El Banco Central Europeo ha cumplido con lo previsto y ha subido los tipos de interés un 0,5% hasta el 3,5% a pesar de la crisis de Credit Suisse. El organismo europeo tiene claro que su misión es reducir la inflación al 2% en el medio plazo. El último dato disponible muestra que el IPC cerró en febrero en el 8,5%, que continúa en niveles máximos. Esta semana ha estado marcada por la crisis bancaria de Credit Suisse, que provocó un terremoto en el sistema bancario europeo.

El supervisor ha asegurado en su comunicado que el Consejo de Gobierno está siguiendo las tensiones en los mercados y está preparado para responder como resulte necesario a fin de mantener la estabilidad de precios y la estabilidad financiera en la zona del euro. "El sector bancario de la zona tiene capacidad de resistencia y posiciones de capital y de liquidez sólidas", reza el comunicado.

Asimismo, hace hincapié en que el BCE cuenta con todos los instrumentos necesarios para apoyar a los bancos. "Tenemos todos los instrumentos de política monetaria necesarios para suministrar apoyo de liquidez al sistema financiero de la zona del euro si fuera necesario y preservar la transmisión fluida de la política monetaria", apunta.

El BCE no ha querido salir de su hoja de ruta y ha continuado con el camino que comenzó hace ocho meses con la primera subida de tipos en once años.  Antes de que estallase la crisis de Silicon Valley Bank y de Credit Suisse, el BCE estaba decidido a subir los tipos en 50 puntos básicos para luchar contra la inflación. El objetivo del organismo es situarla en el 2% y es la meta que se marcan a pesar de la posible recesión económica de la eurozona. Sin embargo, el desplome del banco suizo puso las miradas en el organismo europeo que ha decidido lanzar un mensaje de que el riesgo de contagio es inexistente.

Este miércoles, Credit Suisse se desplomó en bolsa un 25% y contagió al resto de bancos europeos. Esto hizo que el BCE pidiese a todas las entidades su exposición al banco suizo. En el caso de los bancos españoles, la exposición es irrelevante, por lo que no habría "ningún susto grande".

Previsiones económicas

En esta reunión, el BCE también hace revisión de sus previsiones macroeconómicas para la eurozona. Estas nuevas proyecciones se hicieron antes de las recientes crisis bancarias. Los expertos del BCE prevén ahora que la inflación se sitúe en el 5,3% en 2023, un punto porcentual por debajo de la previsión anterior, que la situaba en el 6,3%. El IPC cerró en febrero en 8,5%.

No obstante, la inflación no llegará al objetivo del BCE hasta 2025, tal y como preveían en las reuniones anteriores, cuando se se situará en el 2,1%. Para 2024, la previsión de inflación es del 2,9%.

"Al mismo tiempo, las presiones inflacionistas subyacentes siguen siendo fuertes", apuntan en el comunicado. La inflación excluidos la energía y los alimentos continuó aumentando en febrero y los expertos del BCE esperan que se sitúe en una media del 4,6% en 2023, por encima de lo estimado en las proyecciones de diciembre. Posteriormente, descendería hasta el 2,5% en 2024 y el 2,2% en 2025, en un contexto de desaparición gradual de las presiones al alza debidas a las perturbaciones de oferta anteriores y a la reapertura de la economía y en el que el endurecimiento de la política monetaria frena cada vez más la demanda.

Por lo que respecta al crecimiento, el BCE espera que el PIB de la eurozona crezca un 1% como resultado, tanto del descenso de los precios de la energía, como de la mayor capacidad de resistencia de la economía ante el difícil entorno internacional. Los expertos del BCE esperan que el crecimiento repunte posteriormente en mayor medida, hasta situarse en el 1,6%, tanto en 2024 como en 2025, respaldado por la fortaleza del mercado de trabajo, el aumento de la confianza y la recuperación de las rentas reales. Al mismo tiempo, el repunte del crecimiento en 2024 y 2025 es más débil de lo estimado en las proyecciones de diciembre "debido a la orientación más restrictiva de la política monetaria".