La partida sigue adelante. BBVA no ceja en su empeño por hacerse con el Sabadell. Ni las trabas del Gobierno ni las defensas desplegadas por la entidad catalana para salvar el asedio han hecho desistir al banco vasco de la maniobra hostil lanzada hace 16 meses. Aunque la ley le brindaba la oportunidad de retirarse ante el cambio sustancial de circunstancias que rodean a la operación, Carlos Torres sigue decidido a seguir adelante. La suerte está echada y habrá que aguardar hasta septiembre para ver los siguientes coletazos de una operación que marcará su futuro al frente de la entidad.
El directivo, que ya intentó una fusión amistosa de finales de 2020, logró en junio convencer a los más reticentes dentro del Consejo para no retirar la oferta ni siquiera cuando el Consejo de Ministros aprobó condiciones adicionales a los acuerdos pactados por el banco con la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) para lograr luz verde a la operación tras un año de análisis.
La obligación impuesta por Moncloa de funcionar como dos entidades independientes durante un plazo de tres años -extensible a cinco- aleja las pretendidas sinergias, cifradas en 850 millones de euros. Pero la incertidumbre que implica no poder hacer ajustes de plantilla y de oficinas vinculados a la opa, o tener que mantener personalidad jurídica propia durante este plazo, no hizo que Torres se echase atrás.
Y ello pese a que se ponga en tela de juicio uno de los principales fundamentos en los que se basa la opa, los pretendidos ahorros. Estos llegarán, solo que más tarde de lo calculado, defienden en BBVA. Ahora bien, un reciente documento donde la entidad actualiza los riesgos que implica la operación sí alerta de que "en el caso de que la Fusión no se completara por cualquier motivo podría dar lugar a la imposibilidad de materializar gran parte de los beneficios esperados de la Oferta, incluidos los ahorros de costes y otras eficiencias operativas".
La cuestión no es baladí, pues incluso si la opa sale adelante y concita el apoyo de un número suficiente de accionistas del Sabadell, el ministro de Economía tiene aún poder de prohibir la eventual fpuertausión que tendría que solicitar el BBVA. Durante todo este tiempo, Torres no ha sido capaz de conseguir que el Gobierno de Pedro Sánchez, contrario desde el inicio a la opa, diese su brazo a torcer. Aún puede impugnar su decisión ante el Tribunal Supremo.
Pero a los condicionantes introducidos por el Ejecutivo de coalición entre PSOE y Sumar se añadieron más problemas tras pactar el Sabadell con el Banco de Santander la venta de su filial británica TSB por 3.100 millones. Un golpe al balance del banco catalán que recibió hace unos días un respaldo casi unánime por parte de los accionistas de la entidad que preside Josep Oliu. En pleno verano, la junta extraordinaria convocada al efecto el 6 de agosto alcanzó un quorum histórico en los últimos años y brindó un apoyo superior al 99% de los presentes. Lo mismo ocurrió con la junta convocada acto seguido para aprobar un macrodividendo de 2.500 millones vinculado a esa operación (que no cobrarán los accionistas que eventualmente acepten la opa).
BBVA había dejado abierta la puerta a retirar la opa tras ese refrendo de los accionistas a la estrategia de la dirección que comanda el consejero delegado César González-Bueno. Pero aunque la ley le facultaba a retirar la oferta ante el sustancial cambio de condiciones producido, la entidad de origen vasco decidió despejar la incógnita y borrar las especulaciones sobre una eventual retirada. "Una vez analizados los acuerdos adoptados y considerando la información disponible, BBVA ha decidido no desistir de la Oferta por esta causa y, por lo tanto, la misma se mantiene vigente conforme a lo previsto en la normativa aplicable", señaló la entidad con sede en el distrito madrileño de Las Tablas.
"BBVA ha decidido seguir adelante y actualizará y publicará toda la información relevante una vez obtenga, previsiblemente a principios de septiembre, la aprobación del folleto por parte de la CNMV", agrega la entidad. De momento, no hay nada respecto a una eventual mejora del precio de la oferta, que puede realizar hasta cinco días naturales antes de que acabe el denominado período de aceptación. Un plazo que previsiblemente comenzará a principios de septiembre y podría resolverse una vez ya entrado el mes de octubre.
"A este precio, la opa no tiene sentido", suelen decir desde la entidad catalana. La primera ecuación de canje comunicada el 1 de mayo de 2024 era de una acción de BBVA de nueva emisión por cada 4,83 títulos del banco catalán. La operación valoraba al Sabadell en casi 11.500 millones de euros, un 17 % más que su valor en bolsa. Así que Torres siempre ha dicho que la prima era muy buena. Desde entonces, la subida bursátil del Sabadell ha ido estrechando ese margen hasta superar en más de un 6% el valor de sus títulos lo que ofrece BBVA por ellos a los accionistas. Tras varios ajustes por la guerra de dividendos desplegada por Oliu y Torres, el BBVA ofrece una acción propia y 0,70 euros por cada 5,3456 títulos del Sabadell.
Al margen del futuro de Torres, el banco reconoce en su documento de riesgos que "si la oferta no llegase a liquidarse, el precio de la acción de BBVA podría verse afectado o ser objeto de fluctuaciones si el precio actual de las acciones de BBVA refleja la expectativa de que la oferta se complete". Al mismo tiempo, decía que si la opa encalla podrían generarse dudas sobre su capacidad estratégica. "La imposibilidad de liquidar la oferta podría afectar de forma negativa a la reputación de BBVA y generar reacciones adversas en inversores y clientes, así como afectar negativamente a la relación de BBVA con sus empleados y sus clientes", remata el texto remitido hace unos días a la CNMV.
Pese a todas las adversidades, Torres ha desvinculado su continuidad al frente del banco del resultado de la operación. La opa "crea valor para los accionistas de ambas entidades, a pesar de que la condición del Consejo de Ministros", dijo el banco hace unos días. De momento, BBVA expuso hace unos días al mercado un plan a cuatro años en solitario -sin el Sabadell- en los que calcula que puede ganar 48.000 millones de euros y repartir entre los accionistas unos 36.000 millones. Todo quedará en manos de los accionistas del Sabadell en unas semanas; los mismos que brindaron un apoyo cerrado a la estrategia de Oliu y González-Bueno. Hará falta el 'sí' de más del 50,01% de los derechos de voto.
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