Economía

El síndrome del trabajador quemado es ya un trastorno laboral: ¿por qué estamos más cansados que nunca?

Un hombre revisa su teléfono móvil.

EFE/ Idrees Mohammed

En abril de 2020, Jesús encontró las palabras para definir cómo se encontraba en relación con el trabajo: "Estoy socarrat", escribió a sus amigos. No quemado, esa expresión ya la usaba demasiada gente y él se encontraba peor: chamuscado, pero chamuscado a fuego lento, y, en consecuencia, completamente hastiado, desilusionado, harto del trabajo. Poco después, dimitió.

Como él, 24 millones de estadounidenses dejaron sus empleos de manera voluntaria en apenas seis meses del año pasado, según la encuesta que elabora el Departamento Laboral del país. Es lo que se ha bautizado como La Gran Dimisión.

Y desde este enero, el síndrome del trabajador quemado o burnout ya es un trastorno ocupacional según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Entra así dentro de la Clasificación Internacional de Enfermedades y ya existe para la comunidad internacional, aunque aún no está reconocido en España.

La OMS declaró el burnout un trastorno ocupacional en mayo de 2019, es decir, antes de que estallase la pandemia, pero ha entrado en vigor ahora, coincidiendo con lo que muchos ven como el momento de mayor hastío hacia el trabajo.

Es imposible saber cuántos españoles están quemados por su trabajo, apuntan los expertos. Cuando los médicos detectan los síntomas relacionados con este trastorno, asociado con el estrés a largo plazo y ligado con lo laboral, suelen diagnosticar un cuadro ansioso o depresivo. Pero no todos los españoles con ansiedad o depresión las padecen a causa del trabajo.

Por esa misma razón, es complicado saber si se trata de un fenómeno más extendido en la actualidad que durante años anteriores. Lo que la psicóloga del trabajo Isabel Aranda sí tiene claro es que hoy por hoy está muy relacionado con el abuso de la tecnología, con la hiperconectividad y con la pandemia del coronavirus, que nos ha llevado a un estado de incertidumbre y preocupación constante.

"La rapidez que implica el uso de medios tecnológicos fuerza el funcionamiento del cerebro y fuerza que nosotros tengamos que procesar la información con mucha más rapidez. Eso nos agota. Por otro lado, el miedo que ha provocado la pandemia, la sensación constante de estar en peligro son factores muy importantes que están potenciando el desgaste", explica.

"A todo ello se une el teletrabajo o no teletrabajo, que fuerza mucho psicológicamente, te obliga a estar muy en alerta, junto a factores vinculados a la tarea, como tareas mal organizadas, sobrecarga de labores y la rapidez del trabajo", analiza la doctora y también vocal de Psicología del Trabajo del Colegio de la Psicología de Madrid.

El sociólogo Óscar Pérez Zapata coincide con ella en el papel clave de la tecnología y de la pandemia en la salud mental de los trabajadores, pero sobre todo destaca que cada vez la carga laboral es mayor y debemos llevarla a cabo en un periodo de tiempo más corto, lo que lleva a hacer un sobreesfuerzo para sacar adelante el trabajo que ya se convierte en diario.

Zapata, también profesor e investigador de la Universidad Carlos III de Madrid y la Universidad Pontificia Comillas, asegura que en los últimos 30 años se ha doblado la intensidad del trabajo que realizamos y destaca que el estrés provocó la mitad de las bajas laborales del curso 2019-2020 en Reino Unido. Los trabajadores afectados faltaron 17,9 millones de días.

«Esto es un invisible muy gordo», explicó ya a este medio Zapata. «Imagina la cantidad de dinero que se gastan los estados en salud. ¿Cuántos problemas de salud están motivados, condicionados o agravados por el trabajo?».

Si se tomasen medidas por parte de las empresas contra el estrés, ¿cuánto dinero podrían haberse ahorrado? Es algo que también resalta Álvarez, recordando que desde los años 70 existen test para detectar el burnout y que las empresas están obligadas a la prevención de riesgos laborales, lo que incluye enviar a los trabajadores unas normas de cuidado psicológico.

La buena noticia del síndrome del trabajador quemado es que tarda en desarrollarse entre 4 y 8 años y que puede prevenirse y también revertirse. El problema es la capacidad económica para afrontar estos problemas en un momento en que la demora es de entre 4 y 6 meses, según Álvarez, para acceder a un psicólogo en la sanidad pública española.

¿Cómo reconocerlo?

La psicóloga califica el burnout como una situación de “estrés sostenido y continuo, continuo, continuo”. Por eso, para reconocerlo la persona debe darse cuenta de que está sometida a una situación de estrés, que se reconoce por los siguientes síntomas, tanto físicos como mentales y conductuales.

Es preciso recalcar que padecer uno o varios de estos síntomas no significa que una persona tenga estrés, pero "cuando tienes un conjunto de estos síntomas de estrés de los tres campos empieza a sonar a estrés", algo que es importante identificar para ponerle remedio.

  • Físicos: tensión alta, problemas de estómago, problemas digestivos, taquicardias contracturas musculares, alteraciones del menstruación, entre otros.
  • Alteraciones emocionales: altibajos -puedes echarte a llorar y también a gritar-, dificultad para entender las cosas -“tienes que leer tres veces algo”-, dificultad de concentración y para hablar.
  • Alteraciones conductuales: comes más, o menos, engordas o adelgazas; conductas de riesgo -como conducir alocadamente-, alteraciones en la conducta sexual, fumar, estar más desorganizado o al revés, más compulsivamente organizado, te vuelves más obsesivo.

Ante estos síntomas, la experta consultada recomienda aprender a gestionar este estrés a través de profesionales que enseñan a desconectar del trabajo. "Y se notan los cambios desde el primer día, pero hay que aprenderlo. Y para eso lo primero es darte cuenta de que estás estresado y tomar medidas. Aunque la empresa no haga nada tú tienes que cuidar de tu propia salud. Esto es mío, estamos hablando de mi vida", resalta.

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