El pasado abril, en la fase más dura del confinamiento (con las escuelas cerradas, con una ola masiva de teletrabajo,  con la salida de casa tasada y por horas…), el consumo de gasolina y gasóleo tocó fondo en España, volviendo a niveles desconocidos desde hace varias décadas. La movilidad estaba duramente restringida para evitar la proliferación de contagios de Covid y la demanda de combustibles de automoción se hundió con buena parte de los coches parados y por el parón de la actividad económica.

Desde entonces el consumo de gasolinas y gasóleos de automoción no había dejado de recuperarse, creciendo las cantidades consumidas de un mes para otro y con caídas cada vez menores en relación a las cantidades repostadas un año antes. No es sólo un bache de un mes para otro (algo habitual), es que la comparación con el año anterior también agudiza la caída, según se desprende de los últimos datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores).

La demanda combustibles de todo tipo de automóviles  crecieron en mayo (un 45,7% más frente a los datos del abril negro), crecieron en junio (un 37,4% más que en mayo), crecieron en julio (un 23,4% más que el mes anterior)… Pero en agosto, cuando ya empezaron a proliferar los contagios y se alumbraba una segunda ola de pandemia, han vuelto a caer.

En agosto, mes clásico de operaciones de salida y de retorno, y de gran actividad económica en otros sectores ligados al turismo, el consumo de carburantes de automoción descendió un 9% frente a los datos del mes previo, hasta quedarse en los 2,2 millones de toneladas, y con caídas tanto en las gasolinas como en los gasóleos (más vinculado a las actividades profesionales).

Los descensos entre un mes y otro no tienen por qué ser especialmente significativos. En las últimas décadas, son mayoría los años con crecimientos entre los meses de agosto y julio, pero también se acumulan varias caídas esporádicas (para la última no hay que irse muy lejos, se produjo el año pasado).

Sin embargo, este agosto es particular por venir de niveles deprimentes de consumo, lo que sí puede hacer significativa la caída frente a los volúmenes de julio. Y además, este agosto también se ha frenado la tendencia de los últimos meses que venía reflejando menores caídas interanuales de manera constante.

Ya en marzo, con el arranque del estado de alarma a mitad de mes, el consumo de gasolinas y gasóleos cayó un 25,2% frente a un año antes; en el histórico abril se hundió un 59,1%; en mayo el descenso fue del 42,9% interanual, ahí arrancaba tímidamente la recuperación; en junio la caída se quedó en el 18,8%; en julio continuó la recuperación de manera sólida y se registraba una caída del 10,4%.

Pero en agosto el porcentaje de caída se intensifica otra vez y el consumo de combustible desciende un 12,4%, con caídas mayores a meses anteriores tanto en gasolinas (-10,2%) como en gasóleos (-13%). Según destaca Cores en su último informe, aún con datos provisionales, el consumo de gasolinas (472 millones de toneladas) se sitúa en un consumo similar al de agosto de 2017, pero en el caso del diesel (1.727 millones de toneladas) se trata del peor dato desde hace casi dos décadas, desde 2003.

En lo que va de año, y tras el desplome de abril y las caídas de los meses aledaños, la demanda de carburantes para automóviles acumula un descenso aún del 21%, con sólo 15.270 millones de toneladas en ocho meses. Las caídas se registran tanto en diésel, con un 20,2% menos, como de manera más intensa en gasolinas, con un derrumbe del 24,4% entre enero y agosto.

¿Y si la recuperación ha tocado techo?

Entre las compañías petroleras hay diferentes impresiones sobre cómo evolucionará la demanda, pero empieza a cundir el temor a que el consumo de combustibles no vuelva a los niveles previos a la pandemia nunca. Tras el hundimiento de abril, la demanda de combustibles se había venido recuperando a razón de cerca de un 5% semanal. Pero la recuperación ahora frena.

“Quizá hemos tocado techo en la recuperación. Los niveles de consumo del 10 o el 15% por debajo de los niveles de antes del Covid se van a quedar”, auguraba Luis Aires, presidente de BP España, hace unas semanas. “La crisis económica, la mayor eficiencia de los vehículos, la expansión del coche eléctrico… Es muy probable que no volvamos a recuperar ese consumo, que el pico de demanda de 2007 no lo volvamos a ver”, vaticinaba.

En esas mismas jornadas del sector energético, el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, mostraba aún más dudas sobre las propias dudas de su rival y evidenciaba un “moderado punto de prudentísimo optimismo” sobre las ventas futuras de combustible.

Y es que el análisis desde Repsol es que ahora se utiliza más el vehículo propio para evitar el transporte público, que el teletrabajo es muy limitado, que el boom del comercio online dispara las necesidades de transporte para el reparto… “No sé si el consumo se va a recuperar plenamente o va ser menor en los próximos tres años, pero en la anterior crisis económica pensábamos que jamás se iba a recuperar y luego ha crecido mucho”.