España lidera la tasa de paro juvenil en la Unión Europea y también de la Organización para la Cooperación y el desarrollo económicos (OCDE) que incluye a países como Japón, Corea, México, Canadá, Estados Unidos, Colombia o Costa Rica. Solo las jóvenes costarricenses tienen una peor situación laboral que las españolas menores de 25 años. Las consecuencias de este drama pasan por retrasar “cualquier proyecto vital: desde independizarte a formar una familia”, como resume la presidenta del Consejo de la Juventud de España, Andrea González Henry. Las causas son diversas, pero todos los expertos coinciden en que el sector educativo, un mercado laboral que no se adapta al estudiante y la cultura mediterránea son los ingredientes de este cóctel explosivo.

La evolución del paro juvenil en España, las diferencias por comunidades autónomas y su comportamiento tras los peores meses de la pandemia está destallada en el análisis que acompaña a este reportaje.

La situación del desempleo de los jóvenes ha vivido tiempos peores. Tras la crisis financiera, la tasa alcanzó el 57% en 2013 y en la actualidad es del 27,1%. Sin embargo, la creación de empleo récord después de la pandemia no ha logrado cerrar la brecha que existe entre el paro de los jóvenes y la tasa general. “No es un problema nuevo”, explica Florentino Felgueroso, investigador de Fedea, que coincide con las conclusiones de la actual presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Eloísa del Pino y la politóloga e investigadora en la Universidad de Freiburg, Angie Gago.

Para Felgueroso, una de las cifras clave, más allá de la tasa de paro -que recoge la Encuesta de Población Activa (EPA) y cuya definición puede dar lugar a diferencias entre países- es el porcentaje de estudiantes que está fuera del mercado laboral. En España, es del 80%, según datos de Eurostat. Son estudiantes que no trabajan pero que tampoco buscan empleo y hay varias razones para ello.

Razones culturales

“En España es menos habitual que en otros países estudiar fuera del lugar de origen, lo cual conlleva salir más tarde del hogar y vincularse más tarde con el mercado de trabajo”, comenta Inmaculada García, profesora de Análisis Económico de la Universidad de Zaragoza. Es decir, además del sector educativo, existen razones sociológicas y culturales que influyen en que la tasa de paro de los jóvenes sea mayor en España que en otros países de nuestro entorno.

“Es un problema muy mediterráneo”, constata Felgueroso. “No hay que ir a buscar la causa del problema solo en el mercado de trabajo o en la regulación, sino en el sistema educativo, en cuestiones culturales, sociales, familiares”, explica. “En los países del norte, la emancipación es mucho más temprana y hay una vinculación muy fuerte entre la emancipación y el mercado de trabajo”, añade el investigador de Fedea.

La salida de la casa familiar es la pescadilla que se muerde la cola. Los jóvenes no se emancipan, en la mayoría de los casos por cuestiones económicas, pero también hay un factor cultural que acaba repercutiendo en su situación laboral. Según el Observatorio de la Emancipación del CJE, el porcentaje de personas jóvenes en España que vivía fuera del hogar familiar a finales de 2022 era del 15,9%, prácticamente la mitad que la media de la Unión Europea: 31,9%.

Cabe recordar que los menores de 25 años tienen, de media, salarios más bajos que otras generaciones, por lo que el acceso a la vivienda es una dificultad añadida a un mercado tensionado y con poca oferta de vivienda pública. Para pagar un alquiler en solitario, una persona joven trabajadora tendría que dedicar el 83,7% de su sueldo, según datos del CJE.

La situación es la siguiente: hay pocos estudiantes que trabajan y los que lo hacen tienen peores condiciones económicas que otros grupos de edad y también menos estabilidad laboral. “Ha disminuido la temporalidad, pero ha aumentado la contratación mediante la figura del fijo-discontinuo y son las personas jóvenes las que firman el grueso de estos contratos”, en lugar de un contrato indefinido al uso, critica González Henry.

Rigidez del mercado laboral

Además de las condiciones económicas, en España “no existe la figura de trabajo para estudiantes”, comenta la presidenta del CJE. “Es el joven el que tiene que hacer malabares para combinar los horarios de clase y del trabajo”, añade. “No es tanto un tema de horas lectivas, sino de que existan puestos de trabajo que se adapten a los estudiantes, en época de exámenes por ejemplo, donde se reducen las jornadas”, justifica.

