En España hay 193.965 jóvenes que no tienen trabajo, lo buscan y se han inscrito en las oficinas de empleo para que así conste. Es cierto que el país lidera las tasas de paro juvenil de la Unión Europea (con cerca de un 30%) y también de la Organización para la Cooperación y el desarrollo económicos (OCDE), es cierto que la situación es preocupante porque si no encuentran un puesto de trabajo aquí, emigrarán -¿y quiénes pagarán los impuestos y las pensiones?-, y también que es urgente orientar la formación para que encaje en el mercado laboral. Pero todo esto ya lo sabe, así que déjeme contarle hoy otra noticia: que esa cifra, la de 193.965 jóvenes en paro que registró el SEPE en el mes de diciembre, es la mejor de toda la serie histórica.

La cifra total de jóvenes en paro registrada este pasado mes es la más baja de toda la historia, de cualquier mes y de cualquier año, desde que hay registros. Lo confirman los datos publicados este martes por el Ministerio de Trabajo y Economía Social, que atribuye la mejora a la fuerte resiliencia que el mercado de trabajo está mostrando ante un entorno complicado por la fuerte subida de los precios, el encarecimiento de los costes financieros, la repercusión de los conflictos de Ucrania y Gaza y la ralentización que afronta la Europa.

Con todo este contexto, el paro general está en 2,7 millones de personas, su cifra más baja desde 2007, antes de que estallase la crisis financiera por la caída de Lehman Brothers. Y el de los jóvenes y el femenino no se quedan atrás, con sendos descensos: el primero este mes se ha reducido en 12.014 personas, un 6% -y sobre todo entre las mujeres-, llegando al citado mínimo histórico; y el segundo lo ha hecho en 28.120, hasta marcar su cifra más baja desde 2008.

Son cifras especialmente reseñables teniendo en cuenta que la mejor situación económica podría estar provocando cierto "efecto llamada" a inscribirse como desempleados. Es algo que los expertos en mercado laboral citan de forma habitual: en ocasiones, las cifras de parados registrados y las de trabajadores inscritos en el sistema parecen ir en direcciones opuestas, puesto que hay meses que ambas suben. Pero es un fenómeno habitual, que puede tener una fácil explicación: cuando la economía mejora y el empleo también lo hace, aquellos desempleados que no figuran como tales porque no tienen acceso a ninguna prestación y no confían en que su inscripción pueda beneficiarles de alguna manera, pueden "reactivarse" y volver a aparecer en sus oficinas, con la esperanza de conseguir pronto un empleo, en medio de la mejora generalizada.

Por su parte, Seguridad Social también está registrando datos en la misma línea: aseguran que hoy día hay más jóvenes y más mujeres trabajando que nunca antes en la historia del país, y que la recuperación de empleo juvenil está experimentándose con más fuerza que la del resto de trabajadores. Según datos del Ministerio, el empleo joven ha crecido un 11% desde la pandemia, casi cuatro puntos más que el resto de la economía.

El reto de conseguir reflejo en la EPA

Ahora, el reto está en conseguir doblegar la tasa de paro juvenil, que en este caso calcula el Instituto Nacional de Estadística en base a su Encuesta de Población Activa (EPA). Según los últimos datos disponibles, la losa del 30% de paro continúa pesando sobre los menores de 25 años y lo hace desde hace 15 años. Hoy día, la tasa de paro juvenil (en concreto, del 29%) es la más alta de todos los países de la UE-27 y casi superior al doble de la media de UE-27 (14,6%).

La tasa de paro del INE es útil porque muestra cuántas personas aseguran no tener un empleo, más allá de las que estén inscritas en las oficinas de Trabajo y de las que fichen mes a mes para renovar ese estatus, que son los datos que aglutina y publica el Ministerio. Tradicionalmente, los jóvenes han ido a la cola de la recuperación del empleo, pero en este contexto de recuperación general ahora podría estar llegándoles el turno.

Desde los Ministerios competentes aseguran que estas cifras de paro continúan siendo inaceptables, y las reconocen como uno de los retos clave de la legislatura en materia laboral. Y también son optimistas: consideran que las cifras de paro de diciembre, cuando el empleo ha crecido en 23.300 personas frente a las más de 8.000 que perdió el anterior diciembre, empujan a creer que este 2024 el empleo continuará con la misma fuerza de los últimos ejercicios.

Pese a ello, la crítica constante es que el Ejecutivo está dedicando una cantidad desproporcionada de fondos a financiar prestaciones y ayudas varias a los jubilados, en muchos casos independientemente de su renta, mientras que los jóvenes. En los Presupuestos Generales del Estado de 2023, el Gobierno dedicó un 3% del gasto a los jóvenes, 15 veces menos que a las pensiones, pese a considerarlos "el principal activo de cualquier sociedad". En dichas cuentas, el gasto en pensiones ascendía a casi 191.000 millones de euros. En cambio, destinaba 12.741 millones de euros a políticas orientadas a la juventud.