penetración de vehículos eléctricos. No deberían existir, por tanto, problemas para la adopción masiva del coche eléctrico. Las inversiones necesarias rondarían los 1.400 millones de euros, un 4% de la inversión total prevista hasta 2030.

La red inteligente sienta las bases para el desarrollo de sistemas de gestión inteligente de las recargas, smartcharging. En primer lugar, porque permite monitorizar la red para mejorar su operación. Asimismo, serán claves para optimizar el proceso de recarga de los vehículos eléctricos y favorecerán la integración de tecnologías Vehicle to Grid (V2G), que permiten que el propio vehículo eléctrico preste servicio retribuido a la red eléctrica.

Otra de las ventajas de una red y recarga inteligente es que contribuye a adaptar la demanda a la capacidad de la red, limita la demanda en las horas punta, reduce las congestiones y minimiza las necesidades de esfuerzo de la red. Por ello, la implementación de sistemas de recarga inteligente, unidos a la digitalización de la red podrían reducir las inversiones en hasta un 70%, según algunos estudios.

Redes eléctricas y autoconsumo

Las redes deben ser también el elemento vertebrador que permita integrar los recursos distribuidos entre las líneas de media y baja tensión. Son una parte activa del suministro y desempeñan un papel fundamental en la interconexión.

Expertos prevén que será necesario conectar más de un millón de instalaciones de autoconsumo en los próximos años, posibilitando al usuario final verter a la red el sobrante de energía que produzca, lo que implica nuevos requerimientos para mantener los requisitos de seguridad del suministro, como nuevos sistemas de protección y reguladores de tensión.

Por ello, las inversiones en nuevas tecnologías y en una mayor digitalización van a ser claves para alcanzar esta integración.Deloitte calcula que serán necesarias inversiones en torno a 14.000 millones de euros en modernización y actualización de la red -centros de transformación, subestaciones y redes de transporte- hasta 2030 para que esta integración sea una realidad y se realice de forma eficiente.