El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibió este jueves en La Moncloa a los portavoces de las distintas fuerzas parlamentarias –excepto Vox– para "compartir información" sobre los ajustes presupuestarios que España deberá acometer para cumplir con el plan de rearme europeo, propuesto el pasado martes por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

La incertidumbre geopolítica forzará a los Gobiernos aumentar el gasto en defensa y buscar financiación debajo de las piedras. Para España supondrá pasar de gastar menos 20.000 millones a gastar más de 43.000 millones antes de 2029. "Entramos en una nueva era: nuestra prosperidad y nuestra seguridad no están garantizadas". De esta forma justificaba el presidente francés Emmanuel Macron los ajustes que deberá acometer el país galo y el resto de países de la eurozona.

Pero "no debemos hablar de defensa, si no de seguridad", aseguró el jefe del Ejecutivo español tras la reunión con los partidos. Aunque sobre a cómo se desarrollará este plan estratégico se limitó a decir que es "una pregunta que aun no tiene respuesta". Solo sostuvo que "no habrá ningún ajuste a la baja en las políticas sociales" y que hasta junio -cuando se celebre la Cumbre de La Haya de la OTAN- no se dispondrá de datos y cifras concretas: "En la Cumbre se efectuará el compromiso y se darán los datos al público una vez se alcance un acuerdo colectivo", remató.

Falta un plan estratégico a largo plazo

Por su parte, el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, reprochaba tras la reunión con Sánchez que “el Gobierno no tiene un plan” para el rearme español. "No he obtenido ninguna respuesta. No sé qué incremento del presupuesto tiene que tener el actual presupuesto del Ministerio de Defensa, en qué plazos hay que obtenerlo, cómo se va a ejecutar año a año o en qué partidas y cómo se va a financiar", dijo en rueda de prensa en el Congreso.

El profesor de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid, Antonio Fonfría, también echa en falta una estrategia en materia de defensa y seguridad a largo plazo no solo por parte actual Gobierno, si no también durante las administraciones anteriores.

"Una estrategia marca una tendencia a largo plazo. España no tiene una estrategia a diez años sobre: qué va a comprar a las empresas de defensa, qué presupuesto va a asignar para esas compras, cuál es el timing de dichas compras y cuáles son las necesidades reales en base a posibles conflictos que va a tener en 10 años. Si se respondiese a estas preguntas, se hablaría de una estrategia", expuso durante una jornada organizada por el Consejo General de Economistas este miércoles. La estrategia industrial del año 2023, agregó, "no responde en absoluto a las necesidades de España".

Frente a la indefinición del jefe del Ejecutivo, en opinión de este experto existen cuatro formas de financiar el incremento del gasto en defesa: "elevar la deuda; incrementar el déficit -para lo que habrá flexibilidad, según Von der Leyen-; aumentar los impuestos; o aumentar el crecimiento económico". "Yo creo que habrá un mix, más deuda, más déficit y más impuestos en el medio-largo plazo. Además, el mercado de capitales podría jugar un papel clave", explicaba Fonfría.

No obstante, según trasladó el portavoz del PNV, Aitor Esteban, tras su reunión con el Presidente, la falta de información se debe a que todavía no existe un plan siquiera a nivel europeo. En línea con las declaraciones del líder socialista, cree que se necesita "un poquito más de tiempo" para discutir este asunto en profundidad ya que, abogar por un plan individual en los Estados miembros, "estaría abocado al fracaso". "Esto tiene que definirse más y después ya habrá que tomar las decisiones pertinentes en las instituciones de cada país".

El ex Alto Representante de la Unión Europea Josep Borrell recordaba también en una entrevista en Catalunya Ràdio que el debate en torno al rearme militar de Europa llega porque Estados Unidos había dejado "solos" a los países europeos. Y, en realidad, EEUU llevaba años advirtiendo a los europeos de que esto podía pasar. Mientras que los norteamericanos concentran el 66% del presupuesto militar total de la OTAN, los países europeos llevan sin cumplir con el compromiso de destinar el 2% de su PIB en defensa desde 2014.

El mercado de defensa occidental

Tras la II Guerra Mundial, la teoría de la destrucción mutua asegurada garantizó durante casi un siglo que no se produjeran enfrentamientos directos interestatales. La caída del muro de Berlín (1989) y la desaparición del Pacto de Varsovia (1991), supuso el triunfo de las democracias liberales en el orden internacional. Así pues, las economías occidentales decidieron reducir sus presupuestos destinados a defensa puesto que “ya no tenían ningún rival a su altura".

"Son los denominados 'dividendos de la paz'. Se dice: menos cañones y más mantequilla”, recordaba el profesor Fonfría. Sin embargo, pese a la reducción del presupuesto, la evolución del mercado de defensa siguió caminos dispares dentro del bloque occidental: por un lado fue EEUU y por el otro Europa.

En 1776, Adam Smith escribía La riqueza de las naciones y tenía claro que “la defensa es de mayor importancia que la opulencia”. Es decir, sin seguridad no existe un crecimiento económico estable. Esta doctrina la tuvieron más en cuenta algunas regiones que otras durante la era de los “dividendos de la paz”. Y eso hace que algunos países cuenten con ventajas competitivas en esta nueva era de rearme.

En 1993, el secretario de Defensa estadounidense reunió en una cena a los principales consejeros delegados de las mayores empresas de defensa del país. Tras el postre, les anunciaba que esperaba que la próxima vez que les convocase fuesen muchos menos. Y así fue, de las más de cien empresas que existían en 1993, para 2008 solo quedaban 5 grandes grupos. La concentración del mercado de defensa estadounidense, mediante fusiones y adquisiciones, distó mucho de la evolución del mercado de defensa europeo.

Por su parte, Europa se negó a ceder sus soberanía a cambio de un plan estratégico conjunto en el ámbito militar, tecnológico e industrial. Los resultados de esta decisión  se reflejan en un mercado "sobredimensionado y muy fragmentado, con duplicidades y con sobrecostes a falta de una economía a escala europea", añadía Fonfría.

Pese a que el tamaño del mercado europeo no es muy diferente del estadounidense, en términos de facturación supone un tercio, en personal representa la mitad y el gasto en defensa de los ministerios europeos supone un tercio si se compara con la demanda total del mercado norteamericano. Todo esto se traduce en una menor competitividad en materia de seguridad para los europeos. Para explicar esta falta de competitividad solo hay que ver que mientras que en Estados Unidos solo existe un modelo de tanque de combate (el M1 Abrams), Europa cuenta con 19 modelos distintos, cuyo simple mantenimiento supone unos sobrecostes mayúsculos.

Europa se enfrenta así a un dilema histórico: invertir en su propia seguridad o seguir dependiendo de actores externos. En opinión de los expertos, mientras Estados Unidos consolidó un modelo de defensa eficiente y altamente competitivo, el Viejo Continente arrastra un sistema fragmentado, costoso y falto de coordinación. España, inmersa en esta nueva era de rearme, no solo carece de un plan estratégico propio, sino que tampoco cuenta con una hoja de ruta europea clara. Con el gasto en defensa al alza y sin respuestas concretas sobre su financiación o ejecución, la incertidumbre no solo afecta a las cuentas públicas, sino también a la capacidad real de responder a los desafíos globales.