Es una conexión vital, para España, para Francia y para el conjunto de Europa. En un momento de profunda transformación del modelo energético europeo y de pasos hacia la descarbonización, la interconexión eléctrica submarina entre ambos países se convierte en una apuesta esencial para el futuro energético. El proyecto es ambicioso, construir una conexión de 400 kilómetros, de los que más de 300 irán de modo submarino, que permitirá elevar la capacidad de interconexión con Francia de los 2.800 MW actuales a los 5.000 MW.

En su diseño se ha encontrado problemas de inestabilidad en el lecho marino que ha obligado a rediseñar el trazado y con ello retrasar su puesta en marcha dos años, hasta 2027. En 2002 el objetivo fijado fue alcanzar en 2020 un nivel de interconexión energética entre ambos estados equivalente al 10% de su producción instalada. Evidentemente, no se ha logrado. Ni siquiera se alcanzará en 2027 cuando los 1.600 kilómetros de cable de alta tensión conecten el Golfo de Bizkaia y la costa de Capbreton, en Francia. Cundo esta interconexión esté en marcha se habrá pasado del 3% actual a una capacidad equivalente al 5%.

El nuevo enlace entre el País Vasco y Francia requerirá la construcción de dos subestaciones, una en Gatika (Bizkaia) y otra Cubnezais, a escasos kilómetros de Burdeos. El ambicioso proyecto requerirá una inversión de 1.950 millones de euros que estarán sufragados en un 30% -585 millones de euros- por financiación europea, un 43% por Red Eléctrica de España (Redeia) y el 27% restante por la compañía francesa, Résseay de Transport d´Electricite.

400 millones y 6.800 empleos

Los trabajaos aún se encuentran a la espera de recibir la validación medioambiental por parte del Ministerio para la Transición Ecológica. Por el momento, tanto el Gobierno vasco como la Diputación Foral de Bizkaia lo han avalado.

En el caso de la Administración vasca será la principal beneficiaria de la construcción de esta interconexión, que requerirá levantar una estación conversora que transforme la corriente continua en corriente alterna, al igual que la que está previsto construir en la costa gala. El impacto económico en la economía vasca se estima en 400 millones y la generación de empleos directos e indirectos en cerca de 6.800.  

El cronograma del proyecto prevé que el próximo año puedan finalizar los trámites previos y la gestión de los contratos necesarios para que en 2024 se inicien las obras terrestres y la fabricación del cableado que habrá que enterrar. La instalación se iniciaría en 2025. Una labor delicada que no concluiría hasta casi dos años después.

1.600 kilómetros de cable

El proyecto incluye la construcción de estaciones conversoras. Se trata de complejos con una extensión aproximada de cinco hectáreas. Al mismo tiempo se requerirá la fabricación de 1.600 kilómetros de cableado que cubrirá la distancia de 400 kilómetros en ambos sentidos y con un doble cableado. Se trata de un cable que puede alcanzar hasta los 20 centímetros de grosor y que tendrá que soportar las inclemencias propias del lucho marino. Su instalación requiere emplear un buque cablero que deberá enterrarlo. En caso de que la dureza del lecho lo impida se procede a enterrarlo de modo seguro.

Permitirá reforzar la interconexión entre España y Francia mejorando la seguridad y garantía de suministro, aumentando la eficiencia de ambos sistemas eléctricos y permitiendo una mayor integración de energías renovables. Esta interconexión, declarada Proyecto de Interés Común (PIC) en el 2013, representa un desafío importante para España, Francia y Europa en la consecución de sus objetivos hacia la transición energética europea.