Economía

El Gobierno, el BdE y la AIReF estudian si las empresas están mejorando sus beneficios gracias a la inflación

No existen indicadores para medir los márgenes de las empresas, que determinarían si las compañías se están lucrando -y si son responsables- de la subida de precios | Mientras, los trabajadores son los grandes perjudicados

Precio de la gasolina en una imagen de archivo

Precio de la gasolina en una imagen de archivo Carlos Luján / Europa Press

¿Están forrándose las empresas gracias a la inflación? Es lo que cree parte de la opinión pública, escandalizada por subidas de precios que consideran excesivas, sobre todo de los supermercados, y también lo que mantienen los sindicatos UGT y CCOO. La respuesta rápida es que no hay evidencia que sostenga que esto está sucediendo, pero tampoco que apoye lo contrario. Los grandes organismos económicos, y también el Gobierno, lo están analizando, pero la dificultad de determinarlo es alta y hasta la fecha no han llegado a conclusiones claras.

La discusión no es baladí puesto que las empresas podrían llegar a provocar un bucle de inflación. Si aumentan sus márgenes en esta situación de costes disparados, y en consecuencia los trabajadores exigen y consiguen subidas de sueldos acordes para poder mantener su poder adquisitivo, España podría entrar en una espiral inflacionista. Es un efecto que hasta el momento no han apreciado ninguno de los organismos ni de las instituciones que elaboran periódicamente análisis macroeconómicos, pero también es un riesgo ante el que se mantienen atentos.

Para el Ministerio de Asuntos Económicos, saber hasta qué punto las empresas están beneficiándose o no de la situación actual es fundamental. El famoso pacto de rentas dependerá en parte de esta variable, puesto que si se está produciendo ya un ajuste de facto, como parece -esto es, si tanto las empresas como los trabajadores del país están apretándose el cinturón por el bien común- puede no ser necesario que los agentes sociales lleguen a un acuerdo al respecto.

Pero por ahora tanto el Gobierno como el Banco de España y la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) lo desconocen. Las tres instituciones están actualmente trabajando en analizar, por separado, la evolución de los márgenes de las empresas españolas y darán a conocer el resultado cuando obtengan conclusiones fiables, si lo hacen. Lo que sí tienen claro es la gran pérdida de poder adquisitivo que están sufriendo los trabajadores en el país.

¿Por qué es difícil medirlo?

¿Por qué esta dificultad para medir la evolución de los márgenes de las empresas? Al contrario de lo que sucede con los salarios, no existen indicadores para medir estos beneficios, por lo que los expertos deben analizar otras variables para tratar de determinar lo que está pasando con los márgenes, que es importante que si crecen lo hagan de manera moderada.

Las instituciones creen que las empresas no son responsables de la subida de los precios

Por lo pronto, ni a los economistas consultados por este medio, ni a la AIReF, ni al Gobierno, ni al Banco de España les parece que las empresas sean las responsables de parte de la subida de precios. Es decir, que no estarían detrás del aumento generalizado de los precios ni de parte de él, no por haber aumentado sus márgenes, a menos de manera generalizada. Más bien lo contrario: que estos se han ajustado, absorbiendo parte del incremento de los precios.

Hace unos meses, el Banco de España publicó un trabajo al respecto -la única institución que lo ha hecho- en el que determinaba la evolución que apreciaba por sectores y tamaños de empresas. En él concluía que las compañías no están siendo capaces de trasladar a los precios las subidas de costes que están sufriendo. Y que la mayoría, incluso, está reduciendo sus márgenes, al contrario de la tesis que mantiene parte del Ejecutivo.

Los trabajadores, los más perjudicados

No obstante, que el supervisor no aprecie que los precios se estén retroalimentando -los llamados efectos de segunda ronda- no quita que vea necesario un pacto de rentas. Uno, además, que no solo incluya a trabajadores y a empresas, sino también a pensionistas, al menos a los más ricos. Un gran acuerdo de país donde el conjunto de los agentes y no solo unos pocos pierda poder adquisitivo con tal de conseguir que la inflación no se enquiste, lo que podría llevar a multiplicar las tasas máximas vistas este año.

En los años 70, la crisis del petróleo llevó a que España registrase una inflación media del 26% en 1977, alcanzando picos del 44%, y a tipos de interés del 22%. El país se sumergió en la estanflación, un fenómeno que se da cuando se producen subidas de precios generalizadas en un momento en que la economía no avanza, está estancada. La crisis del petróleo se sumó entonces a los lastres que la economía española ya arrastraba del franquismo, y este cóctel se llevó por delante a parte de la industria, del empleo y obligó a reconvertir buena parte de la economía.

Ahora, no lo que los datos sí dejan claro es que los trabajadores son quienes están viéndose más perjudicados por la subida de los precios. Así lo muestra la subida salarial media pactada en los convenios colectivos hasta septiembre, que fue del 2,6%. Fue el mes con el dato más alto de todo el año, pero aún queda muy por debajo de la inflación media anual, alrededor del 8,5 o 9%.

En esa línea desde la AIReF confirman que, a falta de conseguir conclusiones publicables sobre los márgenes de las empresas, sus análisis apuntan a que los trabajadores están siendo los más perjudicados por el entorno inflacionista actual, ya que están perdiendo poder adquisitivo a pasos agigantados. También están percibiendo cómo están aumentando los convenios colectivos que incluyen cláusulas de revisión ligadas a la inflación, pero ni creen que puedan provocar efectos de segunda ronda, ni son suficientes.

En los años 2000, alrededor del 70% de los convenios colectivos de españoles se actualizaban anualmente con la inflación, pero ahora son alrededor del 15%. El otoño se prevé intenso en materia de movilizaciones sindicales, pero sin llegar a una huelga general ni a grandes parones. La herida de los salarios continuará abierta.

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