Esto sí ocurre en otros países, “hay otros modelos, como el holandés, en el que hay profesiones destinadas a jóvenes”, explica el investigador de Fedea. Se trata de ocupaciones en el sector servicios en los que se adaptan los horarios a las jornadas lectivas. 

Evolución de las tasas paro general y paro juvenil en España

Fuente:Instituto Nacional de Estadística (INE)

Por otro lado, tampoco la formación puede olvidar el encaje con el mercado laboral, según Felgueroso. “El propio sistema educativo tiene que pensar que es bueno que el joven trabaje, no hay que penalizar que el joven trabaje, hay que adaptar esto a los exámenes, a la asistencia a clase…”, sugiere.

Volviendo a la cifra de estudiantes que participan en el mercado laboral, se observa que en países donde es más habitual compaginar estudios y trabajo, las tasas de paro general son inferiores. En Países Bajos, es del 3,5%; en Alemania, del 3,9%. Varios estudios demuestran que el trabajo durante la etapa educativa termina favoreciendo las condiciones socioeconómicas de los jóvenes en el medio y largo plazo

España tiene una de las ratios de abandono escolar más altas de toda la Unión Europea"

Una investigación sobre un programa de empleo para estudiantes en Uruguay publicada en 2021 demostró que “este tipo de iniciativas suavizan la transición del mundo académico al laboral”. También se obtienen beneficios en los salarios futuros. Según el mismo estudio, dos años después de participar en el programa, los salarios se incrementan en 28 dólares más al mes de media.

Gago y Del Pino identifican otras causas que explican las dificultades que encuentran los menores de 25 años al entrar al mundo laboral. La primera, es que España tiene una de las ratios de abandono escolar más altas de toda la Unión Europea, solo por detrás de Rumanía. Esto implica que los jóvenes se incorporen al mercado laboral sin conocimientos específicos sobre el sector en el que empiecen a trabajar o sin la formación técnica requerida. 

Desajuste entre educación y trabajo

La siguiente causa que apuntan las investigadoras es el desajuste entre la oferta y la demanda de habilidades. “El mercado laboral es un entorno muy cambiante y el sistema educativo es mucho más rígido, por lo que hay problemas de adaptación de las habilidades requeridas y las que ofrece el sistema educativo y es un gran reto para el sistema educativo dotarse de más flexibilidad y capacidad de adaptación a las exigencias de los nuevos puestos de trabajo”, coincide García, de la Universidad de Zaragoza.

Este desequilibrio lo vienen denunciando empresas de diferentes sectores, pero especialmente del ámbito tecnológico, como ha publicado este periódico. Por ello, organizaciones empresariales como Ametic han propuesto planes de formación al Ejecutivo que repercutan en la contratación de jóvenes para puestos cualificados. 

Desde la Confederación Española de Pequeñas y Medianas Empresas (Cepyme) cifran en 150.000 los trabajadores que no logran incorporar las compañías por falta de formación. Dentro de este cálculo, parte del grueso corresponde al sector de la Construcción. Cabe recordar que recientemente se incorporaron profesiones de este sector al catálogo de profesiones de difícil de cobertura, para facilitar la contratación de extranjeros por parte de empresas españolas que tienen que poner en marcha miles de proyectos vinculados al Plan de Recuperación.

La Formación Profesional como solución favorita

¿Cómo se resuelve este reto de la economía española? Como comenta Felgueroso, no se trata de un problema únicamente de regulación del mercado laboral, también influyen factores sociales y culturales. Sin embargo, hay una respuesta favorita y es la apuesta por la Formación Profesional (FP). También ha hecho hincapié en ello el Consejo Económico y Social (CES) que considera que a través del impulso de la FP se podría reducir la tasa de abandono escolar temprano.

“Dotar de recursos a la FP, de prestigio, de visibilidad, es necesario para que un gran grupo de la población joven encuentre trabajo en sectores que quizá son menos académicos. Esta va a ser una de las claves para reducir el paro juvenil”, apuesta la presidenta del CJE.

Por su parte, el investigador de Fedea apunta que la digitalización también va a jugar un papel clave en la incorporación de los jóvenes al mercado laboral: “Con el cambio digital, (los jóvenes) van a tener una ventaja que no hemos visto todavía pero creo que lo vamos a ver”.