El entrada en vigor del estado de alarma, que arrancó el 14 de marzo, provocó un desplome inmediato del consumo de combustibles en España. Las restricciones de movilidad que implicaba frenó los desplazamientos con vehículo propio, un menor uso de los transportes y una menor actividad empresarial en general que tumbó la demanda de carburantes.
El desplome fue histórico en apenas unos días. La Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores) en su último informe relativo al mes de marzo confirma un descenso del 25,2% del consumo de todos los tipos de combustibles de automoción, con 1.769 kilotoneladas, la menor demanda desde hace más de 20 años, desde enero de 1999.
En el caso de las gasolinas el derrumbe fue aún mayor. El consumo de gasolinas cayó un 34,4%, hasta 276 kilotoneladas, con lo que se hundió hasta su menor nivel desde febrero de 1973, hace casi medio siglo. La demanda de gasóleos, más ligados a la actividad profesional e industrial, descendió en marzo un 23,2%, con 1.493 kilotoneladas, un nivel desconocido desde febrero de 2002.
Grandes caídas que se produjeron con el estado de alarma en vigor solo la mitad del mes. El sector petrolero anticipa que los descensos en abril (cuando además se reforzó la hibernación empresarial) fueron mucho mayores y que lo seguirán siendo en mayo.
Repsol, que gestiona la mayor red de gasolineras de España con un total de 3.400, apunta que en abril las ventas de carburantes registraron una caída del 57% en abril, aunque en los peores momentos del confinamiento reforzado y el mayor parón empresarial se registraron semanas con hundimientos del 85% del consumo.
Y la petrolera anticipa que las caídas continuarán, con un derrumbe del 50% de las ventas de carburantes de automoción del 50% en mayo y que aún se mantendrá con un retroceso del 25% en junio, según las previsiones desveladas por el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, en una conferencia con analistas tras presentar los resultados financieros trimestrales del grupo.
Las petroleras se preparan para que en el escenario de nueva normalidad que se produzca tras el control de la pandemia y el fin de las restricciones haya una movilidad diferente a la actual. Diferente, pero tocada por efectos contrapuestos y que harán se contrarrestarán. Por un lado, la extensión del teletrabajo hará que haya menos desplazamientos, pero la falta de confianza de los ciudadanos frente el coronavirus previsiblemente provocará un mayor uso del vehículo privado frente al transporte público y el alquiler de coches, según el análisis que maneja Repsol.
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